Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad .
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santa Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Santa María, ruega por nosotros.
San José,
Ilustre descendiente de David,
Luz de los patriarcas,
Esposo de la Madre de Dios,
Custodio purísimo de la Virgen,
Nutricio del Hijo de Dios,
Diligente defensor de Cristo,
Jefe de la Sagrada Familia,
José justísimo,
José castísimo,
José fortísimo,
José obedientísimo,
José fidelísimo,
Espejo de paciencia,
Amante de la pobreza,
Modelo de obreros,
Gloria de la vida doméstica,
Custodio de vírgenes,
Sostén de las familias,
Consuelo de los míseros,
Esperanza de los enfermos,
Patrono de los moribundos,
Terror de los demonios,
Protector de la Santa Iglesia,
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros
V/. Le constituyó señor de su casa.
R/. Y príncipe de toda su posesión.
ORACIÓN
Oh Dios
que con providencia inefable
te dignaste escoger al bienaventurado José
para esposo de tu Santísima Madre:
te rogamos nos concedas que,
pues le veneramos como protector en la tierra,
merezcamos tenerle de intercesor en los cielos.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
Capítulo XI – LOS LECTORES
1. El orden de los electores se configuró y tuvo su origen en los profetas. Los lectores son los que proclaman la Palabra de Dios, de los que se dice: Clama a voz en cuello sin cesar; alza tu voz como trompeta (Is 58, 1). El momento de su ordenación, en efecto, lo primero que hace el obispo es exponer al pueblo cómo deben comportarse los lectores. Después, ante los fieles les entrega el códice de las palabras divinas para que anuncien la Palabra de Dios.
2. El que es promovido a este grado debe estar embebido de la doctrina y de los libros y gozar del pleno conocimiento de sus contenidos y de sus palabras, para que ante las diversas partes de las frases sepa cuando se establece subordinación entre estas partes, cuando la frase sigue aún inacabada y cuando, finalmente, la frase concluye. Asimismo, debe poseer con soltura la solidez de la dicción para llevar las mentes y los sentimientos de todos a la comprensión de la lectura, distinguiendo los géneros de expresión y reflejando los matices propios de cada una de las frases, tanto son la voz de quien anuncia algo, como la de quien se lamenta, la de quien hace un reproche, la de quien expone un exhortación o bien otros géneros semejantes a estos y que tienen su manera propia de expresión.
3. En cualquier caso se debe estar muy atento a las ambigüedades que puedan presentar las frases.Se dan muchos casos en las Escrituras que, si el texto no se lee de la manera que le corresponde, puede que se entiendan en un sentido contrario, como, por ejemplo: ¿quien acusará a los elegidos de dios, siendo dios quien justifica? (Rm 8, 33-34). Si esto se dice a manera de afirmación, sin respetar su género de expresión, se da pie a una gran perversidad. Debe, pues, ser leído como si dijera: ¿Acaso Dios, que es quien justifica? para que implícitamente se escuche un no.
4. En cuestiones tan importantes es necesario el talento de quien conoce la manera propia y conveniente con la que se debe leer cada una de las frases. Por la misma razón, también es conveniente que el lector conozca la intensidad que debe darse a los acentos, para saber en qué sílaba debe apoyarse su voz. Hay muchos lectores inexpertos que se equivocan en la acentuación de las palabras, y aquellos que, según parece, saben de ello suelen acusarnos de inexperiencia, rebajándonos y asegurando que desconocemos totalmente lo que decimos.
5. Además, la voz del lector debe ser diáfana y nítida. Al mismo tiempo, debe poder acomodarse a todos los géneros de expresión, tener una plena firmeza viril y evitar la pronunciación que se escucha en pueblos y aldeas.La voz del lector no debe ser ni humilde ni sublime. No debe ser blanda o tierna.Nada tendrá de afeminada ni reflejará movimientos del cuerpo. Solo tendrán la gravedad por característica. Elector debe dirigirse a los oídos y al corazón de quienes le escuchan, pero no a sus ojos, para no correr el riesgo de convertirnos en espectadores suyos más que en oyentes. Un criterio que viene de antiguo afirma que los lectores, al tener que ejercitarse en la dicción, deben cuidar mucho de su voz, de manera que incluso una multitud les pudiera escuchar.Por eso, antes, los lectura recibían el nombre que corresponde a los que declaman o recitan.
Capítulo XLII – LA COSTUMBRE DE AYUNAR DURANTE TRES DÍAS
1. El ejemplo de ayunar a lo largo de tres días se tomó de los ninivitas. Castigados por sus antiguos vicios, todos ellos se entregaron durante tres días de ayuno y de penitencia, y cubiertos de saco hicieron que Dios se mostrara misericordioso.
