En el archivo que se adjunta están las reflexiones para el Miércoles de Ceniza y los cinco domingos de Cuaresma (ciclo A) que han servido de editorial a la publicación Liturgia Dominical.
La Cena del Cordero
A continuación presentamos los temas del ciclo de conferencias ‘Liturgia y Espiritualidad’ que se imparte en el Centro Teológico San Agustín del Real Centro Universitario María Cristina de El Escorial.
Mt 4, 1-11 Comienzo del Ministerio de Jesús II
Texto evangélico Mt 4, 1-11
1Entonces Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. 2Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. 3El tentador se le acercó y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes». 4Pero él le contestó: «Está escrito: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”». 5Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo 6y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”». 7Jesús le dijo: «También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”». 8De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le mostró los reinos del mundo y su gloria, 9y le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras». 10Entonces le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”». 11Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían.
Otras referencias bíblicas
Ex 17,2-7
2El pueblo se querelló contra Moisés y dijo: «Danos agua que beber». Él les respondió: «¿Por qué os querelláis contra mí?, ¿por qué tentáis al Señor?». 3Pero el pueblo, sediento, murmuró contra Moisés, diciendo: «¿Por qué nos has sacado de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?». 4Clamó Moisés al Señor y dijo: «¿Qué puedo hacer con este pueblo? Por poco me apedrean». 5Respondió el Señor a Moisés: «Pasa al frente del pueblo y toma contigo algunos de los ancianos de Israel; empuña el bastón con el que golpeaste el Nilo y marcha. 6Yo estaré allí ante ti, junto a la roca de Horeb. Golpea la roca, y saldrá agua para que beba el pueblo». Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. 7Y llamó a aquel lugar Masá y Meribá, a causa de la querella de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo: «¿Está el Señor entre nosotros o no?».
Ez 2,9 – 3,3
9Vi entonces una mano extendida hacia mí, con un documento enrollado. 10Lo desenrolló ante mí: estaba escrito en el anverso y en el reverso; tenía escritas elegías, lamentos y ayes.
1Entonces me dijo: «Hijo de hombre, come lo que tienes ahí; cómete este volumen y vete a hablar a la casa de Israel». 2Abrí la boca y me dio a comer el volumen, 3diciéndome: «Hijo de hombre, alimenta tu vientre y sacia tus entrañas con este volumen que te doy». Lo comí y me supo en la boca dulce como la miel.
1 Jn 3,7-10
7Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo, como él es justo. 8Quien comete el pecado es del Diablo, pues el Diablo peca desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del Diablo. 9Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en él, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios. 10En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del Diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.
Mc 2,18-20
18Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?». 19Jesús les contesta: «¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar. 20Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán en aquel día.
Textos patrísticos
Máximo de Turín, Sermones
Le responde: «No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios»; es decir, no del pan terreno, no del alimento material, con el que engañaste a Adán, el primer hombre, sino de la palabra de Dios, en la que residen los alimentos de la vida celestial. Ahora bien, la palabra de Dios es Cristo, el Señor, como dice el evangelista: «En el principio era la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios». Por tanto, quien se alimenta de la palabra de Cristo no necesita comida terrena. Tampoco puede desear el pan mundano quien se sacia con el pan del Salvador. En efecto, el Señor tiene su propio pan, es más, el Salvador mismo es el pan, como enseñó a decir: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo». De este mismo pan dice también el profeta: «el pan fortalece el corazón del hombre».
Jerónimo, Comentario al evangelio de Mateo
El Señor respondió así porque su intención era vencer al diablo por la humildad y no por el poder. Observemos igualmente que si el Señor no hubiera comenzado por ayunar, el diablo no hubiera tenido ocasión de tentarlo, según estas palabras: «Hijo, si te llegas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba».
Catecismo de la Iglesia Católica
410 Tras la caída, el hombre no fue abandonado por Dios. Al contrario, Dios lo llama (cf. Gn 3,9) y le anuncia de modo misterioso la victoria sobre el mal y el levantamiento de su caída (cf. Gn 3,15). Este pasaje del Génesis ha sido llamado «Protoevangelio», por ser el primer anuncio del Mesías redentor, anuncio de un combate entre la serpiente y la Mujer, y de la victoria final de un descendiente de ésta.
411 La tradición cristiana ve en este pasaje un anuncio del «nuevo Adán» (cf. 1 Co 15,21-22.45) que, por su «obediencia hasta la muerte en la Cruz» (Flp 2,8) repara con sobreabundancia la desobediencia de Adán (cf. Rm 5,19-20). Por otra parte, numerosos Padres y doctores de la Iglesia ven en la mujer anunciada en el «protoevangelio» la madre de Cristo, María, como «nueva Eva». Ella ha sido la que, la primera y de una manera única, se benefició de la victoria sobre el pecado alcanzada por Cristo: fue preservada de toda mancha de pecado original (cf. Pío IX: Bula Ineffabilis Deus: DS 2803) y, durante toda su vida terrena, por una gracia especial de Dios, no cometió ninguna clase de pecado (cf. Concilio de Trento: DS 1573).
539 Los evangelistas indican el sentido salvífico de este acontecimiento misterioso. Jesús es el nuevo Adán que permaneció fiel allí donde el primero sucumbió a la tentación. Jesús cumplió perfectamente la vocación de Israel: al contrario de los que anteriormente provocaron a Dios durante cuarenta años por el desierto (cf. Sal 95, 10), Cristo se revela como el Siervo de Dios totalmente obediente a la voluntad divina. En esto Jesús es vencedor del diablo; él ha «atado al hombre fuerte» para despojarle de lo que se había apropiado (Mc 3, 27). La victoria de Jesús en el desierto sobre el Tentador es un anticipo de la victoria de la Pasión, suprema obediencia de su amor filial al Padre.
540 La tentación de Jesús manifiesta la manera que tiene de ser Mesías el Hijo de Dios, en oposición a la que le propone Satanás y a la que los hombres (cf Mt 16, 21-23) le quieren atribuir. Por eso Cristo ha vencido al Tentador en beneficio nuestro: «Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado» (Hb 4, 15). La Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días de la Gran Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto.
2119 La acción de tentar a Dios consiste en poner a prueba, de palabra o de obra, su bondad y su omnipotencia. Así es como Satán quería conseguir de Jesús que se arrojara del templo y obligase a Dios, mediante este gesto, a actuar (cf Lc 4, 9). Jesús le opone las palabras de Dios: “No tentaréis al Señor, tu Dios” (Dt 6, 16). El reto que contiene este tentar a Dios lesiona el respeto y la confianza que debemos a nuestro Creador y Señor. Incluye siempre una duda respecto a su amor, su providencia y su poder (cf 1 Co 10, 9; Ex 17, 2-7; Sal 95, 9).
Reflexiones en torno al texto
La tentación en los primeros padres
Jesús y Adán
«No solo de pan vive el hombre»
«No tentarás al Señor tu Dios»
«Sólo a Él darás culto»
Mt 3 Comienzo del Ministerio de Jesús I
Texto evangélico Mt 3
1Por aquellos días, Juan el Bautista se presenta en el desierto de Judea, predicando: 2«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos». 3Este es el que anunció el profeta Isaías diciendo: «Voz del que grita en el desierto: | “Preparad el camino del Señor, | allanad sus senderos”». 4Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. 5Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y de la comarca del Jordán; 6confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán. 7Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: «¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? 8Dad el fruto que pide la conversión. 9Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Tenemos por padre a Abrahán”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. 10Ya toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego. 11Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. 12Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga». 13Por entonces viene Jesús desde Galilea al Jordán y se presenta a Juan para que lo bautice. 14Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: «Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?». 15Jesús le contestó: «Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia». Entonces Juan se lo permitió. 16Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. 17Y vino una voz de los cielos que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco».
