Misa de San Agustín

27 de Agosto de 2021; 20.00h
Iglesia de San Cipriano de Zamora
Misa de San Agustín

(trasladada del 28 de agosto)

Organiza
Comisión para el Rito Hispano-Mozárabe en Zamora
Canto

Schola Cantorum de Zamora

RITOS INICIALES

1. El sacerdote y los ministros se dirigen al altar, mientras la schola entona el canto de entrada [el diácono puede llevar solemnemente el Evangeliario y depositarlo sobre el altar].

Praelegendum

Per gloriam nominis tui, Christe, Fili Dei vivi; et per intercessionem Sanctæ Mariæ Virginis et Beati Iacobi et omnium Sanctorum tuorum, auxiliare et miserere indignis servis tuis; et esto in medio nostri, Deus noster, qui vivis et regnas in sæcula sæculorum.
Deo gratias.


Por la gloria de tu nombre, Cristo, Hijo de Dios vivo, y por la intercesión de la Santa Virgen María, de Santiago y de todos tus santos, ayuda y ten piedad de tus indignos siervos; y quédate en medio de nosotros, Dios nuestro, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Gracias a Dios.

2. El sacerdote, inclinado ante el altar, ora en silencio o recita una plegaria sacerdotal.

El sacerdote besa el altar en silencio y, mientras se canta el gloria, inciensa la cruz, el el altar, los ministros y el pueblo.
Texto en castellano

Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres
que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria
te alabamos, te bendecimos, 
te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso. 
Señor, Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre, 
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; 
porque solo tú eres Santo, solo tú Señor,
solo tú Altísimo, Jesucristo, 
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.

6. Después del «Gloria a Dios en el cielo» el sacerdote, con las manos extendidas, recita la oración después del Gloria. 

Oratio post gloriam

  LITURGIA DE LA PALABRA

7. El sacerdote [extendiendo las manos] saluda al pueblo diciendo:

Dominus sit semper vobiscum
El Señor esté  siempre con vosotros


El pueblo responde: 

Et cum spiritu tuo 
Y con tu espíritu


[Se puede introducir brevemente la celebración invitando a escuchar con atención y silencio la Palabra de Dios].

8. [Todos se sientan] El lector [sube al ambón y] lee la Profecía:

Prophetia

Lectura del libro del Eclesiástico (31, 8-11)
R/. Demos gracias a Dios.

Esto dice el Señor:
Dichoso el rico de conducta intachable que no corre tras el oro. 
¿Quién es? Le felicitaremos, pues ha hecho maravillas en su pueblo.
¿Quién sufrió esta prueba y fue hallado perfecto? Será para él un título de gloria.
¿Quién pudo transgredir la ley y no la transgredió, hacer mal y no lo hizo? Sus bienes se consolidarán, y la asamblea proclamará su bondad.


Al final de la lectura, todos responden:

Amén.

9. El coro, terminada la Profecía, canta el responsorio:

Psallendum

V/. Bonum est confiteri Domino.
Bueno es dar gracias al Señor.
R/. Et psallere nomini tuo, Altissime.
Y salmodiar  tu nombre, Altísimo.

V/. Annuntiare mane misericordiam tuam, et veritatem tuam per noctem. R/.
Proclamaré tu misericordia por la mañana, y tu lealtad por la noche.

V/. In decachordo et psalterio, cum cantico in cithara. R/.
Al son del arpa de diez cuerdas y el salterio, con cánticos de cítara.

V/. Quia delectasti me, Domine, in factura tua, et in operibus manuum tuarum exsultabo. R/.
Pues con tus hechos, Señor, me regocijas, ante las obras de tus manos grito.

V/. Quam magnificata sunt opera tua, Domine: nimis profundae factae sunt cogitationes tuae. R/.
Qué grandes son tus obras, Señor, qué hondos tus pensamientos.

V/. Vir insipiens non cognoscet, et stultus non intelleget haec. R/.
El hombre estúpido no entiende, el insensato no comprende estas cosas.

V/. Iustus ut palma florebit, sicut cedrus Libani succrescet. R/.
Florece el justo como la palmera, crece como un cedro del Líbano.

V/. Plantati in domo Domini, in atriis Dei nostri florebunt. R/.
Plantados en la Casa de Yahveh, dan flores en los atrios del Dios nuestro.

V/. Adhuc fructus dabunt in senecta, úberes et bene virentes erunt. R/.
Todavía en la vejez producen fruto, se mantienen frescos y lozanos.

V/. Ut annuntient quoniam rectus Dominus, refugium meum, et non est iniquitas in eo. R/.
Para anunciar lo recto que es Yahveh: mi Roca, no hay falsedad en él.

11. El lector lee el Apóstol:

Apostolus

Epístola del apóstol san Pablo a los romanos. (Rom 10, 8-13)
R/. Demos gracias a Dios.

Hermanos
Esta es la palabra de la fe que anunciamos. Porque, si profesas con tus labios que Jesús es Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se profesa para alcanzar la salvación. Pues dice la Escritura: Nadie que crea en él quedará confundido.
En efecto, no hay distinción entre judío y griego, porque uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan, pues todo el que invoque el nombre del Señor será salvo.

Al final de la lectura, todos responden: 
Amén.

12. El diácono [toma el Evangeliario del altar] se dirige al ambón, acompañado por los ministros con incienso y cirios encendidos [y otros signos autorizados por la costumbre, mientras los fieles aclaman]:  

El diácono dice [con las manos juntas]:

El Señor esté siempre con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.

13. [Todos se disponen a escuchar el Evangelio vueltos hacia el ambón] El diácono inciensa el libro y proclama el Evangelio:

Evangelium

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (Mt 11, 25-30)
R/. Gloria a Ti, Señor.

En aquel tiempo:
Tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,  porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos,  y se las has revelado a los pequeños.  Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre,  y nadie conoce al Hijo más que el Padre,  y nadie conoce al Padre sino el Hijo  y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».


Al final de la lectura todos responden:
Amén. 

[El diácono puede elevar el Libro para la aclamación del pueblo]

14. A continuación se tiene la homilía.

15. Terminada la homilía, la schola canta los «laudes».

Laudes

Dicite in nationibus, alleluia. Dominus regnabit a ligno, alleluia. Et correxit orbem terrae, alleluia.
Que se diga entre las naciones, aleluya. El Señor es rey, aleluya. Y ha establecido el mundo con firmeza, aleluya, aleluya.
V/. Cantate Domino canticum novum, quia mirabilia fecit.
Cantaré al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.
Et correxit…
Y ha establecido…

PREPARACIÓN DE LAS OFRENDAS

16. El coro entona el «sacrificium»; mientras [se prepara el altar], los fieles [precedidos eventualmente de incienso, cruz y cirios encendidos] llevan las ofrendas al altar [puede recibirlas el diácono o el sacerdote].

