«No nos dejaremos doblegar por el dolor». Un texto de San Gregorio Magno para estos días de pandemia

Hoy la Iglesia celebra uno de los santos Pontífices más importantes. De ahí su sobrenombre de Magno. Dejamos hoy un texto del Papa Benedicto XVI que presenta los orígenes de San Gregorio Mago (desde la infancia hasta su elección como Pontífice); y también un fragmento del comentario al libro de Job: ante este tiempo incierto de pandemia que nos azota es necesaria la acción de Job que recuerda, en medio de la adversidad, la mano bondadosa del Señor.

Presentación

Benedicto XVI,
Audiencia general (28 de mayo de 2008)

Nació en Roma, en torno al año 540, en una rica familia patricia de la gens Anicia, que no sólo se distinguía por la nobleza de su sangre, sino también por su adhesión a la fe cristiana y por los servicios prestados a la Sede apostólica. De esta familia habían salido dos Papas: Félix III (483-492), tatarabuelo de san Gregorio, y Agapito (535-536). La casa en la que san Gregorio creció se encontraba en el Clivus Scauri, rodeada de solemnes edificios que atestiguaban la grandeza de la antigua Roma y la fuerza espiritual del cristianismo. Los ejemplos de sus padres Gordiano y Silvia, ambos venerados como santos, y los de sus tías paternas Emiliana y Tarsilia, que vivían en su misma casa como vírgenes consagradas en un camino compartido de oración y ascesis, le inspiraron elevados sentimientos cristianos.

San Gregorio ingresó pronto en la carrera administrativa, que había seguido también su padre, y en el año 572 alcanzó la cima, convirtiéndose en prefecto de la ciudad. Este cargo, complicado por la tristeza de aquellos tiempos, le permitió dedicarse en un amplio radio a todo tipo de problemas administrativos, obteniendo de ellos luz para sus futuras tareas. En particular le dejó un profundo sentido del orden y de la disciplina: cuando llegó a ser Papa, sugirió a los obispos que en la gestión de los asuntos eclesiásticos tomaran como modelo la diligencia y el respeto que los funcionarios civiles tenían por las leyes.

Sin embargo, esa vida no le debía satisfacer, dado que, no mucho tiempo después, decidió dejar todo cargo civil para retirarse en su casa y comenzar la vida de monje, transformando la casa de la familia en el monasterio de San Andrés en el Celio. Este período de vida monástica, vida de diálogo permanente con el Señor en la escucha de su palabra, le dejó una perenne nostalgia que se manifiesta continuamente en sus homilías: en medio del agobio de las preocupaciones pastorales, lo recordará varias veces en sus escritos como un tiempo feliz de recogimiento en Dios, de dedicación a la oración, de serena inmersión en el estudio. Así pudo adquirir el profundo conocimiento de la sagrada Escritura y de los Padres de la Iglesia del que se sirvió después en sus obras.

Pero el retiro claustral de san Gregorio no duró mucho. La valiosa experiencia que adquirió en la administración civil en un período lleno de graves problemas, las relaciones que mantuvo con los bizantinos mientras desempeñaba ese cargo, y la estima universal que se había ganado, indujeron al Papa Pelagio a nombrarlo diácono y a enviarlo a Constantinopla como su «apocrisario» —hoy se diría «nuncio apostólico»— para acabar con los últimos restos de la controversia monofisita y sobre todo para obtener el apoyo del emperador en el esfuerzo por contener la presión longobarda.

La permanencia en Constantinopla, donde junto con un grupo de monjes había reanudado la vida monástica, fue importantísima para san Gregorio, pues le permitió tener experiencia directa del mundo bizantino, así como conocer de cerca el problema de los longobardos, que después pondría a dura prueba su habilidad y su energía en el período del pontificado. Tras algunos años, fue llamado de nuevo a Roma por el Papa, quien lo nombró su secretario. Eran años difíciles: las continuas lluvias, el desbordamiento de los ríos y la carestía afligían a muchas zonas de Italia y en particular a Roma. Al final se desató la peste, que causó numerosas víctimas, entre ellas el Papa Pelagio II. El clero, el pueblo y el senado fueron unánimes en elegirlo precisamente a él, Gregorio, como su sucesor en la Sede de Pedro. Trató de resistirse, incluso intentando la fuga, pero todo fue inútil: al final tuvo que ceder. Era el año 590.