Otras referencias bíblicas
Primera lectura de la Fiesta del Bautismo del Señor A: Is 42, 1-7
1Mirad a mi siervo, | a quien sostengo; | mi elegido, | en quien me complazco. | He puesto mi espíritu sobre él, | manifestará la justicia a las naciones. 2No gritará, no clamará, | no voceará por las calles. 3La caña cascada no la quebrará, | la mecha vacilante no la apagará. | Manifestará la justicia con verdad. 4No vacilará ni se quebrará, | hasta implantar la justicia en el país. | En su ley esperan las islas. 5Esto dice el Señor, Dios, | que crea y despliega los cielos, | consolidó la tierra con su vegetación, | da el respiro al pueblo que la habita | y el aliento a quienes caminan por ella: 6«Yo, el Señor, | te he llamado en mi justicia, | te cogí de la mano, te formé | e hice de ti alianza de un pueblo | y luz de las naciones, 7para que abras los ojos de los ciegos, | saques a los cautivos de la cárcel, | de la prisión a los que habitan en tinieblas.
Segunda lectura de la Fiesta del Bautismo del Señor A: Hch 10, 34-38
34Pedro tomó la palabra y dijo: «Ahora comprendo con toda verdad que Dios no hace acepción de personas, 35sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. 36Envió su palabra a los hijos de Israel, anunciando la Buena Nueva de la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos. 37Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. 38Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Textos patrísticos
Cirilo de Alejandría, Fragmentos sobre el Ev. de Mateo
Los antiguos, antes de Cristo, retenían en el agua a los que bautizaban hasta que confesaran sus propios pecados, pero Cristo, siendo impecable, enseguida salió (del agua), porque ni siquiera fue bautizado como uno que hace penitencia, sino como el que purifica de los pecados y el que santifica las aguas.
Teodoro de Mopsuestia, Fragmentos sobre el Ev. de Mateo
Todo lo que hizo Él por nosotros es simbolizado en su bautismo. Porque igual que murió y resucitó, así también nosotros vamos a hacerlo, y de esta manera, de forma alegórica, pasamos por medio del bautismo de la vida presente a la futura, donde necesariamente nos estableceremos.
Catecismo de la Iglesia Católica
536 El bautismo de Jesús es, por su parte, la aceptación y la inauguración de su misión de Siervo doliente. Se deja contar entre los pecadores (cf. Is 53, 12); es ya «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1, 29); anticipa ya el «bautismo» de su muerte sangrienta (cf Mc 10, 38; Lc 12, 50). Viene ya a «cumplir toda justicia» (Mt 3, 15), es decir, se somete enteramente a la voluntad de su Padre: por amor acepta el bautismo de muerte para la remisión de nuestros pecados (cf. Mt 26, 39). A esta aceptación responde la voz del Padre que pone toda su complacencia en su Hijo (cf. Lc 3, 22; Is 42, 1). El Espíritu que Jesús posee en plenitud desde su concepción viene a «posarse» sobre él (Jn 1, 32-33; cf. Is 11, 2). De él manará este Espíritu para toda la humanidad. En su bautismo, «se abrieron los cielos» (Mt 3, 16) que el pecado de Adán había cerrado; y las aguas fueron santificadas por el descenso de Jesús y del Espíritu como preludio de la nueva creación.
1224 Nuestro Señor se sometió voluntariamente al Bautismo de san Juan, destinado a los pecadores, para «cumplir toda justicia» (Mt 3,15). Este gesto de Jesús es una manifestación de su «anonadamiento» (Flp 2,7). El Espíritu que se cernía sobre las aguas de la primera creación desciende entonces sobre Cristo, como preludio de la nueva creación, y el Padre manifiesta a Jesús como su «Hijo amado» (Mt 3,16-17).
1225 En su Pascua, Cristo abrió a todos los hombres las fuentes del Bautismo. En efecto, había hablado ya de su pasión que iba a sufrir en Jerusalén como de un «Bautismo» con que debía ser bautizado (Mc 10,38; cf Lc 12,50). La sangre y el agua que brotaron del costado traspasado de Jesús crucificado (cf. Jn 19,34) son figuras del Bautismo y de la Eucaristía, sacramentos de la vida nueva (cf 1 Jn 5,6-8): desde entonces, es posible «nacer del agua y del Espíritu» para entrar en el Reino de Dios (Jn 3,5).
«Considera dónde eres bautizado, de dónde viene el Bautismo: de la cruz de Cristo, de la muerte de Cristo. Ahí está todo el misterio: Él padeció por ti. En él eres rescatado, en él eres salvado. (San Ambrosio, De sacramentis 2, 2, 6).
1263 Por el Bautismo, todos los pecados son perdonados, el pecado original y todos los pecados personales así como todas las penas del pecado (cf DS 1316). En efecto, en los que han sido regenerados no permanece nada que les impida entrar en el Reino de Dios, ni el pecado de Adán, ni el pecado personal, ni las consecuencias del pecado, la más grave de las cuales es la separación de Dios.
1267 El Bautismo hace de nosotros miembros del Cuerpo de Cristo. «Por tanto […] somos miembros los unos de los otros» (Ef 4,25). El Bautismo incorpora a la Iglesia. De las fuentes bautismales nace el único pueblo de Dios de la Nueva Alianza que trasciende todos los límites naturales o humanos de las naciones, las culturas, las razas y los sexos: «Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo» (1 Co 12,13).
1268 Los bautizados vienen a ser «piedras vivas» para «edificación de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo» (1 P 2,5). Por el Bautismo participan del sacerdocio de Cristo, de su misión profética y real, son «linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz» (1 P 2,9). El Bautismo hace participar en el sacerdocio común de los fieles.
Reflexiones en torno al texto
Bautismo como Epifanía
Bautismo como Kénosis
Sumergidos en la Cruz de Cristo
Cuerpo de Cristo
Bautismo y Dedicación de Iglesias y Altares
Oración universal. Un motivo para la creatividad eucológica
Los formularios de las oraciones de las misas están contenidos en el misal y tienen mayor o menos flexibilidad dependiendo lo que se esté celebrando. Por ejemplo, existen diferentes formularios para las exequias, memorias de mártires, etc. pero solo hay un formulario para la misa del día de Navidad. En ocasiones se permite cambiar el formulario que toca en ese día por una misa votiva o por diversas necesidades. Todos estos formularios están contenidos en el misal.
Pero la oración universal u oración de los fieles no está desarrollada en el misal. Tan solo se describen algunos criterios para confeccionarla. Existen ediciones más o menos oficiales -como las de la conferencia episcopal- que pretenden cubrir esa laguna.
¿Laguna? ¿o posibilidad para la creatividad litúrgica? La oración universal es una posibilidad preciosa -en su doble sentido de apreciada y bonita- de aportar un modesto y humilde texto a la liturgia. Tanto en la invitación del sacerdote, como en las intenciones de la oración, pero sobre todo en la oración conclusiva tenemos la posibilidad de recoger la temática de las lecturas o de la celebración y hacerla oración.
Es necesario familiarizarse con la forma que tienen las oraciones colectas del rito romano para poder hacer una buena oración conclusiva. La oración universal hace oración nuestra respuesta a los que Dios nos ha revelado en las lecturas. Un ejemplo en paralelo es el salmo responsorial: a lo que Dios nos revela y nos pide en la primera lectura nosotros respondemos haciendo nuestra la oración de un salmo. Tomamos de la misma palabra de Dios para responderle. Así también la oración universal es la respuesta conclusiva a toda la liturgia de la palabra: lecturas, salmo y homilía. Y por ello, se inspira en la palabra proclamada y en la explicación que se ha hecho de ella.
Por ello es una labor interesante que una comunidad cristiana elabore la oración de los fieles, pero es igualmente interesante para los sacerdotes elaborar una buena oración conclusiva que haga oración el contenido de la homilía.
Ofrecemos a continuación algunos formularios completos y algunas oraciones conclusivas, esperando poder recibir más. Es una modesta y humilde aportación a la oración de la Iglesia.