Capítulo XXXIV – PENTECOSTÉS
1. El origen cierto y el motivo de la fiesta de Pentecostés, debe buscarse en tiempos algo antiguos. Se considera que el origen del día de Pentecostés tuvo lugar cuando se escuchó la voz de Dios, que retumbaba desde lo alto del monte Sinaí, y se dió la ley a Moisés (cf. Ex 20). En el Nuevo Testamento, el origen de Pentecostés tuvo lugar cuando se hizo manifiesta la venida del Espíritu Santo, que Cristo había prometido y del que había dicho que no vendría sino después que él hubiera subido a los cielos.
2. Finalmente, transcurridos diez días desde aquel en el que Cristo entrara por la puerta del cielo, tembló de repente el lugar donde se encontraban los apóstoles en oración y el Espíritu Santo bajo sobre ellos, que se inflamaron hasta tal punto que proclamaban las maravillas de Dios en las lenguas de todos los pueblos (cf. Hch 2). La venida, desde el cielo, del Espíritu Santo sobre los apóstoles, difundido a través de la diversidad de lenguas, transmitió su solemnidad a las generaciones posteriores. Por esta causa celebramos Pentecostés y, por lo mismo, consideramos este día como insigne.
3. Esta festiva celebración del Evangelio concuerda con la festiva celebración de la ley. En el Antiguo Testamento, después de la inmolación del cordero y transcurridos luego cincuenta días, a Moisés se le entregó la ley, escrita por el dedo de Dios. En el nuevo testamento, después de haber dado muerte a Cristo, que había sido conducido como oveja llevada a inmolar, se celebra la verdadera pascua y, una vez transcurridos cincuenta días, se da el Espíritu Santo, que es el dedo de Dios, sobre 120 discípulos, el número establecido según la ley mosaica. También esta fiesta constituye otro sacramento (otro de los misterios de la vida de Cristo).
4. Consta, pues, de una semana de semanas, pero es el número de días de esta semana que engendra al mismo Pentecostés, en el se lleva acabo el perdón de los pecados por medio del Espíritu Santo. Pero cuando esta semana son de años, llegan al año cincuenta, que entre los hebreos recibe el nombre de jubileo. En el se lleva acabo, tanto la devolución de las tierras, como la libertad de los esclavos, la restitución de las posiciones, según el precio que por ellas se había estipulado. El resultado de multiplicar siete veces el siete nos da el número quincuagenario si le añadimos una unidad, que la autoridad de nuestros mayores nos indicó que debía considerarse como figura del siglo futuro; este mismo día siempre es, tanto el octavo como el primero, más aún, se trata siempre de un único día, que es el día del Señor.
5. Es preciso que retrocedamos al sabatismo de las almas del pueblo de Dios y ver cómo se cumple allí donde dice que se entrega una parte incluso a ocho, según una sentencia de Salomón que expuso disertando con sabiduría (cf Qoh 11, 1). Por eso, los cicuenta días, por entero, que siguen en la resurrección del Señor, libres día de la abstinencia, lo celebramos con plena alegría, como figura de la futura resurrección, cuando ya no habrá cansancio, sino el descanso de la alegría.
6. Por tanto, estos días, ni estamos arrodillados cuando estamos orando, porque como dijo alguien con sabiduría, doblar las rodillas es señal de penitencia de tristeza. Así pues, tal como se nos ha transmitido, durante esta solemnidad por entero, observamos en todo esto, lo mismo que hacemos el día del Señor, en el que nuestros antepasados no ayunaban ni se arrodillaban por reverencia a la resurrección del Señor.
Capítulo XXXVIII – EL AYUNO DE PENTECOSTÉS
1. El segundo ayuno es el que, según los cánones, empieza el día siguiente de Pentecostés, de acuerdo con lo que dijo Moisés: cuando empieza el mes de las siega del trigo, contarás siete semanas (Dt 16,9). Son muchos los que, basándose en la autoridad del Evangelio, observa en este ayuno después de la Ascensión del Señor, interpretando de manera histórica el testimonio dado por el Señor al decir: ¿por ventura pueden los compañeros del esposo llorar mientras está el novio con ellos? pero vendrán días en que les será arrebatado el esposo, y entonces ayudarán (Mt 9,15).
2. Dicen, por tanto, que, durante los cuarenta días en los que se lee que el Señor, después de su resurrección, convivió con sus discípulos, no es oportuno ni nos pongamos de luto, porque entonces nos corresponde vivir en alegría. Pero después, al llegar el tiempo en el que Cristo, al elevarse a los cielos, dejó de estar presente en forma corporal, era preciso ayunar a fin de que, por la humildad del corazón y la estética del cuerpo, merezcamos recibir, del cielo, el Espíritu Santo prometido (cf. Hch 1).