Ante la pandemia, el recuerdo de los días de plena bendición

San Gregorio Magno,
Tratados morales sobre el libro de Job 3, 15-16

Pero, en estas palabras de Job, con las que responde a las imprecaciones de su esposa, debemos considerar principalmente lo llenas que están de buen sentido. Dice, en efecto: Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males? Es un gran consuelo en medio de la tribulación acordarnos, cuando llega la adversidad, de los dones recibidos de nuestro Creador. Si acude en seguida a nuestra mente el recuerdo reconfortante de los dones divinos, no nos dejaremos doblegar por el dolor. Por esto, dice la Escritura: En el día dichoso no te olvides de la desgracia, en el día desgraciado no te olvides de la dicha. En efecto, aquel que en el tiempo de los favores se olvida del temor de la calamidad cae en la arrogancia por su actual satisfacción. Y el que en el tiempo de la calamidad no se consuela con el recuerdo de los favores recibidos es llevado a la más completa desesperación por su estado mental. Hay que juntar, pues, lo uno y lo otro, para que se apoyen mutuamente; así, el recuerdo de los favores templará el sufrimiento de la calamidad, y la previsión y temor de la calamidad moderará la alegría de los favores. Por esto, aquel santo varón, en medio de los sufrimientos causados por sus calamidades, calmaba su mente angustiada por tantas heridas con el recuerdo de los favores pasados, diciendo: Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?

II Vísperas Domingo XXIV (A)

V/. Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO (propuesto para esta celebración)

Quédate con nosotros, la tarde está cayendo.
Quédate.

1. ¿ Cómo te encontraremos
al declinar el día,
si tu camino no es nuestro camino?
Detente con nosotros;
la mesa está servida
caliente el pan, envejecido el vino.

2. ¿Cómo sabremos que eres
un hombre entre los hombres,
si nos compartes nuestra mesa humilde?
Repártenos tu cuerpo
y el gozo irá alejando
la oscuridad que pesa sobre el hombre.

3. Arroja en nuestras manos
tendidas en tu busca,
las ascuas encendidas del Espíritu
y limpia en lo más hondo
del corazón del hombre
tu imagen empañada por la culpa.

SALMODIA

Ant. 1. Yo mismo te engendré, entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Aleluya.

Salmo 109, 1-5: El Mesías, Rey y Sacerdote

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo mismo te engendré, entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Aleluya.

Ant. 2. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

Salmo 111: Felicidad del justo

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

Ant. 3. Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

Cántico: Cf. Ap 19,1-2.5-7
Las bodas del Cordero

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R/. Aleluya.

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
R/. Aleluya.

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R/. Aleluya.

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido.
R/. Aleluya.

Ant. Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

LECTURA BREVE Hb 12, 22-24

Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.

RESPONSORIO BREVE

V/. Nuestro Señor es grande y poderoso.
R/. Nuestro Señor es grande y poderoso.
V/. Su sabiduría no tiene medida.
R/. Es grande y poderoso.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Nuestro Señor es grande y poderoso.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Magníficat: Jesús dijo a Pedro: «No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete».

+ Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: El Señor ha mirado mi humillación y el Poderoso ha hecho obras grandes por mí.

PRECES

Alegrándonos en el Señor, de quien viene todo don, digámosle:

Escucha, Señor, nuestra oración.

Padre y Señor de todos, que enviaste a tu Hijo al mundo para que tu nombre fuese glorificado, desde donde sale el sol hasta el ocaso,
fortalece el testimonio de tu Iglesia entre los pueblos.

Haznos dóciles a la predicación de los apóstoles,
y sumisos a la verdad de nuestra fe.

Tú que amas a los justos,
haz justicia a los oprimidos.

Liberta a los cautivos, abre los ojos a los ciegos,
—endereza a los que ya se doblan, guarda a los peregrinos.

Haz que los que duermen ya el sueño de la paz
lleguen, por tu Hijo, a la santa resurrección.

Unidos entre nosotros y con Jesucristo, y dispuestos a perdonarnos siempre unos a otros, dirijamos al Padre nuestra súplica confiada: Padre nuestro.

Oh Dios, creador y dueño de todas las cosas, míranos y, para que sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón. Por nuestro Señor Jesucristo

I Vísperas. Común de Santa María Virgen

V/. Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

Salve, Madre,
en la tierra de mis amores
te saludan los cantos
que alza el amor.
Reina de nuestras almas,
flor de las flores,
muestra aquí
de tu gloria los resplandores,
que en el cielo tan sólo
te aman mejor.

Virgen Santa, Virgen pura,
vida, esperanza y dulzura
del alma que en ti confía,
Madre de Dios, Madre mía,
mientras mi vida alentare,
todo mi amor para ti,
mas si mi amor te olvidare,
Madre mía, Madre mía,
aunque mi amor te olvidare
tú no te olvides de mí.