El convento de San José de Ávila
Un día como hoy…
…en 1562, cuatro religiosas del convento de la Encarnación se trasladan al convento de San José junto a Santa Teresa. Se inaugura así este convento y con él la reforma teresiana.
Historia del Convento de San José
El convento de San José de Ávila fue el primero de los que fundó Teresa de Jesús dentro de la reforma del carmelo. Las carmelitas se convertían en descalzas para seguir la primitiva regla de la orden que implicaba más pobreza y entrega a la clausura.
Teresa de Jesús era monja del convento de la Encarnación de Ávila donde comenzó a tener revelaciones donde se la mostraba el nuevo camino que implicaba una gran reforma. Comienza a sopesar la posibilidad de fundar una casa en la misma ciudad gracias a la ayuda de Guiomar de Ulloa, que insiste en hacer la fundación, y al apoyo del padre provincial que ve con buenos ojos la nueva casa.
Cuando se hace pública la intención de Teresa de Jesús la ciudad de Ávila muestra su descontento ante la idea y empieza a sufrir el rechazo de los vecinos y de las respectivas autoridades, incluidas las religiosas, que poco antes le habían dado consentimiento.
Las dos mujeres, Guiomar de Ulloa y Teresa de Jesús, piden bula papal para acreditar la creación del nuevo convento y mientras llega empiezan a construir. Un hermano de Santa Teresa compra una pequeña casa para levantarla como convento aunque públicamente cuentan que es para uso personal. La propia Teresa de Jesús controla y supervisa las obras del interior ya que el exterior no se modifica mientras no lleguen los permisos papales.
Tras mucho revuelo, el 7 de febrero de 1562 llega a manos de Teresa de Jesús la bula del papa Pío IV que autoriza la fundación del convento.
Se terminan las obras del interior de una casa pequeña y estrecha con una capilla y coro en el que apenas caben las cinco religiosas que se instalarán en ella.
Oficialmente el convento queda inaugurado el 24 de agosto de 1562. Se trasladan a él cuatro religiosas de la Encarnación de Ávila y la propia Teresa de Jesús.
Con los años el convento se fue ampliando con la compra de las casas anexas y se hicieron importantes reformas, especialmente en el siglo XVII.
En la actualidad, el convento sigue estando habitado por religiosas de la orden de carmelitas descalzas que mantienen el espíritu religioso de su fundadora y renovadora de la orden.
Fuente: pares.mcu.es
Ordinario de la Misa en Rito hispano-mozárabe
RITOS INICIALES
1. El sacerdote y los ministros se dirigen al altar, mientras la schola entona el canto de entrada [el diácono puede llevar solemnemente el Evangeliario y depositarlo sobre el altar].
Praelegendum
2. El sacerdote, inclinado ante el altar, ora en silencio o recita una plegaria sacerdotal.
El sacerdote besa el altar en silencio y, mientras se canta el gloria, inciensa la cruz, el el altar, los ministros y el pueblo.
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres
que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria
te alabamos, te bendecimos,
te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre,
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque solo tú eres Santo, solo tú Señor,
solo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
6. Después del «Gloria a Dios en el cielo» el sacerdote, con las manos extendidas, recita la oración después del Gloria.
Oratio post gloriam
LITURGIA DE LA PALABRA
7. El sacerdote [extendiendo las manos] saluda al pueblo diciendo:
Dominus sit semper vobiscum
El Señor esté siempre con vosotros
El pueblo responde:
Et cum spiritu tuo
Y con tu espíritu
[Se puede introducir brevemente la celebración invitando a escuchar con atención y silencio la Palabra de Dios].
8. [Todos se sientan] El lector [sube al ambón y] lee la Profecía:
Prophetia
9. El coro, terminada la Profecía, canta el responsorio:
Psallendum
11. El lector lee el Apóstol:
Apostolus
12. El diácono [toma el Evangeliario del altar] se dirige al ambón, acompañado por los ministros con incienso y cirios encendidos [y otros signos autorizados por la costumbre, mientras los fieles aclaman]:

El diácono dice [con las manos juntas]:
El Señor esté siempre con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
13. [Todos se disponen a escuchar el Evangelio vueltos hacia el ambón] El diácono inciensa el libro y proclama el Evangelio:
Evangelium
14. A continuación se tiene la homilía.
15. Terminada la homilía, la schola canta los «laudes».
Laudes
PREPARACIÓN DE LAS OFRENDAS
16. El coro entona el «sacrificium»; mientras [se prepara el altar], los fieles [precedidos eventualmente de incienso, cruz y cirios encendidos] llevan las ofrendas al altar [puede recibirlas el diácono o el sacerdote].
Sacrificium
17. El diácono extiende el corporal sobre el altar y coloca sobre él la patena con el pan. Echa vino y un poco de agua en el cáliz y lo coloca igualmente sobre el corporal [puede cubrir los dones con un velo]. El sacerdote dice en secreto la siguiente oración:
Mira con rostro complacido,
Dios omnipotente y eterno,
esta oblación de pan y vino
que nosotros, indignos siervos tuyos,
colocamos sobre tu altar;
y recibe nuestra propia vida
como sacrificio agradable a ti
para que, renovados por tu gracia,
te glorifiquemos con nuestras alabanzas.
18. El sacerdote puede incensar las ofrendas y el altar. Se lava las manos en silencio junto al altar y vuelve con los diáconos a la sede.
[La asamblea, puesta en pie, recibe la incensación]
INTERCESIONES SOLEMNES
19. El sacerdote, de pie, desde la sede, exhorta al pueblo:
Oratio admonitionis
(1ª oración)
20. El sacerdote [con las manos juntas] exhorta al pueblo a la oración diciendo:
Oremos.
Y la schola aclama Hágios [seguido por toda la asamblea]:
Hágios, Hágios, Hágios,
Domine Deus, Rex aeterne:
Tibi laudes et gratias.
Hágios, Hágios, Hágios,
Señor Dios, Rey eterno.
A ti nuestra alabanza,
a ti nuestra acción de gracias.