Sacrificium

Pater, si non potest hic calix transire nisi bibam illum, fiat voluntas tua.
Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
V/. Deus, Deus meus, quare me dereliquisti? Longe a salute mea verba rugitus mei.
Pater…
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Estás lejos de mi clamor y mis gemidos.
Padre…
V/. Deus meus, clamo per diem, et non exaudis , et nocte, et non est requies mihi.
Pater…

Dios mío, te invoco de día, y no respondes, y de noche, y no encuentro descanso. Padre…
V/. In te speraverunt patres nostri, speraverunt, et liberasti eos.
Pater…

En ti esperaron nuestros padres, esperaron y tú los liberaste. Padre…

17. El diácono extiende el corporal sobre el altar y coloca sobre él la patena con el pan. Echa vino y un poco de agua en el cáliz y lo coloca igualmente sobre el corporal [puede cubrir los dones con un velo]. El sacerdote dice en secreto la siguiente oración:

Mira con rostro complacido,
Dios omnipotente y eterno,
esta oblación de pan y vino 
que nosotros, indignos siervos tuyos,
colocamos sobre tu altar;
y recibe nuestra propia vida
como sacrificio agradable a ti 
para que, renovados por tu gracia,
te glorifiquemos con nuestras alabanzas.


18. El sacerdote puede incensar las ofrendas y el altar. Se lava las manos en silencio junto al altar y vuelve con los diáconos a la sede.
[La asamblea, puesta en pie, recibe la incensación]

INTERCESIONES SOLEMNES

19. El sacerdote, de pie, desde la sede, exhorta al pueblo:

Oratio admonitionis
(1ª oración)

20. El sacerdote [con las manos juntas] exhorta al pueblo a la oración diciendo:

Oremos.

Y la schola aclama Hágios [seguido por toda la asamblea]:

Hágios, Hágios, Hágios,
Domine Deus, Rex aeterne:
Tibi laudes et gratias.

Hágios, Hágios, Hágios, 
Señor Dios, Rey eterno.
A ti nuestra alabanza,
a ti nuestra acción de gracias.

 21. El diácono recita el Díptico por la Iglesia:
I. Tengamos presente  en nuestras oraciones 
a la Iglesia santa y católica;  
el Señor la haga crecer en la fe,  
la esperanza y la caridad. 

R/. Concédelo, Dios eterno y todopoderoso.

Otro diácono dice:
II. Recordemos a los pecadores, los cautivos, 
los enfermos y los emigrantes:
el Señor los mire con bondad, 
los libre, los sane y los conforte.

R/. Concédelo, Dios eterno y todopoderoso. 

22. El sacerdote [con las manos extendidas] dice la Oración entre los Dípticos:

Alia
(2ª oración)

23. Prosigue el diácono:
III. Ofrecen este sacrificio al Señor Dios 
nuestros sacerdotes: Francisco, el Papa de Roma, nuestro pastor, Fernando, Obispo de Zamora, y todos los demás Obispos,
por sí mismos y por todo el clero,
por las Iglesias que tienen encomendadas 
y por la Iglesia universal.

R/. Lo ofrecen por sí mismos 
y por la Iglesia universal. 

Otro diácono dice: 
IV.
Lo ofrecen igualmente 
todos los presbíteros, diáconos
y ministros y los fieles presentes,
en honor de los Santos, 
por sí mismos y por los suyos.

R/. Lo ofrecen por sí mismos 
y por la Iglesia universal. 

El primer diácono dice:
V.
En memoria  de los santos apóstoles y mártires, 
de la gloriosa siempre Virgen María,
de su esposo José, de Zacarías, Juan, 
los Inocentes, Esteban,  Pedro y Pablo, 
Juan, Santiago, Andrés,  Acisclo, Torcuato, Fructuoso, [Pelayo, Jorge] Félix, Vicente, 
Eulogio, Justo y Pastor,  Justa y Rufina, 
Eulalia (de Mérida),  Eulalia (de Barcelona), Leocadia.

R/. Y de todos los Mártires. 

El segundo diácono dice:
VI.
En memoria igualmente  
de los confesores [de la fe]: 
Hilario, Atanasio, Martín, Ambrosio,
Agustín, Fulgencio, Leandro, Isidoro, 
Braulio, Eugenio, Ildefonso, Julián, Atilano

R/. Y de todos los Confesores. 

El primer diácono dice:
VII.
Lo ofrece la Iglesia de Dios, santa y católica,
por las almas de todos los fieles difuntos [N],
que Dios se digne en su bondad admitirlos en
el coro de los elegidos. 

R/. Concédelo, Dios eterno y todopoderoso.

24.  Concluye el sacerdote con la Oración después de los Dípticos:

Post nomina
(3ª oración)

RITO DE LA PAZ

25. [El diácono retira el velo que cubre las ofrendas] El celebrante principal dice la oración:

Ad pacem
(4ª oración)

26. El sacerdote extiende las manos sobre el pueblo y dice:

La gracia de Dios, Padre todopoderoso,
la paz y el amor de nuestro Señor Jesucristo 
y la comunión con el Espíritu Santo
estén siempre con todos vosotros. 

R/. Y con los hombres de buena voluntad.

27. El diácono se dirige al pueblo y dice:
Daos la paz los unos a los otros.

28. Mientras el sacerdote con los ministros y los fieles entre sí se dan el saludo de la paz, entona la schola el canto de la paz:

Cantus ad pacem

Pacem meam do vobis, pacem meam comméndo vobis. Non sicut mundus dat pacem, do vobis.
Mi paz os dejo, mi paz os doy. No os doy la paz como la da el mundo.
V/. Novum mandátum do vobis ut diligátis vos ínvicem.
Un mandamiento nuevo os doy que os améis los unos a los otros.
V/. Glória et honor Patri et Fílio et Spirítui Sancto, in sæcula sæculórum. Amen.
Gloria y honor al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén

PLEGARIA EUCARÍSTICA

29. El sacerdote [precedido de los presbíteros y de los ministros con incensarios humeantes] se acerca al altar y [vuelto hacia Oriente] dice:
Me acercaré al altar de Dios.

Todos responden:
R/.
A Dios, que es nuestra alegría.

El diácono dice: 
Oídos atentos al Señor.

Todos responden: 
R/.
Toda nuestra atención hacia el Señor.

El sacerdote, extendiendo [y levantando] las manos, prosigue:  
Levantemos el corazón.

Todos responden:
R/.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.

El sacerdote dice [reverentemente y juntando las manos]:  
A Dios y a nuestro Señor Jesucristo, 
Hijo de Dios, que está en el cielo, 
demos debidas gracias y alabanzas.


Todos responden: 
R/.
Es justo y necesario.

30. El sacerdote, con las manos extendidas, dice o canta:

Illatio 
(5ª oración)

31. Todos cantan:
Sanctus, Sanctus, Sanctus, Dóminus Deus Sábaoth.
Pleni sunt cæli et terra glóriae maiestátis tuæ.
Hosánna Fílio David.

Benedíctus qui venit in nómine Dómini.
Hosánna in excélsis.

Hágios, Hágios, Hágios, Kýrie, o Theós.
Santo, Santo, Santo, Señor Dios del universo,
llenos están el cielo y la tierra
de tu majestad gloriosa.
Hosanna al Hijo de David.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Hágios, Hágios, Hágios, Kyrie, o Theos.