SALMODIA

Ant. 1. Dichosa eres, Virgen María que llevaste en tu seno al Creador del mundo.

Salmo 112

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dichosa eres, Virgen María que llevaste en tu seno al Creador del mundo.

Ant. 2. Engendraste al que te creó y permanecerás virgen para siempre.

Salmo 147

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Engendraste al que te creó y permanecerás virgen para siempre.

Ant. 3. Tú eres la mujer a quien Dios ha bendecido, y por ti hemos recibido el fruto de la vida.

Cántico Ef 1, 3-10

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú eres la mujer a quien Dios ha bendecido, y por ti hemos recibido el fruto de la vida.

LECTURA BREVE Ga 4, 4-5

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

RESPONSORIO BREVE

V/. Después del parto, ¡oh Virgen!, has permanecido intacta.
R/. Después del parto, ¡oh Virgen!, has permanecido intacta.
V/. Madre de Dios, intercede por nosotros
R/. ¡Oh Virgen!, has permanecido intacta.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R/. Después del parto, ¡oh Virgen!, has permanecido intacta.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Magníficat: El Señor ha mirado mi humillación y el Poderoso ha hecho obras grandes por mí.

+ Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: El Señor ha mirado mi humillación y el Poderoso ha hecho obras grandes por mí.

PRECES

Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la Madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo:

Mira a la llena de gracia y escúchanos.

Señor, Dios nuestro, admirable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo,
haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.

Tú que nos diste a María por madre, concede por su mediación salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores
ya todos abundancia de salud y de paz.

Tú que hiciste a María la llena de gracia,
concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.

Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
y que todos los fieles perseveren unánimes en oración con María, la madre de Jesús.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Tú que coronaste a María como reina del cielo,
haz que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino.

Confiando en el Señor, que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que colme también de bienes al mundo hambriento: Padre nuestro.

Concédenos, Señor, la valiosa intercesión de la Virgen María, cuya gloriosa memoria hoy celebramos, y danos parte en los dones de tu amor por la intercesión de aquella a la que hiciste llena de gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.

De Siria a Zamora: San Antolín y la devoción mozárabe

Cualquier otro año estaríamos la ciudad de Zamora estaría celebrando la novena de la Virgen de la Concha en la Iglesia propia: San Antolín. Y en esta novena, curiosamente se celebra la fiesta titular del templo que alberga -aunque ahora solo sea puntualmente- la Virgen de la Concha.

¿ORÍGENES SIRIOS?

San Antolín, según la tradición palentina, era el hijo de un rey convertido al cristianismo lo que produce que el tío del santo suceda a su padre en el poder. San Antolín, siendo diácono, fue condenado por su tío para ser martirizado. El origen geográfico del santo es una cuestión aun no muy clara. Tradicionalmente se le asigna una procedencia francesa en Pamiers. Pero estudios actuales apoyados por el Martirologio del Papa Gregorio XIII, concluyen que San Antolin era de Apamea (Siria). Sus reliquias habrían sido trasladadas a la abadía de Fredelas, junto Pamiers. En esta última se veneran los restos de otros mártires de Apamea: Cayo y Alejandro. Con el parecido de los nombres (Apamea-Pamiers) y el devenir de los siglos, bien se pudo llegar a una confusión.

S. XI: CERTIFICADO DE UNA DEVOCIÓN ANTERIOR

San Antolín según los últimos estudios, no habría vivido en el s. VII en Francia, sino en el s. IV en Siria. Pero sus reliquias efectivamente llegarían en el s. VII a la zona francesa de Pamiers. Su devoción llegó en los siglos posteriores a Castilla, más concretamente a Palencia, de forma que en el s. XI

  1. En el año 1035 es nombrado patrono de la sede restaurada de Palencia por el rey Sancho el Mayor de Navarra. Hecho que supone ya un conocimiento y devoción anteriores.
  2. La devoción a San Antolín llega a Zamora por los palentinos que en este siglo se asientan en la ciudad y mandan construir el templo antes mencionado. Lo cual indica una identificación con la devoción a este santo mucho anterior.
  3. Al menos cuatro códices fechados entre los años 1035 y 1066 contienen en su calendario la fiesta de San Antolín. Entre ellos se encuentra el Libro de Horas del Rey Fernando conservado en la Universidad de Santiago de Compostela o el Antifonario Morárabe de la Catedral de León. Hecho que muestra la devoción por este santo en la tradición hispano-mozárabe.