Obra de San Eulogio de Córdoba

Memorial de los Santos
LIBRO II
CAPÍTULO II. EL MONJE Y EL MÁRTIR ISAAC
San Isaac de Córdoba
UN DÍA COMO HOY… … el miércoles 3 de junio de 851, fue martirizado en Córdoba el monje Isaac. San Eulogio en su obra Memorial de los santos nos narra el martirio. LIBRO II. CAPÍTULO II. EL MONJE Y MÁRTIR ISAAC El bienaventurado Isaac, nacido de padres cordobeses nobles y muy ricos, cuando iniciaba los…
Santas Noemí y Ruth
El 4 de junio se conmemora a las santas veterotestamentarias Noemí y Ruth. Su historia es narrada por el breve libro bíblico de Ruth. En tiempo de los jueces Elimélec con su esposa Noemí y sus hijos se ven obligados a emigrar de Belén a Moab por una gran carestía. Allí en el transcurrir de los años sus hijos toman mujeres: Orfá y Ruth. Elimélec muere; también sus hijos sin dejar descendencia. Noemí decide volver a Belén despidiendo a sus nueras: Orfá volverá junto a los suyos, pero Ruth decide acompañar a Noemí y con ello se integra en la fe del pueblo de Israel.
Noemí urde un plan para que su pariente Booz tome como esposa a Ruth. Casados tienen un hijo: Obed, padre de Jesé y abuelo de David.
Canción del grupo Ain Karem sobre la historia de Ruth y Noemí.
Catequesis del evangelio de San Mateo en Aliste
Diapositivas de la Catequesis sobre el Evangelio de San Mateo Diapositivas y notas de la Catequesis sobre el Evangelio de San Mateo Catequesis completa
San Isaac de Córdoba
UN DÍA COMO HOY…
… el miércoles 3 de junio de 851, fue martirizado en Córdoba el monje Isaac. San Eulogio en su obra Memorial de los santos nos narra el martirio.
LIBRO II. CAPÍTULO II. EL MONJE Y MÁRTIR ISAAC
El bienaventurado Isaac, nacido de padres cordobeses nobles y muy ricos, cuando iniciaba los primeros años de su juventud y vivía de la manera más muelle entre las riquezas y los bienes de sus padres, hasta el punto de que, entendido y versado en la lengua árabe, ejercía el cargo de recaudador del Estado, de improviso, abrasado de fuego espiritual, prefirió la vida de los monjes y se dirigió a la aldehuela de Tábanos que, a siete millas de distancia al norte de la ciudad, entre montes escarpados y espesos bosques, está adornada por la muy hermosa fama de los hombres y siervas de dios que practica en la vida monástica. Y es que en el mismo cenobio tenía a su tío Jeremías, un hombre dotado de un supremo temor de Dios, que, ilustre también por sus riquezas y abundante en bienes, junto con su venerable esposa Isabel, sus hijos y casi toda su parentela habían echado a sus expensas los cimientos de dicho monasterio y se habían retirado a él hacía algún tiempo para consagrarse a una permanente observancia de las leyes divinas. Tras servir allí el bienaventurado Isaac durante tres años con un santo género de vida bajo disciplina regular y bajo el reverendísimo abad Martín, hermano de la mencionada mujer, de repente, por iluminación divina, se llegó el foro, se dirigió al juez y, de la manera que expuse en el prefacio de la obra1, murió feliz mente dando testimonio de nuestro Señor Jesucristo en la misma ciudad real el miércoles 3 de junio del año 851. Su cadáver fue colgado en un patíbulo y algunos días después, junto con los demás que fueron decapitados por imitarlo, entregado a un voracísimo fuego, reducido hasta la última ceniza y hundido luego en el río para que lo perdiera.
1 Se refiere a los números 2 y 3 del prólogo al primer libro de esta obra.
Convento de Santa María de la Cruz en Cubas de la Sagra (Madrid)
Exterior y recibidor Cripta Capilla de Cristal Iglesia
San Leandro
San Leandro de Sevilla, obispo y padre de la unidad en la Hispania visigodaHoy, 13 de noviembre, la Iglesia en España celebra la memoria litúrgica de San Leandro, obispo de Sevilla, una de las figuras más luminosas del siglo VI y patrono principal de la diócesis de Huelva.Nacido probablemente en Cartagena hacia el año 534,…
San Eulogio, Santa Lucrecia y la persecución de Córdoba
San Eulogio de Córdoba es celebrado por el rito romano el 9 de enero, pero el calendario hispano-mozárabe fija la fecha el 1 de junio junto a su discípula Lucrecia.