[Según la costumbre todos se arrodillan] 

32. El sacerdote, con las manos extendidas, dice o canta la oración:

Post sanctus
(6ª oración)

33. En inmediata conexión con su final prosigue:
El cual, la víspera de su pasión, tomó pan,

Toma la patena con el pan y, elevando los ojos, continúa:
dio gracias, pronunció la bendición, 
lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:


Accípite et manducáte:
Hoc est Corpus meum
quod pro vobis tradétur.
Quotiescúmque manducavéritis,
hoc fácite in meam commemoratiónem. 
Tomad y comed:  Esto es mi Cuerpo  que será entregado por vosotros.  Cuantas veces lo comáis, hacedlo en memoria mía.

Todos responden:
Amén.

Deja la patena sobre el altar. Toma el cáliz y prosigue:
Lo mismo hizo con el cáliz, al final de la cena, diciendo:

Hic est calix novi testaménti in meo Sánguine, qui pro vobis et pro multis effundétur in remissiónem peccatórum. Quotiescúmque bibéritis, hoc fácite in meam commemoratiónem.

Este es el cáliz de la nueva alianza en mi Sangre,que será derramada por vosotros y por todos los hombres en remisión de los pecados.Cuantas veces lo bebáis,hacedlo en memoria mía.

Todos responden:
Amén.

Deja el cáliz sobre el altar y, con las manos extendidas, dice:
Cuantas veces comáis este pan 
y bebáis este cáliz, 
anunciaréis la muerte del Señor 
hasta que venga glorioso desde el cielo.

Todos aclaman:
¡Así lo creemos, Señor Jesús! 

34. El sacerdote, con las manos extendidas, dice o canta la oración:

Post pridie
(6ª oración bis)

RITO DE LA COMUNIÓN  

36.El sacerdote [con las manos juntas] exhorta al pueblo diciendo:

Profesemos con los labios la fe que llevamos en el corazón. 

Todos proclaman:

Creemos en un solo Dios Padre todopoderoso,
hacedor del cielo y de la tierra,
creador de todo lo visible y lo invisible.

Y en un solo Señor nuestro Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos.
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
nacido, no hecho, omoúsion con el Padre,
es decir, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho,
en el cielo y en la tierra.
Que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,

[Nos inclinamos profundamente en adoración y confesamos]
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue sepultado, resucitó al tercer día, 
subió al cielo,
está sentado a la derecha 
de Dios Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin. 

Y en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo

ha de ser adorado y glorificado,
y que habló por los profetas. 

Y en la Iglesia
que es una, santa, católica y apostólica.
Confesamos que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados,
esperamos la resurrección de los muertos,
y la vida del mundo futuro.
Amén.


37. El coro entona:

Cantus ad confractionem

Tu, Domine, da escam nobis in tempore oportuno: aperi manum tuam, et imple omne animam benedictione.

Danos, Señor, la comida a su tiempo: abre tu mano, y sacia nuestras almas con tus bendiciones.

Durante el canto, el sacerdote parte el pan consagrado y, mientras  coloca las partículas en forma de cruz sobre la patena, va evocando los misterios de Cristo que se celebran en el año litúrgico: 

38. El sacerdote dice con las manos juntas: 
Oremos.                       
A continuación recita la introducción al Padre nuestro:

Ad orationem dominicam
(7ª oración)

39. El sacerdote prosigue sin interrupción, con las manos extendidas. [El pueblo puede orar de la misma manera]

Pater noster qui es in caelis; 
sanctificétur nomen tuum. 

R/. Amen.
Advéniat regnum tuum.
R/. Amen
Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
R/. Amen.
Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie.
R/. Amen.
Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris.
R/. Amen.
Et ne nos indúcas in  tentatiónem.
R/. Amen.
Sed líberanos a malo.
R/. Amen.

Prosigue el sacerdote:
Libres del mal, confirmados siempre en el bien,
podamos servirte, Dios y Señor nuestro.
Pon término, Señor, a nuestros pecados,
alegra a los afligidos, 
redime a los cautivos, 
sana a los enfermos
y da el descanso a los difuntos.
Concede paz y seguridad a nuestros días,
quebranta la audacia de nuestros enemigos
y escucha, oh Dios, las oraciones de tus siervos,
de todos los fieles cristianos, 
en este día y en todo tiempo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por todos los siglos de los siglos.
R/. Amén.

40. El sacerdote eleva un poco la patena y el cáliz, mostrándolos al pueblo, y dice:
Sancta sanctis. 
Lo santo para los santos

Según la costumbre, puede cantarse:
Hágios, Hágios, Hágios,
solo Tú eres Santo,
solo Tú, Señor,
solo Tú, Santísimo. 

41. Deposita sobre el altar la patena y el cáliz y, tomando la partícula -regnum- la deja caer en el cáliz, diciendo en voz baja: 
Y la conjunción del Cuerpo y de la Sangre 
de nuestro Señor Jesucristo
sea causa de perdón para nosotros, 
que la tomamos y bebemos,
y de eterno descanso para los fieles difuntos.

[También puede mostrar la partícula regnum ya sobre el cáliz]

42. El diácono se dirige al pueblo y dice: 
Inclinaos para recibir la bendición. 

Todos responden: 
Demos gracias a Dios.

El sacerdote dice: 
El Señor esté siempre con vosotros. 

Todos responden: 
Y con tu espíritu. 

Y el sacerdote, extendiendo las manos sobre el pueblo, imparte la bendición. 

Benedictio

43. Antes de comulgar, el sacerdote dice en secreto una oración:

La comunión de este sacramento, Señor,
limpie las manchas de mis pecados
y me haga digno de cumplir el ministerio
que tengo encomendado;
encuentre en él, ayudado por ti,
apoyo en mi debilidad, santidad de vida
y gozo perpetuo en la compañía de tus Santos.


Recibe el sacramento del Cuerpo y la Sangre del Señor y lo da a continuación al diácono.
[Después, los presbíteros reciben el sacramento del Cuerpo y la Sangre del Señor]


44. El sacerdote distribuye a los fieles el sacramento del Cuerpo del Señor, diciendo a cada uno:
El Cuerpo de Cristo sea tu salvación.

[Cada uno puede responder:
Amén.]

El diácono da a beber del cáliz diciendo:
La Sangre de Cristo permanezca contigo
como verdadera redención.


[Cada uno puede responder:
Amén.]                                

Durante la distribución de la comunión, se canta:

Cantus ad accedentes

Gustáte et vidéte quam suávis est Dóminus,
allelúia, allelúia, allelúia.

Gustad y ved qué bueno es el Señor. Aleluya, aleluya, aleluya
V/. Benedícam Dóminum in omni témpore,
semper laus eius in ore meo.

R/. Allelúia, allelúia, allelúia.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca. Aleluya, aleluya, aleluya.
V/. Redímet Dóminus ánimas servórum suórum,
et non relínquet omnes qui sperant in eum.

R/. Allelúia, allelúia, allelúia.
El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a Él. Aleluya, aleluya, aleluya.
V/. Glória et honor Patri et Fílio et Spirítui Sancto
in sæcula sæculórum. Amen.

R/. Allelúia, allelúia, allelúia.
Gloria y honor al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya, aleluya, aleluya.

