Santoral litúrgico hispano-mozárabe
10 de julio
Muchas leyendas se forman en torno a la figura de un tal ‘Christophoros’ (portador de Cristo), natural de Asia Menor y martirizado en tiempos de Decio.
El culto a este popular mártir debió llegar pronto a la península Ibérica y existir ya, de modo local, en época visigoda. Los pasionarios hispanos afirman, contra la tradición del ‘Jeronimiano’, que se trata de un mártir antioqueno. Como en muchos otros casos, subyace aquí la peculiar relación litúrgica entre la España visigoda y la sede antioquena. Los textos litúrgicos de nuestra fiesta parecen datar de la época en que si pasión se traduce y difunde por la península Ibérica en el siglo XI.
Cuenta la leyenda que San Cristobal era un hombre de talla alta (un gigante refieren las leyendas) que buscaba servir al amo más poderoso del mundo llegando incluso a servir a Satanás. Descubriendo que él no era el más poderoso pues huía ante las imágenes de Cristo, entro en crisis espiritual que desembocó en su conversión y bautismo. Entonces se dedicó a las obras de caridad como cruzar sobre sus hombros a quienes necesitaban cruzar un río. Cierto día cruzando a un niño, sintió que cada vez pesaba más y más llegando a no poder ya con él. Entonces aquel niño confesó ser el Señor todopoderoso al que Cristóbal tanto había buscado. Llegada la persecución Cristóbal no negó ser cristiano ante el juez lo que le valió la vida.