LA IGLESIA ZAMORANA Y LA DEVOCIÓN A ‘SU’ SEÑORA

Cripta de San Antolín en la Catedral de Palencia

En el año 1032 es encontrada en la cripta visigótica de San Antolín de la catedral de Palencia la imagen de una virgen, que tomó su nombre: Virgen de San Antolín. Los palentinos que a partir de 1062 acudieron a vivir en Zamora la trajeron con ellos y la colocaron en la iglesia que mandaron erigir en honor al santo patrón de su ciudad. Ya en el año 1100 la ciudad de Zamora tenía tal devoción a la imagen de la Virgen de San Antolín que la jurarían como patrona.

Recordando que es en el año 1080 cuando se produce la supresión del rito hispano-mozárabe y la adopción del rito romano, es probable que la primera década de esta devoción se celebrara según la gran tradición litúrgica hispana. Sería de reconocimiento histórico la recuperación del rito hispano-mozárabe para la celebración de San Antolín en la novena de la Virgen a la que en aquella época dio nombre: la misa o el lucernario hispano-mozárabe enriquecería la espiritualidad de los fieles y devotos que a las plantas de la Virgen fijan sus ojos en esa concha que reposa sobre su vientre: ella nos ha dado el fruto de su vientre, su perla más preciosa, su hijo y Señor Nuestro Jesucristo.

Detalle del Codice del Libro de Horas del Rey Fernando que se conserva en la Universidad de Santiago de Compostela

PARA ENRIQUECERSE CON LA LITURGIA HISPANA:

Es en verdad digno y justo, Señor, porque es digno y hermoso que te demos gracias, por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor: que demostró gloriarse en la corona de su mártir Antolín y redujo a la nada el furor rabioso del enemigo perseguidor.
El cuerpo del soldado de Cristo rey era cortado con diversos tormentos; pero su alma estaba regada con las fuentes de los gozos espirituales, evadiéndose de la cárcel eterna de los infiernos.
El santo mártir era atormentado con los suplicios para disfrutar luego en el cielo las coronas perennes de victoria; su cuerpo era herido con las llagas, pero no se quebraba en él la lucha espiritual; entregó sus vísceras a las más terribles penas para que no pareciese que negaba en la tierra a nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Se ofrecía a Dios como un sacrificio casto para poder recibir el fruto multiplicado de los más altos premios.
Con razón todos los Ángeles y Arcángeles no cesan de aclamarte cada día, diciendo:

Illatio – Acción de gracias

Recursos para la Homilía: XXIII Domingo de Tiempo Ordinario (A)

Si encuentras otros textos, homilías o referencias a los textos de padres de la Iglesia, santos, teólogos, poetas o artistas no dude en enviarlos para enriquecernos mútuamente

iremos completando la información

ÍNDICE

  1. Liturgia de la Palabra
  2. Subsidio litúrgico para la sede
  3. Antífonas de Laudes y Vísperas
  4. Catecismo de la Iglesia Católica
  5. Textos patrísticos
  6. Otros textos
  7. Esquemas y temas bíblicos
  8. Referencias litúrgicas
  9. Poesía y arte

San Gil de Casayo. Monje de San Martín de Castañeda

Fuente: Real Academia de la Historia
Autor: P. Damián Yáñez Neira, OCSO

Gil de Casayo, San. El Bierzo (León), m. s. xii – Casayo (Orense), p. m. s. xiii. Monje benedictino (OSB) de Carracedo, enviado a San Martín de Castañeda para reformarle, y luego anacoreta en el priorato de Casayo, considerado santo por la tradición.

Como muchos santos de esta época, se hace difícil ofrecer una semblanza seria, por la carencia de documentos auténticos. Ante esta dificultad, no hay más remedio que acogerse al testimonio de historiadores sensatos que se han ocupado de sus vidas. Quien más ha profundizado en su vida fue el monje de Carracedo, gran historiador, fray Ambrosio Alonso. Él fue quien compuso un manuscrito precioso de noticias sobre el santo, demasiado genéricas. En él se exponía cuanto se decía en los documentos y recogió la tradición sobre la existencia y el culto a san Gil de Casayo, aunque con importantes lagunas. El mismo concepto de incertidumbre salta a la vista de la semblanza que sobre el santo ofrece el historiador del Bierzo, Augusto Quintana, quien a pesar de tanta documentación como ha manejado de toda la comarca, sólo ofrece suposiciones.

Se trata de un monje medieval que se formó en Carracedo —cuando allí todavía no se había introducido la reforma del Císter—, posiblemente a la sombra de san Florencio, que intentó introducirla a mediados del siglo xii, pero luego se retrasó hasta los últimos años del siglo, o comienzos del xiii. Por esos mismos años se trataba de adoptar igualmente la reforma en San Martín de Castañeda, y uno de los monjes enviados para reformar la vida monástica o bien para ayudar a la comunidad de San Pedro Cristiano, fue fray Gil. Allí permaneció algunos años, no en calidad de abad, como afirman no pocos autores, sino de simple monje, hasta que andando el tiempo fue destinado a un priorato dependiente del monasterio, llamado Santa Cruz de Casayo, sito en plena montaña berciana entre León y Orense.