45. Terminada la distribución de la comunión, la schola entona [en pie] la antífona:

Antiphona post communionem

Refécti Christi córpore et sánguine,
te laudámus, Dómine.

Alimentados con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, te alabamos, Señor.
R/. Allelúia, allelúia, allelúia.

46. El sacerdote, de pie, recita [con las manos extendidas] la oración final

Completuriae

[Se dan los oportunos avisos, si los hubiere]

CONCLUSIÓN

47. El sacerdote saluda al pueblo diciendo:
El Señor esté siempre con vosotros.

Todos responden:  
Y con tu espíritu.

[Statio mariana]

El diácono dice:

Nuestra celebración ha terminado. 
En nombre de nuestro Señor Jesucristo,
Dios acepte nuestros deseos y plegarias en paz.


Todos responden:
Demos gracias a Dios. 

El sacerdote [con el diácono] besa el altar y, hecha la debida reverencia con los ministros, se retira.

Misa de San Pelayo

25 de Junio de 2021; 20.00h
Iglesia de San Cipriano de Zamora
Misa de San Pelayo

(trasladada del 26 de junio)

Organiza
Comisión para el Rito Hispano-Mozárabe en Zamora
Canto

Schola Cantorum de Zamora

RITOS INICIALES

1. El sacerdote y los ministros se dirigen al altar, mientras la schola entona el canto de entrada [el diácono puede llevar solemnemente el Evangeliario y depositarlo sobre el altar].

Praelegendum

2. El sacerdote, inclinado ante el altar, ora en silencio o recita una plegaria sacerdotal.

3. El sacerdote besa el altar en silencio y se dirige a la sede con los ministros. 

4. A continuación se canta el himno: 
Texto en castellano

Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres
que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria
te alabamos, te bendecimos, 
te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso. 
Señor, Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre, 
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; 
porque solo tú eres Santo, solo tú Señor,
solo tú Altísimo, Jesucristo, 
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.

6. Después del «Gloria a Dios en el cielo» el sacerdote, con las manos extendidas, recita la oración después del Gloria. 

Oratio post gloriam

  LITURGIA DE LA PALABRA

7. El sacerdote [extendiendo las manos] saluda al pueblo diciendo:

Dominus sit semper vobiscum
El Señor esté  siempre con vosotros


El pueblo responde: 

Et cum spiritu tuo 
Y con tu espíritu


[Se puede introducir brevemente la celebración invitando a escuchar con atención y silencio la Palabra de Dios].

8. [Todos se sientan] El lector [sube al ambón y] lee la Profecía:

Prophetia

Lectura del libro del Eclesiástico (32,27-33,1)
R/. Demos gracias a Dios.

Hijo:
En todos tus actos confía en ti, que también esto es guardar los mandamientos. El que confía en la ley observa los mandamientos, y el que confía en el Señor no sufrirá ningún daño. El que teme al Señor no sufrirá desgracias, e incluso en la prueba será liberado.

Al final de la lectura, todos responden:

Amén.

9. El coro, terminada la Profecía, canta el responsorio:

Psallendum

10. En las principales fiestas de los mártires puede leerse aquí la continuación de su «pasión» según se encuentra en el Pasionario y a continuación el cántico de Daniel, llamado «Bendiciones».

Pasio

Vida y pasión del mártir san Pelayo, que sufrió martirio en la ciudad de Córdoba bajo el reinado de Abderramán, el día veintiséis de junio.
R/. Demos gracias a Dios.

El poder de Dios no lo abandonó, convirtiéndolo en confesor en medio de los tormentos y mártir glorioso en el Cielo bajo el filo de la espada. En fin, las manos que levantaba a Dios, aquellos malvados se las cercenaban con la espada. En medio de estos tormentos san Pelayo jadeaba agotado y, como no había un hombre que se compadeciera de él, sólo invocaba a Dios. Clamaba el valiente atleta, pero el Señor estaba presente en el combate y le decía: «Ven, recibe la corona que te tenía prometida desde el principio». Entretanto su espíritu partió hacia el Señor, su cuerpo, en cambio, fue arrojado al cauce del río. Y pese a ello no faltaron fieles, que lo buscaron y lo sepultaron con honor. Su cabeza la conserva el cementerio de San Cipriano; su cuerpo, en cambio, el prado de San Ginés.

Oh martirio realmente digno de Dios, que comenzó a la hora séptima y terminó al atardecer de ese mismo día. ¿Quién será capaz de expresar con palabras un premio semejante? En efecto, por las estrecheces de la cárcel le fue concedida la gloria del Cielo, por las angustias temporales mereció las recompensas celestiales, por la patria que dejó posee el paraíso que ansió. Dejó ciertamente a sus padres y hermanos, pero ahora tiene por compañeros a los ángeles. La palabra de Dios dice: «Todo el que abandona a su padre y a su madre y las demás cosas por mi nombre, recibirá el cien por cien y poseerá la vida eterna». Soportó en sus miembros la espada que ahora posee el Reino de los Cielos.

¡Oh santísimo testigo Pelayo, que en medio de los halagos y amenazas confiesas a Cristo y no cedes a las seducciones prefiriendo morir por la verdad antes que vivir con el mundo y carecer de la justicia! Aquél, a quien ya tenía en el número de sus elegidos, no quiso ceder a las promesas de los malvados. Por ello te pedimos, oh santo mártir, que protejas a la Iglesia y que sostengas sin cesar con tu ayuda a los que ves servirte con las ceremonias del culto, para tenerte ante Dios por patrono a ti, a quien Galicia vio nacer, y Córdoba te glorifica por la sangre de tu martirio. Así, pues, este beatísimo Pelayo a la edad aproximada de trece años y medio, sufrió el martirio en la ciudad de Córdoba, como se ha dicho, bajo el reinado de Abderramán el domingo, a la hora décima del día veintiséis de junio, en la Era 964.

Reinando nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios uno en la Trinidad por los siglos de los siglos.


R/. Amén.
Pasión completa

Benedictiones

Benedíctus es Dómine, Deus Patrum nostrórum,
et laudábilis et superexaltátus in sæcula. Amen.

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros Padres,
a ti gloria y alabanza por los siglos. Amén.

Et benedíctum nomen glóriæ tuæ, quod est sanctum,
et laudábile et superexaltátum in sæcula. Amen.

Bendito tu nombre santo y glorioso,
a él gloria y alabanza por los siglos. Amén.

Benedíctus es in templo sancto honóris tui,
et laudábilis et superexaltátus in sæcula. Amen.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria,
a ti gloria y alabanza por los siglos. Amén.

Benedícite ómnia ópera Dómini Dómino,
laudáte et superexaltáte eum in sæcula sæculórum. Amen.

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos. Amén.

Benedícite sancti et húmiles corde Dómino,
laudáte et superexaltáte eum in sæcula sæculórum. Amen.

Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos. Amén.

Benedícite Ananía, Azaría et Mísael, Dómino,
laudáte et superexaltáte eum in sæcula sæculórum. Amen.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos. Amén.