21. El diácono recita el Díptico por la Iglesia:
I. Tengamos presente en nuestras oraciones
a la Iglesia santa y católica;
el Señor la haga crecer en la fe,
la esperanza y la caridad.
R/. Concédelo, Dios eterno y todopoderoso.

Otro diácono dice:
II. Recordemos a los pecadores, los cautivos,
los enfermos y los emigrantes:
el Señor los mire con bondad,
los libre, los sane y los conforte.
R/. Concédelo, Dios eterno y todopoderoso.

22. El sacerdote [con las manos extendidas] dice la Oración entre los Dípticos:
Alia
(2ª oración)
23. Prosigue el diácono:
III. Ofrecen este sacrificio al Señor Dios
nuestros sacerdotes: Francisco, el Papa de Roma, nuestro pastor, Fernando, Obispo de Zamora, y todos los demás Obispos,
por sí mismos y por todo el clero,
por las Iglesias que tienen encomendadas
y por la Iglesia universal.
R/. Lo ofrecen por sí mismos
y por la Iglesia universal.

Otro diácono dice:
IV. Lo ofrecen igualmente
todos los presbíteros, diáconos
y ministros y los fieles presentes,
en honor de los Santos,
por sí mismos y por los suyos.
R/. Lo ofrecen por sí mismos
y por la Iglesia universal.

El primer diácono dice:
V. En memoria de los santos apóstoles y mártires,
de la gloriosa siempre Virgen María,
de su esposo José, de Zacarías, Juan,
los Inocentes, Esteban, Pedro y Pablo,
Juan, Santiago, Andrés, Acisclo, Torcuato, Fructuoso, [Pelayo, Jorge] Félix, Vicente,
Eulogio, Justo y Pastor, Justa y Rufina,
Eulalia (de Mérida), Eulalia (de Barcelona), Leocadia.
R/. Y de todos los Mártires.

El segundo diácono dice:
VI. En memoria igualmente
de los confesores [de la fe]:
Hilario, Atanasio, Martín, Ambrosio,
Agustín, Fulgencio, Leandro, Isidoro,
Braulio, Eugenio, Ildefonso, Julián, Atilano
R/. Y de todos los Confesores.

El primer diácono dice:
VII. Lo ofrece la Iglesia de Dios, santa y católica,
por las almas de todos los fieles difuntos [N],
que Dios se digne en su bondad admitirlos en
el coro de los elegidos.
R/. Concédelo, Dios eterno y todopoderoso.

24. Concluye el sacerdote con la Oración después de los Dípticos:
Post nomina
(3ª oración)
RITO DE LA PAZ
25. [El diácono retira el velo que cubre las ofrendas] El celebrante principal dice la oración:
Ad pacem
(4ª oración)
26. El sacerdote extiende las manos sobre el pueblo y dice:
La gracia de Dios, Padre todopoderoso,
la paz y el amor de nuestro Señor Jesucristo
y la comunión con el Espíritu Santo
estén siempre con todos vosotros.
R/. Y con los hombres de buena voluntad.
27. El diácono se dirige al pueblo y dice:
Daos la paz los unos a los otros.
28. Mientras el sacerdote con los ministros y los fieles entre sí se dan el saludo de la paz, entona la schola el canto de la paz:
Cantus ad pacem
Pacem meam do vobis, pacem meam comméndo vobis. Non sicut mundus dat pacem, do vobis.
Mi paz os dejo, mi paz os doy. No os doy la paz como la da el mundo.
V/. Novum mandátum do vobis ut diligátis vos ínvicem.
Un mandamiento nuevo os doy que os améis los unos a los otros.
V/. Glória et honor Patri et Fílio et Spirítui Sancto, in sæcula sæculórum. Amen.
Gloria y honor al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén

PLEGARIA EUCARÍSTICA
29. El sacerdote [precedido de los presbíteros y de los ministros con incensarios humeantes] se acerca al altar y [vuelto hacia Oriente] dice:
Me acercaré al altar de Dios.
Todos responden:
R/. A Dios, que es nuestra alegría.
El diácono dice:
Oídos atentos al Señor.
Todos responden:
R/. Toda nuestra atención hacia el Señor.
El sacerdote, extendiendo [y levantando] las manos, prosigue:
Levantemos el corazón.
Todos responden:
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
El sacerdote dice [reverentemente y juntando las manos]:
A Dios y a nuestro Señor Jesucristo,
Hijo de Dios, que está en el cielo,
demos debidas gracias y alabanzas.
Todos responden:
R/. Es justo y necesario.
30. El sacerdote, con las manos extendidas, dice o canta:
Illatio
(5ª oración)
31. Todos cantan:
Sanctus, Sanctus, Sanctus, Dóminus Deus Sábaoth.
Pleni sunt cæli et terra glóriae maiestátis tuæ.
Hosánna Fílio David.
Benedíctus qui venit in nómine Dómini.
Hosánna in excélsis.
Hágios, Hágios, Hágios, Kýrie, o Theós.
Santo, Santo, Santo, Señor Dios del universo,
llenos están el cielo y la tierra
de tu majestad gloriosa.
Hosanna al Hijo de David.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Hágios, Hágios, Hágios, Kyrie, o Theos.

