Los dos caminos del hombre
1Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
2sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.
3Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.
4No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
5En el juicio los impíos no se levantarán,
ni los pecadores en la asamblea de los justos.
6Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.
Comentario de Luis Alonso Schökel
Es posible rezar este salmo, son cambiar sus palabras, con un horizonte ilimitado: abarcando toda la humanidad y a cada individuo, en su camino bajo o frente a Dios, en su desenlace definitivo promulgado por la sentencia de Cristo juez. Además, el símbolo arquetípico de la vida como camino recibe una transposición última en las palabras de Cristo ‘Yo soy el camino y la vida’: Él anuncia la ‘ley del Señor’, y la cumple en su vida, y nos incorpora a sí como camino hacia el Padre. La historia entera de la Iglesia es la gran peregrinación por el camino de Cristo.
Oración sálmica
Da fruto en su sazón, v.3
Guárdanos, Señor, en tu presencia.
Vivifícanos con el rico caudal de tu gracia
y haz que nosotros, como los árboles
que en su sazón dan fruto copioso,
merezcamos serte agradables
por la suavidad y abundancia de nuestro fruto.
Saludos, bella reflexión del Salmo 1, gracias por esta entrada.
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