En él estuvo varios años, atendiendo a los fieles que vivían en las cercanías del priorato; pero, sintiendo el carisma del eremitismo, con permiso de los superiores, se retiró a la aspereza de las montañas contiguas, para llevar vida eremítica, en compañía de otro monje, llamado fray Pedro Fresme, y ambos ermitaños vivieron, cada cual en su propia ermita a poca distancia uno del otro, entregados a la oración y contemplación de las cosas divinas. No se sabe lo que puede tener de verídico el hecho sostenido por algunos autores, quienes admiten, en los últimos años de su vida, la intervención de una cierva, compañera inseparable del santo, que sin duda le proporcionaría alimento con su leche. Es posible que muchos digan que se trata de un dato de la vida de otro santo del mismo nombre.

El principal biógrafo del santo, fray Ambrosio Alonso, escribe: “El caso de la Cierva se refiere del mismo modo, y en términos no muy distantes, en las vidas de muchos santos ermitaños, como en la de san Fructuoso, en la de san Gil Abad —el Atheniense, cuya fiesta celebra universalmente la Iglesia también en el día primero de septiembre— y en las de otros”.

Bien pudo suceder que los inmediatos autores de las vulgares rústicas loas que llaman de este san Gil, o confundiéndole ignorantes con el Atheniese, o procediendo atrevidos con libertad poética en el adorno de sus composiciones, le hayan acomodado el suceso de la cierva. “Con todo, hallándose varios casos paralelos, recibidos sin contradicción en las Actas de diferentes Santos, y no hallándose particular dificultad en que Dios honrase a nuestro Santo con la repetición de este suceso, en donde tanto abundaba y aún abunda la especie de estos brutos; bien podemos dejarle poseer de buena fe su Cierva”.

En el Libro Tumbo del Monasterio de San Martín de Castañeda, se lee: “Asta los años 1731 la víspera de San Gil que es el último día de agosto, se veía todos los años a la puerta de la Iglesia de San Gil de Casaio una zerbatica y estaba allí echada hasta el día siguiente a vista de todos los que iban a visitar el cuerpo del Santo”. Ambos solitarios perseveraron en el nuevo estado de vida, hasta que Dios llamó para sí a san Gil, y su compañero fray Pedro Fresme dejó constancia de su vida en una inscripción que durante siglos se conservó en la ermita. No es posible concretar fechas sobre la existencia y desarrollo de la vida del santo. Se puede situar su vida en la segunda mitad del siglo xii y en la primera del xiii.

En el siglo xvi, un sacerdote de Casayo, queriendo honrar mejor la memoria de san Gil, derribó la capilla primitiva —la misma que el santo había edificado— y levantó otra más suntuosa, que es la que, con notables reformas posteriores ha llegado hasta hoy. Los monjes de Carracedo le tuvieron por uno de sus santos más distinguidos, venerando con devoción su imagen, un relieve con la efigie del santo, vestido de hábito blanco de los monjes cistercienses y una inscripción que dice: “San Gil, monje de Carracedo, abad de San Martín de Castañeda y eremita en Casayo”. Hoy se halla este relieve en la ermita de San Roque en Cacabelos. También en el pueblo de Galende, en las inmediaciones del lago de Sanabria, recibe fervoroso culto, en una ermita que le está dedicada. Fue erigida en agradecimiento por un gran favor otorgado a un vecino del pueblo, quien hallándose completamente ciego recobró la vista, luego de encomendarse al santo. De aquí proviene que se le invoque de manera especial por los invidentes.

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, sign. 1298, fol. 762; Tumbo de San Martín de Castañeda, ms. 170-B; A. Alonso, Memorias para la historia de San Gil de Casayo Monge Cisterciense del Real monasterio de Nra. Señora de Carracedo, Abad del Real Monasterio de San Martin de Castañeda y Anachoreta en el valle de Casayo [este manuscrito —de 2 + 67 folios— era propiedad del que fue párroco de El Barco de Valedoras (Orense)].