[Según la costumbre todos se arrodillan]
32. El sacerdote, con las manos extendidas, dice o canta la oración:
Post sanctus
(6ª oración)
33. En inmediata conexión con su final prosigue:
El cual, la víspera de su pasión, tomó pan,
Toma la patena con el pan y, elevando los ojos, continúa:
dio gracias, pronunció la bendición,
lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Accípite et manducáte:
Hoc est Corpus meum
quod pro vobis tradétur.
Quotiescúmque manducavéritis,
hoc fácite in meam commemoratiónem.
Tomad y comed: Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros. Cuantas veces lo comáis, hacedlo en memoria mía.
Todos responden:
Amén.
Deja la patena sobre el altar. Toma el cáliz y prosigue:
Lo mismo hizo con el cáliz, al final de la cena, diciendo:
Hic est calix novi testaménti in meo Sánguine, qui pro vobis et pro multis effundétur in remissiónem peccatórum. Quotiescúmque bibéritis, hoc fácite in meam commemoratiónem.
Este es el cáliz de la nueva alianza en mi Sangre,que será derramada por vosotros y por todos los hombres en remisión de los pecados.Cuantas veces lo bebáis,hacedlo en memoria mía.
Todos responden:
Amén.
Deja el cáliz sobre el altar y, con las manos extendidas, dice:
Cuantas veces comáis este pan
y bebáis este cáliz,
anunciaréis la muerte del Señor
hasta que venga glorioso desde el cielo.
Todos aclaman:
¡Así lo creemos, Señor Jesús!

34. El sacerdote, con las manos extendidas, dice o canta la oración:
Post pridie
(6ª oración bis)
RITO DE LA COMUNIÓN
36.El sacerdote [con las manos juntas] exhorta al pueblo diciendo:
Profesemos con los labios la fe que llevamos en el corazón.
Todos proclaman:
Creemos en un solo Dios Padre todopoderoso,
hacedor del cielo y de la tierra,
creador de todo lo visible y lo invisible.
Y en un solo Señor nuestro Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos.
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
nacido, no hecho, omoúsion con el Padre,
es decir, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho,
en el cielo y en la tierra.
Que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
[Nos inclinamos profundamente en adoración y confesamos]
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue sepultado, resucitó al tercer día,
subió al cielo,
está sentado a la derecha
de Dios Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Y en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
ha de ser adorado y glorificado,
y que habló por los profetas.
Y en la Iglesia
que es una, santa, católica y apostólica.
Confesamos que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados,
esperamos la resurrección de los muertos,
y la vida del mundo futuro.
Amén.
37. El coro entona:
Cantus ad confractionem
Durante el canto, el sacerdote parte el pan consagrado y, mientras coloca las partículas en forma de cruz sobre la patena, va evocando los misterios de Cristo que se celebran en el año litúrgico:

38. El sacerdote dice con las manos juntas:
Oremos.
A continuación recita la introducción al Padre nuestro:
Ad orationem dominicam
(7ª oración)
39. El sacerdote prosigue sin interrupción, con las manos extendidas. [El pueblo puede orar de la misma manera]
Pater noster qui es in caelis;
sanctificétur nomen tuum.
R/. Amen.
Advéniat regnum tuum.
R/. Amen
Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
R/. Amen.
Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie.
R/. Amen.
Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris.
R/. Amen.
Et ne nos indúcas in tentatiónem.
R/. Amen.
Sed líberanos a malo.
R/. Amen.
Prosigue el sacerdote:
Libres del mal, confirmados siempre en el bien,
podamos servirte, Dios y Señor nuestro.
Pon término, Señor, a nuestros pecados,
alegra a los afligidos,
redime a los cautivos,
sana a los enfermos
y da el descanso a los difuntos.
Concede paz y seguridad a nuestros días,
quebranta la audacia de nuestros enemigos
y escucha, oh Dios, las oraciones de tus siervos,
de todos los fieles cristianos,
en este día y en todo tiempo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por todos los siglos de los siglos.
R/. Amén.
40. El sacerdote eleva un poco la patena y el cáliz, mostrándolos al pueblo, y dice:
Sancta sanctis.
Lo santo para los santos
Según la costumbre, puede cantarse:
Hágios, Hágios, Hágios,
solo Tú eres Santo,
solo Tú, Señor,
solo Tú, Santísimo.