San Eulogio vivió en tiempos del emirato de Córdoba, un tiempo con muchas censuras y limitaciones para los cristianos como por ejemplo no poder evangelizar a los no cristianos. Las abundantes confesiones de fe de los mártires que crearon en el año 851 una gran conmoción en la ciudad de Córdoba fueron apoyadas por este santo que se convirtió en su defensor y cronista. La mayor parte de su obra literaria está consagrada a la crónica de los martirios y a animar a los cristianos que por la fuerte persecución estaban abandonando la fe. Es tanta la fama de este presbítero que tras la muerte del metropolitano de Toledo es elegido para sucederle. Debido a las grandes tensiones en la ciudad de Córdoba no puede trasladarse a Toledo para ser consagrado arzobispo. Un nuevo arzobispo será elegido tras el martirio de Eulogio.
Sería condenado por que a través de sus escritos y predicaciones convertía a los no cristianos. El caso de Lucrecia sería el punto final para condenar a muerte a Eulogio. Lucrecia era hija de musulmanes, pero educada como cristiana por una tía suya. Sus padres habiéndose enterado, quieren ocultar que es cristiana, pero ella huye a casa de Eulogio para seguir profesando su fe. Eulogio la recibe pero son arrestados y en el interrogatorio Eulogio reconoce haber instruido en la fe cristiana a Lucrecia y haberla animado a mantenerse firme en la fe y ser fiel al bautismo. Invitado a abrazar el islam para no ser ejecutado, San Eulogio profesan la fe cristiana y así es condenado a muerte. Fue sepultado en la basílica de San Zoilo. Unos días más tarde su discípula Lucrecia correrá la misma suerte martirial. El 9 de enero de 883 los restos de San Eulogio son trasladados a Oviedo.
San Eulogio de Córdoba, en su obra, nos emite un testimonio personal de cómo se vivía en la persecución procurando no acabar siendo mártir, no por no profesar la fe, sino por no considerarse dignos del martirio.
Inquietos además los paganos por causa de los mártires y sacudido con una enorme furia el mismo rey, consideró este en su interior varias medidas con las que poder reprimir la intención de los santos. Preguntó también los sabios, consultó a los entendidos e interrogó sobre este asunto a los notables de su reino. Todos ellos, en un anime conjura para la ruina de los fieles, determinaron que se arrestase a los cristianos Y que se los encadenarse en rigurosísima a prisión. En ese momento, en caso de que se presentara espontáneamente algún osado que insultara a su profeta, se suprimieron sin duda las trabas para matarlo. Nosotros, desdichados, tras averiguar esta decisión tuvimos, nos alejamos, anduvimos errantes, Nos ocultamos y, en temeroso de ambular y cambiando de aspecto, aprovechamos los silencios de la noche; nos asustamos con la caída de una hoja, cambiamos frecuentemente de morada, buscamos lugares más seguros y nos escabullimos temblorosos de todos lados por miedo a morir por la espada aun cuando un día habríamos de morir por necesidad. Y acaso oímos del martirio no por temer la muerte, que ha de llegar un día, sino por ser indignos del mismo, que se ha concedido a algunos y no todos. Pues quienes ahora sufren martirio y quienes van a ser martirizados están predestinados desde el principio del mundo, según dice el apóstol: ‘A quienes conoció de antemano, también los predestinó a ser conformes con la imagen de su Hijo, a fin de que fuera Él el primogénito entre muchos hermanos. Más a quienes predestinó, a estos también los llamo, y aquí les llamo, a ellos también los glorifico’ (San Eulogio de Córdoba, Memorial de los santos, II, XIV).
Obra de San Eulogio de Córdoba
Memorial de los Santos LIBRO II
Entre los santos y los difuntos
Formación del mes del noviembre de 2025 en la Parroquia Santa María de la Merced (PP. Mercedarios Descalzos) Las Rozas
San Justino, filósofo y mártir
El 1 de junio la Iglesia celebra la memoria de San Justino, mártir. Interesado por la filosofía, después de pasar por escuela histórica, peripatética y pitagórica, finalmente siguió la línea platónica. No obstante la filosofía no conseguía responder a todas las preguntas que Justino se formulaba. El primer acercamiento del cristianismo lo obtuvo por manos de un anciano que le explicó el antiguo testamento. Profundizar en la fe cristiana fue dando respuesta a sus inquietudes de forma que se introdujo por el camino de la conversión debido, en parte, al testimonio de los mártires y se bautizó.
Se dedicó a la reflexión apologética, primeramente contra los paganos escribiendo sus dos Apologías y en segundo lugar contra los judíos en su obra Diálogo con Trifón.
Su memoria aparece por primera vez en el Martirologio del diácono Floro de Lyon (s. IX) junto con sus seis compañeros y discípulos (Caritón, Cariti, Epelvisto, Jeracio, Peón y Liberiano) el 14 de abril. Es introducida en el calendario romano general por el Papa León XIII en 1874, y tras la reforma del calendario en 1969 pasa a celebrarse el 1 de junio como memoria obligatoria.
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