¿Por qué se amotinan las naciones?
1¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso?
2Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
3«Rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo».
4El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos.
5Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera:
6«Yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».
7Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy.
8Pídemelo:
te daré en herencia las naciones;
en posesión, los confines de la tierra:
9los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza».
10Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
11servid al Señor con temor,
12rendidle homenaje temblando;
aprended la enseñanza,
no sea que se irrite y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!
Comentario de Luis Alonso Schökel
Al llegar a Cristo, este salmo entra en el contexto de la plenitud cristiana, y despliega todo su posible significado, que hasta entonces quedaba en germen o en símbolos no aclarados.
Oración sálmica
Con cetro de hierro los quebrarás, v.9
Rompe, Señor, las cadenas
que nos atan y esclavizan a nuestros pecados,
para que, unidos a ti por el yugo de la obediencia,
podamos vivir, con temos y humildad, en tu santo servicio.