Quia liberávit nos ab ínferis
et de manu mortis salvávit nos,

Porque el Señor nos sacó de la fosa,
nos libró de la muerte,

Et erípuit nos de médio ardéntis flammæ
et e médio ignis edúxit nos.

nos arranco de la llama ardiente
y nos libró del fuego.

Confitémini Dómino, quóniam bonus,
quóniam in sæculum misericórdia eius. Amen.

Dad gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterna su misericordia. Amén.

11. El lector lee el Apóstol:

Apostolus

Segunda epístola del apóstol Pablo a Timoteo.
R/. Demos gracias a Dios.

Hermanos:
El Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león.
El Señor me librará de toda obra mala y me salvará llevándome a su reino celestial. A él la gloria por los siglos de los siglos.


Al final de la lectura, todos responden: 
Amén.

12. El diácono [toma el Evangeliario del altar] se dirige al ambón, acompañado por los ministros con incienso y cirios encendidos [y otros signos autorizados por la costumbre, mientras los fieles aclaman]:  

El diácono dice [con las manos juntas]:

El Señor esté siempre con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.

13. [Todos se disponen a escuchar el Evangelio vueltos hacia el ambón] El diácono inciensa el libro y proclama el Evangelio:

Evangelium

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo
R/. Gloria a Ti, Señor.

En aquel tiempo:
Nuestro Señor Jesucristo hablaba con sus discípulos y les decía: ¿Quién es el criado fiel y prudente, a quien el señor encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas?
Bienaventurado ese criado, si el señor al llegar, lo encuentra portándose así. En verdad os digo que le confiará la administración de todos sus bienes.


Al final de la lectura todos responden:
Amén. 

[El diácono puede elevar el Libro para la aclamación del pueblo]

14. A continuación se tiene la homilía.

15. Terminada la homilía, la schola canta los «laudes».

PREPARACIÓN DE LAS OFRENDAS

16. El coro entona el «sacrificium»; mientras [se prepara el altar], los fieles [precedidos eventualmente de incienso, cruz y cirios encendidos] llevan las ofrendas al altar [puede recibirlas el diácono o el sacerdote].

Sacrificium

17. El diácono extiende el corporal sobre el altar y coloca sobre él la patena con el pan. Echa vino y un poco de agua en el cáliz y lo coloca igualmente sobre el corporal [puede cubrir los dones con un velo]. El sacerdote dice en secreto la siguiente oración:

Mira con rostro complacido,
Dios omnipotente y eterno,
esta oblación de pan y vino 
que nosotros, indignos siervos tuyos,
colocamos sobre tu altar;
y recibe nuestra propia vida
como sacrificio agradable a ti 
para que, renovados por tu gracia,
te glorifiquemos con nuestras alabanzas.


18. El sacerdote puede incensar las ofrendas y el altar. Se lava las manos en silencio junto al altar y vuelve con los diáconos a la sede.
[La asamblea, puesta en pie, recibe la incensación]

INTERCESIONES SOLEMNES

19. El sacerdote, de pie, desde la sede, exhorta al pueblo:

Oratio admonitionis
(1ª oración)

20. El sacerdote [con las manos juntas] exhorta al pueblo a la oración diciendo:

Oremos.

Y la schola aclama Hágios [seguido por toda la asamblea]:

Hágios, Hágios, Hágios,
Domine Deus, Rex aeterne:
Tibi laudes et gratias.

Hágios, Hágios, Hágios, 
Señor Dios, Rey eterno.
A ti nuestra alabanza,
a ti nuestra acción de gracias.

 21. El diácono recita el Díptico por la Iglesia:
I. Tengamos presente  en nuestras oraciones 
a la Iglesia santa y católica;  
el Señor la haga crecer en la fe,  
la esperanza y la caridad. 

R/. Concédelo, Dios eterno y todopoderoso.

Otro diácono dice:
II. Recordemos a los pecadores, los cautivos, 
los enfermos y los emigrantes:
el Señor los mire con bondad, 
los libre, los sane y los conforte.

R/. Concédelo, Dios eterno y todopoderoso. 

22. El sacerdote [con las manos extendidas] dice la Oración entre los Dípticos:

Alia
(2ª oración)

23. Prosigue el diácono:
III. Ofrecen este sacrificio al Señor Dios 
nuestros sacerdotes: Francisco, el Papa de Roma, nuestro pastor, Fernando, Obispo de Zamora, y todos los demás Obispos,
por sí mismos y por todo el clero,
por las Iglesias que tienen encomendadas 
y por la Iglesia universal.

R/. Lo ofrecen por sí mismos 
y por la Iglesia universal. 

Otro diácono dice: 
IV.
Lo ofrecen igualmente 
todos los presbíteros, diáconos
y ministros y los fieles presentes,
en honor de los Santos, 
por sí mismos y por los suyos.

R/. Lo ofrecen por sí mismos 
y por la Iglesia universal. 

El primer diácono dice:
V.
En memoria  de los santos apóstoles y mártires, 
de la gloriosa siempre Virgen María,
de su esposo José, de Zacarías, Juan, 
los Inocentes, Esteban,  Pedro y Pablo, 
Juan, Santiago, Andrés,  Acisclo, Torcuato, Fructuoso, [Pelayo, Jorge] Félix, Vicente, 
Eulogio, Justo y Pastor,  Justa y Rufina, 
Eulalia (de Mérida),  Eulalia (de Barcelona), Leocadia.

R/. Y de todos los Mártires. 

El segundo diácono dice:
VI.
En memoria igualmente  
de los confesores [de la fe]: 
Hilario, Atanasio, Martín, Ambrosio,
Agustín, Fulgencio, Leandro, Isidoro, 
Braulio, Eugenio, Ildefonso, Julián, Atilano

R/. Y de todos los Confesores. 

El primer diácono dice:
VII.
Lo ofrece la Iglesia de Dios, santa y católica,
por las almas de todos los fieles difuntos [N],
que Dios se digne en su bondad admitirlos en
el coro de los elegidos. 

R/. Concédelo, Dios eterno y todopoderoso.

24.  Concluye el sacerdote con la Oración después de los Dípticos:

Post nomina
(3ª oración)

RITO DE LA PAZ

25. [El diácono retira el velo que cubre las ofrendas] El celebrante principal dice la oración:

Ad pacem
(4ª oración)

26. El sacerdote extiende las manos sobre el pueblo y dice:

La gracia de Dios, Padre todopoderoso,
la paz y el amor de nuestro Señor Jesucristo 
y la comunión con el Espíritu Santo
estén siempre con todos vosotros. 

R/. Y con los hombres de buena voluntad.

27. El diácono se dirige al pueblo y dice:
Daos la paz los unos a los otros.

28. Mientras el sacerdote con los ministros y los fieles entre sí se dan el saludo de la paz, entona la schola el canto de la paz:

Cantus ad pacem

Pacem meam do vobis, pacem meam comméndo vobis. Non sicut mundus dat pacem, do vobis.
Mi paz os dejo, mi paz os doy. No os doy la paz como la da el mundo.
V/. Novum mandátum do vobis ut diligátis vos ínvicem.
Un mandamiento nuevo os doy que os améis los unos a los otros.
V/. Glória et honor Patri et Fílio et Spirítui Sancto, in sæcula sæculórum. Amen.
Gloria y honor al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén

PLEGARIA EUCARÍSTICA

29. El sacerdote [precedido de los presbíteros y de los ministros con incensarios humeantes] se acerca al altar y [vuelto hacia Oriente] dice:
Me acercaré al altar de Dios.