A. Yepes, Crónica general de la Orden de San Benito, t. V, Valladolid, 1615, pág. 93 (ed. de Fr. J. Pérez de Urbel, Madrid, Atlas, 1959-1960); C. Henríquez, Menologium Cisterciense, Antuerpiae, ex oficina Plantiniana Balthasaris Moreti, 1664, pág. 295; A. de Heredia, Vidas de Santos, bienaventurados y venerables de la Orden de San Benito, t. III, Madrid, por Francisco Sanz, 1685, pág. 365; E. Flórez, España Sagrada, t. XVI, 1762, págs. 352 y ss.; S. Lenssen, Hagiologium Cisterciense, pro ms., Tilburg, 1951; A. Quintana Prieto, Santoral de la Diócesis de Astorga, Astorga, Gráficas Cornejo, 1966, pág. 41; D. Yáñez Neira, “San Gil de Casayo, monje y anacoreta”, en la revista Yermo, VII (1979), págs. 189-237.

® Real Academia de la Historia 2018

Fuente: Real Academia de la Historia
Autor: P. Damián Yáñez Neira, OCSO

El precursor del Señor, precursor de mártires y vírgenes.

Toda ciudad con historia tiene una parroquia, capilla, retablo, dedicado al santo precursor del Señor. Pero no todas las parroquias que están dedicadas a San Juan Bautista celebran hoy su titularidad: unas están referidas a su natividad (24 de junio) y otras a su martirio (29 de agosto). Sea como fuere San Juan Bautista como precursor del Señor tiene una gran importancia también en la liturgia.

Iconostasio Ruso. En el tercer piso se aprecia a Cristo en Majestad y la Virgen y San Juan Bautista flanqueándolo. En el resto de ese piso y los superiores los apóstoles y otros santos.

La imagen de San Juan Bautista, junto con la de la Virgen, flanquean al pantócrator de un tipo de representación artística cristiana que se ha llamado Deésis. Esta representación la encontramos en iconos, iconostasios, mosaicos y pinturas del cristianismo antiguo, sobre todo en los iconos de oriente: a Cristo, juez venidero, la Virgen y San Juan Bautista oran para interceder por los hombres. A estas imágenes de la Virgen y San Juan se unen frecuentemente otras de ángeles y santos creando un mosaico de iconos verdaderamente bello: oran intercediendo ante el Señor por vivos y muertos. Eso mismo es lo que nosotros, Iglesia peregrina, hacemos en la misa unidos a los ángeles y a los santos cuando celebramos la eucaristía: Acuérdate de la Iglesia, extendida por toda la tierra… Acuérdate de nuestros hermanos difuntos.

Este conglomerado de oraciones de la comunión de las tres Iglesias (iglesia triunfante del cielo, iglesia peregrina de la tierra e iglesia en la purificación del purgatorio) se expresa en el rito romano en el canon o plegaria eucarística I, la única existente en el rito antes de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II. Podríamos decir que esta plegaria contiene una ‘Deésis literaria’: en el centro de la plegaria la consagración y la presencia de Cristo; antes y después dos listas de santos encabezadas por la Virgen y San Juan respectivamente; el resto de la plegaria es un mosaico de peticiones y restos de plegarias que se interpolaban dentro del canon. Fijándonos solo en las peticiones por vivos y difuntos, las listas de los santos y la presencia de Cristo en la consagración podríamos ver la Deésis del canon:

En una lectura actual que pueda enriquecer nuestra contemplación orante de las Deésis tanto pictóricas como literaria ofrecemos tres notas:

  1. El número simbólico de los nombres. Sabemos que existen algunos números simbólicos en las escrituras y en la espiritualidad entre los que destacan el número doce, el siete o el cuarenta. Estos tres números están insertos en la explicación de las dos listas de santos. Excluyendo a San José que fue insertado en el canon por el Papa Juan XXIII, el número total de santos es de cuarenta. Esto nos pone en una estrecha relación con algunos episodios bíblicos: el diluvio que dio origen a una nueva creación, los días que pasó Moisés en el Horeb en presencia de Dios, los años que caminó el pueblo por el desierto, los días de caminó Elías hasta el Horeb o el tiempo que Jonás permaneció dentro del cetáceo. Este número cuarenta de compone de dos series de doce nombres (número de las tribus y los apóstoles) y otras dos de siete (número de los días de la creación) ambas encabezadas por un santo: la Virgen y San Juan respectivamente.
  2. El listado de la Virgen. Dos de los cinco prefacios de la Virgen presentes en el misal romano hacen alusión a su espera orante junto a los apóstoles: admirablemente unida al misterio de la redención, perseveró con los apóstoles en la plegaria, mientras esperaban al Espíritu Santo (Prefacio IV). Más aún, esta espera orante la hace modelo de la Iglesia suplicante: Ella, esperando con los apóstoles la venida del Espíritu, al unir sus oraciones a las de los discípulos, se convirtió en el modelo de la Iglesia suplicante (Plegaria III). Continúa este último prefacio con la alusión a su acompañamiento y protección de la Iglesia peregrina después de su asunción a los cielos: Desde su asunción a los cielos, acompaña con amor materno a la Iglesia peregrina y protege sus pasos hacia la patria celeste, hasta la venida gloriosa del Señor. La lista de los santo que encabeza la Virgen son precisamente el colegio apostólico y doce sucesores, pastores, cabezas visibles de la iglesia peregrina por la que ella ora y con la que ella ora: veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; (la de su esposo, san José); la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, Santiago y Juan, Tomás, Santiago y Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián.
  3. El listado de San Juan. Siguiendo con los prefacios, el de San Juan Bautista nos ofrece una pista de los santos de la lista que encabeza: mostró al Cordero de la redención… y mereció darle el supremo testimonio derramando su sangre. El Cordero que quita el pecado y que invita a la cena (o mejor dicho el banquete de bodas) fue mostrado por San Juan hasta el derramamiento de su sangre. Como él, muchos otros después han dado su vida por mostrar la fe. La pureza del bautismo que predicó solo es comparable con la pureza de la virginidad que predicó con su ejemplo ascético. La lista de los santos que encabeza San Juan Bautista se compone por siete santos mártires y siete santas vírgenes y mártires: Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felicidad y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia y Anastasia.

Igual que cuando en oriente sienten con el iconostasio que hacen presentes los santos en la oración, nosotros tengamos en cuenta que todos los santos están orando con nosotros al Señor de la gloria: que interceden por nosotros Santa María con los Apóstoles y pastores, y San Juan Bautista con los mártires y las vírgenes. Por ello podemos llamar a María, reina de los Apóstoles y los pastores; por ello podríamos considerar a San Juan, no solo precursor del Señor, sino también profeta del martirio y la virginidad.


Dejamos algunas imágenes. Como se puede ver predominan los iconos y mosaicos, pero podemos ver un detalle del gran cuadro de El entierro del Conde de Orgaz de El Greco, en el que apreciamos a Cristo en la gloria y en un nivel inferior rodeados de los apóstoles y los santos, observamos a la Virgen y a San Juan suplicante por el alma que está llegando. No olvidemos que ‘El Greco’ es el sobrenombre de este pintor por su procedencia griega, y que hasta que se traslado a Italia a sus 26 años fue un prolífico pintor de iconos en Creta.

Dulzura y Sabiduría de Dios en San Agustín. Comentario a la liturgia mozárabe.

En la fiesta de San Agustín de Hipona, la liturgia hispano-mozárabe nos propone unas oraciones que pueden ayudarnos a descubrir algunos aspectos de la vida de este santo obispo.

LA DULZURA

Ya desde el Praelegendum (canto de entrada) escuchamos una oda a la dulzura de la predicación de San Agustín: De la boca del justo mana la miel, aleluya, la dulzura del panal está en su lengua, aleluya, un panal que destila son sus labios, aleluya, aleluya (Cant 4, 11; Sal 111, 2). La boca del obispo Agustín -como prefiere llamarlo este Rito- es esa boca del justo que destila miel: Su palabra de miel no sólo afianzó a los que estaban firmes, aumentando su vigor, sino que también trajo a la fe a los caídos y perdidos (Oratio Admonitionis – Monición sacerdotal).

Como dice el refrán de lo que está lleno el corazón rebosa la boca; es la dulzura de los preceptos de Dios la que mana por boca del obispo de Hipona: No nos olvidamos lo mismo que Agustín, saciado de la dulzura de tus secretos entre todos los rutilantes preceptos que exhalan el perfume de néctar de tus mandatos, que renuevan en casi toda la extensión del mundo, y tal como fueron derramados de su boca como flores, recomendó que nos acogiéramos a las banderas de tu paz (Ad Pacem, Oración de la Paz); Palabra eterna del Padre y lengua del dulce Engendrador, suavidad de la eternidad (Ad Orationem Dominicam, Introducción al Padre nuestro). La dulzura viene de Dios como también la sabiduría que ahora comentaremos: Que la Sabiduría de Dios Padre que aun siendo invisible, por nosotros se hizo visible, ilumine los secretos de vuestros corazones por intercesión de san Agustín (Benedictio, Bendición).