41. Deposita sobre el altar la patena y el cáliz y, tomando la partícula -regnum- la deja caer en el cáliz, diciendo en voz baja:
Y la conjunción del Cuerpo y de la Sangre
de nuestro Señor Jesucristo
sea causa de perdón para nosotros,
que la tomamos y bebemos,
y de eterno descanso para los fieles difuntos.
[También puede mostrar la partícula regnum ya sobre el cáliz]
42. El diácono se dirige al pueblo y dice:
Inclinaos para recibir la bendición.
Todos responden:
Demos gracias a Dios.
El sacerdote dice:
El Señor esté siempre con vosotros.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Y el sacerdote, extendiendo las manos sobre el pueblo, imparte la bendición.
Benedictio
43. Antes de comulgar, el sacerdote dice en secreto una oración:
La comunión de este sacramento, Señor,
limpie las manchas de mis pecados
y me haga digno de cumplir el ministerio
que tengo encomendado;
encuentre en él, ayudado por ti,
apoyo en mi debilidad, santidad de vida
y gozo perpetuo en la compañía de tus Santos.
Recibe el sacramento del Cuerpo y la Sangre del Señor y lo da a continuación al diácono.
[Después, los presbíteros reciben el sacramento del Cuerpo y la Sangre del Señor]
44. El sacerdote distribuye a los fieles el sacramento del Cuerpo del Señor, diciendo a cada uno:
El Cuerpo de Cristo sea tu salvación.
[Cada uno puede responder:
Amén.]
El diácono da a beber del cáliz diciendo:
La Sangre de Cristo permanezca contigo
como verdadera redención.
[Cada uno puede responder:
Amén.]
Durante la distribución de la comunión, se canta:
Cantus ad accedentes
Gustáte et vidéte quam suávis est Dóminus,
allelúia, allelúia, allelúia.
Gustad y ved qué bueno es el Señor. Aleluya, aleluya, aleluya
V/. Benedícam Dóminum in omni témpore,
semper laus eius in ore meo.
R/. Allelúia, allelúia, allelúia.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca. Aleluya, aleluya, aleluya.
V/. Redímet Dóminus ánimas servórum suórum,
et non relínquet omnes qui sperant in eum.
R/. Allelúia, allelúia, allelúia.
El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a Él. Aleluya, aleluya, aleluya.
V/. Glória et honor Patri et Fílio et Spirítui Sancto
in sæcula sæculórum. Amen.
R/. Allelúia, allelúia, allelúia.
Gloria y honor al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya, aleluya, aleluya.
45. Terminada la distribución de la comunión, la schola entona [en pie] la antífona:
Antiphona post communionem
Refécti Christi córpore et sánguine,
te laudámus, Dómine.
Alimentados con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, te alabamos, Señor.
R/. Allelúia, allelúia, allelúia.
46. El sacerdote, de pie, recita [con las manos extendidas] la oración final
Completuriae
[Se dan los oportunos avisos, si los hubiere]
CONCLUSIÓN
47. El sacerdote saluda al pueblo diciendo:
El Señor esté siempre con vosotros.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
[Statio mariana]
El diácono dice:
Nuestra celebración ha terminado.
En nombre de nuestro Señor Jesucristo,
Dios acepte nuestros deseos y plegarias en paz.
Todos responden:
Demos gracias a Dios.
El sacerdote [con el diácono] besa el altar y, hecha la debida reverencia con los ministros, se retira.
San Pío V
Celebramos San Pío V. El Papa que tuvo que poner el marcha el Concilio de Trento, potenciar la evangelización de América y frenar el avance de los turcos y la progresiva protestantización del norte de Europa.
Antonio Ghislieri nació el 17 de enero de 1504 recibiendo el nombre del santo del día, Antonio Abad. Profesó en la Orden de Predicadores en 1521 a los diecisiete años a de edad en Vigevano con el nombre de Miguel. Formado en Bolonia fue lector de filosofía y teología en Pavía. Julio III lo designa en 1551 Comisario General del Santo Oficio; Pablo IV lo nombre en 1556 obispo de Sutri y Nepi, en 1557 Cardenal y en 1560 lo traslada a Mondovi.
Elegido Papa en 7 de enero de 1566, fue coronado el día que cumplía 62 años de edad, el 17 de enero. Llevó a la Curia Romana el estilo monástico de la Orden de Predicadores y continuó con la obra de su predecesor que había concluido el Concilio de Trento. Pío V promulgó el Catecismo Romano (1566), el Breviario Romano (1568) y el Misal (1570).
Los dos grandes peligros de su pontificado lo constituyeron el avance de los turcos vencidos por la Liga Santa (coalición política entre España, Venecia y la Santa Sede) y el auge del protestantismo al que hubo de contestar, por ejemplo, con la excomunión de Isabel I de Inglaterra. Contra el protestantismo y en favor de la evangelización de América crea dos congregaciones de cardenales, germen de la posterior Sagrada Congregación De Propaganda Fidei (1622).
Reflexiones Cuaresma 2023
En el archivo que se adjunta están las reflexiones para el Miércoles de Ceniza y los cinco domingos de Cuaresma (ciclo A) que han servido de editorial a la publicación Liturgia Dominical.
La Cena del Cordero
A continuación presentamos los temas del ciclo de conferencias ‘Liturgia y Espiritualidad’ que se imparte en el Centro Teológico San Agustín del Real Centro Universitario María Cristina de El Escorial.
Mt 4, 1-11 Comienzo del Ministerio de Jesús II
Texto evangélico Mt 4, 1-11 1Entonces Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. 2Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. 3El tentador se le acercó y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes». 4Pero él le…