Todos responden:
R/.
A Dios, que es nuestra alegría.

El diácono dice: 
Oídos atentos al Señor.

Todos responden: 
R/.
Toda nuestra atención hacia el Señor.

El sacerdote, extendiendo [y levantando] las manos, prosigue:  
Levantemos el corazón.

Todos responden:
R/.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.

El sacerdote dice [reverentemente y juntando las manos]:  
A Dios y a nuestro Señor Jesucristo, 
Hijo de Dios, que está en el cielo, 
demos debidas gracias y alabanzas.


Todos responden: 
R/.
Es justo y necesario.

30. El sacerdote, con las manos extendidas, dice o canta:

Illatio 
(5ª oración)

31. Todos cantan:
Sanctus, Sanctus, Sanctus, Dóminus Deus Sábaoth.
Pleni sunt cæli et terra glóriae maiestátis tuæ.
Hosánna Fílio David.

Benedíctus qui venit in nómine Dómini.
Hosánna in excélsis.

Hágios, Hágios, Hágios, Kýrie, o Theós.
Santo, Santo, Santo, Señor Dios del universo,
llenos están el cielo y la tierra
de tu majestad gloriosa.
Hosanna al Hijo de David.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Hágios, Hágios, Hágios, Kyrie, o Theos.

[Según la costumbre todos se arrodillan] 

32. El sacerdote, con las manos extendidas, dice o canta la oración:

Post sanctus
(6ª oración)

33. En inmediata conexión con su final prosigue:
El cual, la víspera de su pasión, tomó pan,

Toma la patena con el pan y, elevando los ojos, continúa:
dio gracias, pronunció la bendición, 
lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:


Accípite et manducáte:
Hoc est Corpus meum
quod pro vobis tradétur.
Quotiescúmque manducavéritis,
hoc fácite in meam commemoratiónem. 
Tomad y comed:  Esto es mi Cuerpo  que será entregado por vosotros.  Cuantas veces lo comáis, hacedlo en memoria mía.

Todos responden:
Amén.

Deja la patena sobre el altar. Toma el cáliz y prosigue:
Lo mismo hizo con el cáliz, al final de la cena, diciendo:

Hic est calix novi testaménti in meo Sánguine, qui pro vobis et pro multis effundétur in remissiónem peccatórum. Quotiescúmque bibéritis, hoc fácite in meam commemoratiónem.

Este es el cáliz de la nueva alianza en mi Sangre,que será derramada por vosotros y por todos los hombres en remisión de los pecados.Cuantas veces lo bebáis,hacedlo en memoria mía.

Todos responden:
Amén.

Deja el cáliz sobre el altar y, con las manos extendidas, dice:
Cuantas veces comáis este pan 
y bebáis este cáliz, 
anunciaréis la muerte del Señor 
hasta que venga glorioso desde el cielo.

Todos aclaman:
¡Así lo creemos, Señor Jesús! 

34. El sacerdote, con las manos extendidas, dice o canta la oración:

Post pridie
(6ª oración bis)

RITO DE LA COMUNIÓN  

36.El sacerdote [con las manos juntas] exhorta al pueblo diciendo:

Profesemos con los labios la fe que llevamos en el corazón. 

Todos proclaman:

Creemos en un solo Dios Padre todopoderoso,
hacedor del cielo y de la tierra,
creador de todo lo visible y lo invisible.

Y en un solo Señor nuestro Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos.
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
nacido, no hecho, omoúsion con el Padre,
es decir, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho,
en el cielo y en la tierra.
Que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,

[Nos inclinamos profundamente en adoración y confesamos]
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue sepultado, resucitó al tercer día, 
subió al cielo,
está sentado a la derecha 
de Dios Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin. 

Y en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo

ha de ser adorado y glorificado,
y que habló por los profetas. 

Y en la Iglesia
que es una, santa, católica y apostólica.
Confesamos que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados,
esperamos la resurrección de los muertos,
y la vida del mundo futuro.
Amén.


37. El coro entona:

Cantus ad confractionem

Durante el canto, el sacerdote parte el pan consagrado y, mientras  coloca las partículas en forma de cruz sobre la patena, va evocando los misterios de Cristo que se celebran en el año litúrgico: 

38. El sacerdote dice con las manos juntas: 
Oremos.                       
A continuación recita la introducción al Padre nuestro:

Ad orationem dominicam
(7ª oración)

39. El sacerdote prosigue sin interrupción, con las manos extendidas. [El pueblo puede orar de la misma manera]

Pater noster qui es in caelis; 
sanctificétur nomen tuum. 
R/. Amen.
Advéniat regnum tuum.
R/. Amen
Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
R/. Amen.
Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie.
R/. Amen.
Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris.
R/. Amen.
Et ne nos indúcas in  tentatiónem.
R/. Amen.
Sed líberanos a malo.
R/. Amen.

Prosigue el sacerdote:
Libres del mal, confirmados siempre en el bien,
podamos servirte, Dios y Señor nuestro.
Pon término, Señor, a nuestros pecados,
alegra a los afligidos, 
redime a los cautivos, 
sana a los enfermos
y da el descanso a los difuntos.
Concede paz y seguridad a nuestros días,
quebranta la audacia de nuestros enemigos
y escucha, oh Dios, las oraciones de tus siervos,
de todos los fieles cristianos, 
en este día y en todo tiempo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por todos los siglos de los siglos.
R/. Amén.

40. El sacerdote eleva un poco la patena y el cáliz, mostrándolos al pueblo, y dice:
Sancta sanctis. 
Lo santo para los santos

Según la costumbre, puede cantarse:
Hágios, Hágios, Hágios,
solo Tú eres Santo,
solo Tú, Señor,
solo Tú, Santísimo. 

41. Deposita sobre el altar la patena y el cáliz y, tomando la partícula -regnum- la deja caer en el cáliz, diciendo en voz baja: 
Y la conjunción del Cuerpo y de la Sangre 
de nuestro Señor Jesucristo
sea causa de perdón para nosotros, 
que la tomamos y bebemos,
y de eterno descanso para los fieles difuntos.

[También puede mostrar la partícula regnum ya sobre el cáliz]

42. El diácono se dirige al pueblo y dice: 
Inclinaos para recibir la bendición. 

Todos responden: 
Demos gracias a Dios.

El sacerdote dice: 
El Señor esté siempre con vosotros. 

Todos responden: 
Y con tu espíritu. 

Y el sacerdote, extendiendo las manos sobre el pueblo, imparte la bendición. 

Benedictio

43. Antes de comulgar, el sacerdote dice en secreto una oración:

La comunión de este sacramento, Señor,
limpie las manchas de mis pecados
y me haga digno de cumplir el ministerio
que tengo encomendado;
encuentre en él, ayudado por ti,
apoyo en mi debilidad, santidad de vida
y gozo perpetuo en la compañía de tus Santos.