LA SABIDURÍA

Si con el canto de entrada introducíamos el tema anterior, ahora con el sacrificium (canto del ofertorio) comenzamos las referencias al tema de la inteligencia y la sabiduría que se exalta en el santo obispo de Hipona. De facto, el tema ya es introducido a través de la liturgia de la palabra, primero en el Psallendum o salmo de meditación (Sal 118, 97-98. 101. 51): Me haces más sabio que mis enemigos ; y después en el evangelio (Mt 11, 25-30): Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Precisamente toda una parte de la Alia (oración entre los dípticos) es una invitación a la humildad de los pequeños y al reconocimiento de que la inteligencia viene de Dios, aplicada a quienes se están iniciando en la doctrina (neófitos) y a los que la han dejado (herejes): Que los soberbios inclinen su cabeza a la humildad y los presuntuosos moderen la hinchazón de sus pensamientos. Sepan los iracundos reprimir la violencia de su ira y los envidiosos se dejen dominar por la benignidad. Que los sabios basen su ciencia en ti y los necios salgan de las tinieblas de la ignorancia. Amen los neófitos el renacer que da el agua del bautismo, y los judíos, deponiendo su obstinación, reconozcan el misterio de la encarnación de Cristo. Que los herejes conozcan plenamente la verdad y los cismáticos queden unidos a la fe católica.

Todo el canto de ofertorio tomado del libro de los Proverbios es una verdadera exhortación a dejarse llevar por la inteligencia divina:

Si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia, si la procuras como el dinero y la buscas como un tesoro, entonces comprenderás el temor del Señor, y alcanzarás el conocimiento de Dios. Porque es el Señor quien da sensatez, de su boca proceden saber e inteligencia, aleluya, aleluya.
V/. Así entrará en tu mente la sensatez, y sentirás gusto en el saber, la sagacidad te guardará, la prudencia te protegerá, para librarte del mal camino, del hombre que habla perversamente.
R/. Porque es el Señor quien da sensatez, de su boca proceden saber e inteligencia, aleluya, aleluya.

RECONOCIMIENTO A LA ALTURA DE LOS MÁRTIRES

La dulzura de su predicación y la inteligencia y sabiduría de sus libros desemboca en un reconocimiento de santidad que si bien no es el martirio, no es nada desdeñable. En esos términos se expresa la liturgia en dos de sus oraciones:

El obispo Agustín, no vamos a decir que sobresalga de las demás, pero tampoco podemos considerarla menos importante, pues aunque no esté señalada con el rojo de la sangre, tiene un más alto brillo por su predicación.

Oratio Admonitionis (monición sacerdotal).

NOTAS BIOGRÁFICAS

La amplia literatura litúrgica que caracteriza al rito hispano-mozárabe es toda una catequesis sobre la celebración, en este caso del obispo Agustín. En las oraciones podemos encontrar parte de su vida y doctrina que es presentada como sucesión de la doctrina apostólica por la Oratio Admonitionis: Tampoco hay que admirarse porque aborde cuestiones que ya se contienen en la predicación de los apóstoles.

  • La primera referencia que deberíamos mencionar es su conversión comparada a la de San Pablo:

Como Pablo, tocado interiormente por el soplo divino, al instante por la fuerza de la fe destruye lo que por largo tiempo había mantenido equivocadamente; defiende ahora lo que antes amenazador atacaba; ahora ansía fervorosamente por la fe lo que, cegado, antes odiaba.

Illatio, acción de gracias.
  • Existen algunas referencias a la teología trinitaria a la que él mismo se convirtió y luego enseñó:

Oh Padre sin principio, origen y fuente de la luz por medio de la luz verdadera, tu dulcísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, antes del cual no existes ni eres después del mismo, sino que, según aquel inefable modo de decir, siempre eres engendrador de aquel que es siempre engendrado y que de ambos procede la tercera persona, el Espíritu Santo, el Espíritu que no es una naturaleza distinta. Y así expresemos la secreta ansia del deseo del corazón, e iniciemos a honrarte, a ti, que nos harás bienaventurados: tú que convertiste a este pontífice de seguidor de la herejía maniquea a en cumplidor de tu fe.

Illatio, acción de gracias

Para que se haga presente en favor nuestro ante la suma Trinidad y único Dios, el que con su lengua, claramente, o al menos con enigma, y también con sus escritos, nos adoctrinaba en el conocimiento de la misma Trinidad.

Oratio Adminitionis, Monición sacerdotal

Luego los libros que comenzó a escribir en su juventud acerca de la inefable y única Trinidad, los terminó en su ancianidad, de modo que pudo cantar: «Desde mi juventud en mi oración busqué abiertamente la sabiduría; desde muy pronto pedía por ella y hasta el final estaré buscándola».

Illatio, acción de gracias
  • También alude a las herejías que combatió con sus libros:

Lo diga África, que fue infectada con el veneno de Donato

Illatio, acción de gracias