La restauración del diaconado permanente
El 18 de junio de 1967, el Papa Pablo VI firma el documento por el que se restaura el ministerio del diaconado permanente. Un ministerio de origen apostólico vinculado al servicio de los obispos en las tareas de la caridad, la predicación y la iniciación cristiana.
ESTRACTO DE LA CARTA APOSTÓLICA DADA MOTU PROPRIO
SACRUM DIACONATUS ORDINEM
–Documento completo–
Desde los primeros días de los Apóstoles, la Iglesia Católica ha tenido en gran veneración el orden sagrado del diaconado, como lo atestigua el mismo Apóstol de los gentiles. Expresamente envía su saludo a los diáconos junto con los obispos e instruye a Timoteo (cf. Flp 1,1) qué virtudes y cualidades deben buscarse en ellos para que sean considerados dignos de su ministerio (cf. 1 Tim 3,8-13).
Además, el Concilio Ecuménico Vaticano II, siguiendo esta antiquísima tradición, hizo mención honrosa del diaconado en la Constitución que comienza con las palabras «Lumen Gentium», donde, después de ocuparse de los obispos y de los presbíteros, elogió también la tercera rango de las órdenes sagradas, explicando su dignidad y enumerando sus funciones.
En efecto, reconociendo claramente, por un lado, que «estas funciones muy necesarias a la vida de la Iglesia, en la actual disciplina de la Iglesia latina, podrían desempeñarse con dificultad en muchas regiones», y, por otro lado, deseando hacer más adecuado disposición en un asunto de tanta importancia decretó sabiamente que «el diaconado en el futuro podría ser restaurado como un rango particular y permanente de la jerarquía» (cf. AAS 57 [1965] 36).
Aunque algunas funciones de los diáconos, especialmente en los países de misión, se acostumbran a confiar a los laicos, sin embargo, es «beneficioso que aquellos que desempeñan un ministerio verdaderamente diaconal sean fortalecidos por la imposición de manos, una tradición que se remonta a los Apóstoles». , y estar más íntimamente unidos al altar, a fin de que ejerzan más eficazmente su ministerio por la gracia sacramental del diaconado» (cf. Ad Gentes 16). Ciertamente así se manifestará con la mayor claridad la peculiaridad de este orden. No debe considerarse como un mero paso hacia el sacerdocio, sino que está tan adornado con su propio carácter indeleble y su propia gracia especial para que aquellos que son llamados a él «puedan servir permanentemente a los misterios de Cristo y de la Iglesia» (AAS 57 [1965] 46).
Mt 3 Comienzo del Ministerio de Jesús I
Texto evangélico Mt 3 1Por aquellos días, Juan el Bautista se presenta en el desierto de Judea, predicando: 2«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos». 3Este es el que anunció el profeta Isaías diciendo: «Voz del que grita en el desierto: | “Preparad el camino del Señor, | allanad sus senderos”». 4Juan llevaba un vestido de…
Oración universal. Un motivo para la creatividad eucológica
Los formularios de las oraciones de las misas están contenidos en el misal y tienen mayor o menos flexibilidad dependiendo lo que se esté celebrando. Por ejemplo, existen diferentes formularios para las exequias, memorias de mártires, etc. pero solo hay un formulario para la misa del día de Navidad. En ocasiones se permite cambiar el…
El convento de San José de Ávila
Un día como hoy… …en 1562, cuatro religiosas del convento de la Encarnación se trasladan al convento de San José junto a Santa Teresa. Se inaugura así este convento y con él la reforma teresiana. Historia del Convento de San José El convento de San José de Ávila fue el primero de los que fundó…
Las letanías mayores de San Marcos
En muchos lugares el día de San Marcos, 25 de abril, se celebran procesiones y bendiciones de campos, pidiendo la protección de los campos. Éstas no son consecuencia primeramente del patronazgo del santo evangelista, sino una cristianización de celebraciones paganas en las que se daba culto a la deidad Róbigo, responsable de la roya del trigo (un hongo que puede echar a perder la cosecha).
Las letanías mayores tienen origen en la fiesta pagana que se celebraba en Roma el 25 de abril llamada fiesta de las Robigalia, y ésta consistía principalmente en una procesión, que, saliendo de la ciudad por la puerta Flaminia, se encaminaba al puente Milvio, para terminar en un Templo suburbano, sito a la Vía Claudia, y allí se inmolaba una oveja en honor de un dios o de una diosa Robigo. Así que la Letanía Mayor no consistió sino en sustituir con una ceremonia cristiana la anterior pagana. El recorrido de la procesión lo conocemos por una convocatoria de San Gregorio Magno, siendo casi el mismo que el de la procesión pagana. Todos los fieles cristianos de Roma iban a la Iglesia de San Lorenzo in Lucina, la más próxima a la puerta Flaminia. La procesión salía por esa misma puerta, hacía estación en San Valentín, atravesaba por el puente Milvio, y de allí torcía a la izquierda en dirección al Vaticano. Después de detenerse junto a una cruz, entraba en la Basílica de San Pedro, en donde se celebraban los Divinos Misterios. Estas letanías se rezaban en toda la Iglesia para ahuyentar los malos temporales y atraer las bendiciones de Dios sobre las mieses. «Dígnate, Señor, conservar y dar los frutos de la tierra; te rogamos, Señor que nos oigas» canta la Iglesia al recorrer procesionalmente los campos.