Recibe el sacramento del Cuerpo y la Sangre del Señor y lo da a continuación al diácono.
[Después, los presbíteros reciben el sacramento del Cuerpo y la Sangre del Señor]


44. El sacerdote distribuye a los fieles el sacramento del Cuerpo del Señor, diciendo a cada uno:
El Cuerpo de Cristo sea tu salvación.

[Cada uno puede responder:
Amén.]

El diácono da a beber del cáliz diciendo:
La Sangre de Cristo permanezca contigo
como verdadera redención.


[Cada uno puede responder:
Amén.]                                

Durante la distribución de la comunión, se canta:

Cantus ad accedentes

Gustáte et vidéte quam suávis est Dóminus,
allelúia, allelúia, allelúia.

Gustad y ved qué bueno es el Señor. Aleluya, aleluya, aleluya
V/. Benedícam Dóminum in omni témpore,
semper laus eius in ore meo.
R/. Allelúia, allelúia, allelúia.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca. Aleluya, aleluya, aleluya.
V/. Redímet Dóminus ánimas servórum suórum,
et non relínquet omnes qui sperant in eum.
R/. Allelúia, allelúia, allelúia.
El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a Él. Aleluya, aleluya, aleluya.
V/. Glória et honor Patri et Fílio et Spirítui Sancto
in sæcula sæculórum. Amen.
R/. Allelúia, allelúia, allelúia.
Gloria y honor al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya, aleluya, aleluya.

45. Terminada la distribución de la comunión, la schola entona [en pie] la antífona:

Antiphona post communionem

Refécti Christi córpore et sánguine,
te laudámus, Dómine.

Alimentados con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, te alabamos, Señor.
R/. Allelúia, allelúia, allelúia.


46. El sacerdote, de pie, recita [con las manos extendidas] la oración final

Completuriae

[Se dan los oportunos avisos, si los hubiere]

CONCLUSIÓN

47. El sacerdote saluda al pueblo diciendo:
El Señor esté siempre con vosotros.

Todos responden:  
Y con tu espíritu.

[Statio mariana]

El diácono dice:

Nuestra celebración ha terminado. 
En nombre de nuestro Señor Jesucristo,
Dios acepte nuestros deseos y plegarias en paz.


Todos responden:
Demos gracias a Dios. 

El sacerdote [con el diácono] besa el altar y, hecha la debida reverencia con los ministros, se retira.

San Esteban, rey de Hungría

Martirologio romano
16 de
agosto

1. San Esteban, rey de Hungría, que, regenerado por el bautismo y recibida la corona real de manos del papa Silvestre II, impulsó la propagación de la fe cristiana entre los húngaros, puso en orden la Iglesia en su reino, la dotó de bienes y monasterios, fue justo y pacífico en el gobierno de sus súbditos y, finalmente, en Székesfehérvár, en Hungría, en el día de la Asunción, su alma partió hacia el cielo. (1038)

Entre misas tradicionales y misas modernas: la Santa Misa

Ante las nuevas normas del Papa Francisco sobre la misa que se ha llamado ‘rito extraordinario’ muchos son los que me han preguntado mi opinión.

Opino que hay que hacer varias distinciones en diferentes niveles:

  • No es lo mismo la supresión de la antigua liturgia que la regularización.  Creo que a pesar de lo que diga el documento sigue siendo vigente de facto lo que Benedicto XVI escribió: no se puede considerar malo de repente que algo sirvió durante siglos para santificar al pueblo de Dios. Eso lo hemos de distinguir de cómo se regula: Benedicto XVI por una seríe de circunstancias vio oportuno hacerlo de una forma y el Papa Francisco lo ve de otra porque la situación (no solo el Papa) ha cambiado.
  • No es lo mismo la celebración cotidiana, que la esporádica. Si verdaderamente se considera que la forma extraordinaria y tradicional es un aporte a la espiritualidad es fácil de justificar la celebración esporádica (semanal, mensual o anual) que complemente y ayude a lo que se vive en la liturgia cotidiana de la Iglesia con el Misal de Pablo VI.
  • No es lo mismo vivir la liturgia que vivir la espiritualidad. Vivir de forma ordinaria la espiritualidad del rito extraordinario debería conllevar adentrarse en la espiritualidad de la época con sus costumbres que no siempre se da. De lo contrario es un ritualismo vacío como lo es hacer esto mismo celebrando con el misal novus ordo. No puedo por menos que sonreírme en algunas situaciones: mujeres leyendo la lectura o sin velo, o sacerdotes que solo se ponen la sotana para celebrar, etc. Un rito no es sólo una celebración sino un universo simbólico de costumbres estéticas, usos personales y vivencias morales que desarrollan la celebración en la vida cotidiana.
  • No es lo mismo tener un uso litúrgico que no tenerlo. Desde tiempo inmemorial las comunidades cristianas, luego las órdenes, e incluso catedrales, parroquias o santuarios, por idiosincrasia han adoptado diferentes formas que no contradicen el espíritu de la liturgia, sino que lo concretan a las necesidades del espacio litúrgico o a la espiritualidad propia. Estoy hablando de la liturgia de cartujos y dominicos, de costumbres que se hacen ley litúrgica local sin despreciar las rúbricas universales. Pienso por ejemplo en el coro de los mercedarios cuyo sitial central no es para el prior, sino para la virgen que bajo a orar con ellos; o la forma que adquirió la hora tercia en las cartujas unida a la aspersión dominical del agua. Hay congregaciones e incluso parroquias qué podríamos considerar que tienen como uso y costumbre la misa tradicional.
  • No es lo mismo la misa tradicional que la misa en latín ad orientem. La reforma litúrgica promovió con sabio acierto la traducción de los libros litúrgicos. Lo cual no quiere decir que la liturgia no esté compuesta en latín y, por tanto, no puedo celebrarse en lengua latina; es más, se pide que los fieles conozcan algunas de las partes comunes en latín. Lo mismo sucede con la posición del sacerdote en cuanto al altar: el Vaticano ya hace tiempo que aclaró que es legítimo celebrar según el misal de Pablo VI ad orientem (hasta el Papa Francisco lo ha hecho alguna vez en la capilla sixtina).

Hemos de reconocer que en la Iglesia siempre ha habido una papalatria: lo ha habido con todos los papas y no iba a ser menos con el actual. Necesitamos curar la tortícolis romana que tenemos: no siempre hay que mirar a Roma, a veces hay que leerse los libros litúrgicos y la historia. Necesitamos conservar la obediencia aún cuando podemos ser críticos con lo que se nos pide.

Salmo 2

¿Por qué se amotinan las naciones?

1¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso? 
2Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías: 
3«Rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo». 

4El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos. 
5Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera: 
6«Yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo». 

7Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy. 
8Pídemelo:
te daré en herencia las naciones;
en posesión, los confines de la tierra: 
9los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza». 

10Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra: 
11servid al Señor con temor, 
12rendidle homenaje temblando;
aprended la enseñanza,
no sea que se irrite y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.

¡Dichosos los que se refugian en él!

Comentario de Luis Alonso Schökel

Al llegar a Cristo, este salmo entra en el contexto de la plenitud cristiana, y despliega todo su posible significado, que hasta entonces quedaba en germen o en símbolos no aclarados.

Oración sálmica

Con cetro de hierro los quebrarás, v.9

Rompe, Señor, las cadenas
que nos atan y esclavizan a nuestros pecados,
para que, unidos a ti por el yugo de la obediencia,
podamos vivir, con temos y humildad, en tu santo servicio.

Salmo 1

Los dos caminos del hombre

1Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos; 
2sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. 

3Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. 

4No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento. 
5En el juicio los impíos no se levantarán,
ni los pecadores en la asamblea de los justos. 
6Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

Comentario de Luis Alonso Schökel

Es posible rezar este salmo, son cambiar sus palabras, con un horizonte ilimitado: abarcando toda la humanidad y a cada individuo, en su camino bajo o frente a Dios, en su desenlace definitivo promulgado por la sentencia de Cristo juez. Además, el símbolo arquetípico de la vida como camino recibe una transposición última en las palabras de Cristo ‘Yo soy el camino y la vida’: Él anuncia la ‘ley del Señor’, y la cumple en su vida, y nos incorpora a sí como camino hacia el Padre. La historia entera de la Iglesia es la gran peregrinación por el camino de Cristo.

Oración sálmica

Da fruto en su sazón, v.3

Guárdanos, Señor, en tu presencia.
Vivifícanos con el rico caudal de tu gracia
y haz que nosotros, como los árboles
que en su sazón dan fruto copioso,
merezcamos serte agradables
por la suavidad y abundancia de nuestro fruto.

San Juan Bautista de la Concepción

Martirologio romano
14 de febrero

10. En Córdoba, en España, san Juan Bautista de la Concepción García, presbítero de la Orden de la Santísima Trinidad, que habiendo iniciado la renovación de su Orden, la culminó con gran esfuerzo, en medio de dificultades y persecuciones (1613).

Nació en Almodovar del Campo el 10 de julio de 1561. Su vocación se fortalecerá al pasar por allí Santa Teresa de Jesús en 1574 o 1576. Estudió con los carmelitas descalzos de Almodovar y luego teología en Baeza y Toledo donde tomó el hábito trinitario. Comenzó la empresa de la reforma de la orden que -como dice el martirológio- en medio de dificultades y persecuciones consiguió la erección de la nueva orden de trinitarios descalzos el 20 de agosto de 1599.

San Cristóbal

Santoral litúrgico hispano-mozárabe
10 de julio

Muchas leyendas se forman en torno a la figura de un tal ‘Christophoros’ (portador de Cristo), natural de Asia Menor y martirizado en tiempos de Decio.

El culto a este popular mártir debió llegar pronto a la península Ibérica y existir ya, de modo local, en época visigoda. Los pasionarios hispanos afirman, contra la tradición del ‘Jeronimiano’, que se trata de un mártir antioqueno. Como en muchos otros casos, subyace aquí la peculiar relación litúrgica entre la España visigoda y la sede antioquena. Los textos litúrgicos de nuestra fiesta parecen datar de la época en que si pasión se traduce y difunde por la península Ibérica en el siglo XI.

Cuenta la leyenda que San Cristobal era un hombre de talla alta (un gigante refieren las leyendas) que buscaba servir al amo más poderoso del mundo llegando incluso a servir a Satanás. Descubriendo que él no era el más poderoso pues huía ante las imágenes de Cristo, entro en crisis espiritual que desembocó en su conversión y bautismo. Entonces se dedicó a las obras de caridad como cruzar sobre sus hombros a quienes necesitaban cruzar un río. Cierto día cruzando a un niño, sintió que cada vez pesaba más y más llegando a no poder ya con él. Entonces aquel niño confesó ser el Señor todopoderoso al que Cristóbal tanto había buscado. Llegada la persecución Cristóbal no negó ser cristiano ante el juez lo que le valió la vida.

San Nicolás Pieck y compañeros mártires por la defensa de la presencia de Cristo en la Eucaristía

Martirologio romano
9 de julio

4. En Brielle, a orillas del río Mosa, en Holanda, pasión de los santos mártires Nicolás Pieck, presbítero, y de sus diez compañeros religiosos de la Orden de los Hermanos Menores y ocho del clero diocesano o regular, todos los cuales, por defender la presencia real de Cristo en la Eucaristía y la autoridad de la Iglesia Romana, fueron sometidos por los calvinistas a toda clase de escarnios y tormentos, terminando ahorcados finalmente su combate (1572).

Cuyos nombres son: santos Jerónimo de Weert, Teodorico van der Eem, Nicasio de Heeze, Willechadus de Dania, Godefrido Coart de Melveren, Antonio d’Hoornaert, Antonio de Weert y Francisco de Roye, presbíteros de la Orden de los Hermanos Menores, y Pedro van der Slagmolen d ́Assche y Cornelio de Wijk-bij-Duurstede, religiosos de la misma Orden; Juan Lenaerts, canónigo regular de San Agustín; Juan Coloniense, presbítero de la Orden de Predicadores; Adriano d ́Hilvarenbeek, Santiago Lacops, presbítero de la Orden Premostratense; Leonardo Vechel, Nicolás Poppel, Godefrido van Duynen, Andrés Wouters, presbíteros.

Santa Verónica Giuliani

Martirologio romano
9 de julio

5. En Città del Castello, de la Umbría, santa Verónica Giuliani, abadesa de la Orden de las Clarisas Capuchinas, quien, dotada de singulares carismas, participó corporal y espiritualmente de la pasión de Cristo, siendo por ello encerrada y vigilada durante cincuenta días, dando siempre pruebas de
admirable paciencia y obediencia .

Nació en Mercatello sul Metauro, el 27 de diciembre de 1660, y le pondrían de nombre Úrsula. Al recibir el hábito se le impondría el nombre de Verónica ligado a la pasión del Señor. Santa Verónica fue una mística que como tantas otras recibiría gracias de Dios e incomprensión de sus contemporáneos llegando a sufrir la censura del Santo Oficio en diferentes momentos.

El 4 de abril de 1681 (Viernes Santo) tiene lugar la coronación de espinas, que puede marcar el comienzo de una etapa prolongada y exuberante de gracias y fenómenos místicos y de locuras de amor. de la coronación de espinas hasta la estigmatización (5 de abril de 1697), de los veinte a los treinta y seis años. Jesús le ha puesto la corona de espinas; otros día le pondrá la cruz sobre los hombros; tendrá la experiencia de la flagelación, y sabrá que hay una cruz plantada en su corazón… En Pascua de Resurrección de 1694 se le concede el desposorio místico. La impresión de las llagas tiene lugar el Viernes Santo de 1697 y en la Pascua de aquel año Jesús le concede el ‘desposorio verdadero’ (Rufino María Grández, ‘Santa Verónica Giuliani’ en: Nuevo Año Cristiano. Julio, (Madrid 2001), 220).

Después de la revocación de la privación de voz del Santo Oficio en 1716 será elegida abadesa sin interrumción hasta su muerte el 9 de julio de 1727. Beatificada en 1804 y canonizada en 1839.