En la fiesta de San Agustín de Hipona, la liturgia hispano-mozárabe nos propone unas oraciones que pueden ayudarnos a descubrir algunos aspectos de la vida de este santo obispo.
LA DULZURA
Ya desde el Praelegendum (canto de entrada) escuchamos una oda a la dulzura de la predicación de San Agustín: De la boca del justo mana la miel, aleluya, la dulzura del panal está en su lengua, aleluya, un panal que destila son sus labios, aleluya, aleluya (Cant 4, 11; Sal 111, 2). La boca del obispo Agustín -como prefiere llamarlo este Rito- es esa boca del justo que destila miel: Su palabra de miel no sólo afianzó a los que estaban firmes, aumentando su vigor, sino que también trajo a la fe a los caídos y perdidos (Oratio Admonitionis – Monición sacerdotal).
Como dice el refrán de lo que está lleno el corazón rebosa la boca; es la dulzura de los preceptos de Dios la que mana por boca del obispo de Hipona: No nos olvidamos lo mismo que Agustín, saciado de la dulzura de tus secretos entre todos los rutilantes preceptos que exhalan el perfume de néctar de tus mandatos, que renuevan en casi toda la extensión del mundo, y tal como fueron derramados de su boca como flores, recomendó que nos acogiéramos a las banderas de tu paz (Ad Pacem, Oración de la Paz); Palabra eterna del Padre y lengua del dulce Engendrador, suavidad de la eternidad (Ad Orationem Dominicam, Introducción al Padre nuestro). La dulzura viene de Dios como también la sabiduría que ahora comentaremos: Que la Sabiduría de Dios Padre que aun siendo invisible, por nosotros se hizo visible, ilumine los secretos de vuestros corazones por intercesión de san Agustín (Benedictio, Bendición).
LA SABIDURÍA
Si con el canto de entrada introducíamos el tema anterior, ahora con el sacrificium (canto del ofertorio) comenzamos las referencias al tema de la inteligencia y la sabiduría que se exalta en el santo obispo de Hipona. De facto, el tema ya es introducido a través de la liturgia de la palabra, primero en el Psallendum o salmo de meditación (Sal 118, 97-98. 101. 51): Me haces más sabio que mis enemigos ; y después en el evangelio (Mt 11, 25-30): Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Precisamente toda una parte de la Alia (oración entre los dípticos) es una invitación a la humildad de los pequeños y al reconocimiento de que la inteligencia viene de Dios, aplicada a quienes se están iniciando en la doctrina (neófitos) y a los que la han dejado (herejes): Que los soberbios inclinen su cabeza a la humildad y los presuntuosos moderen la hinchazón de sus pensamientos. Sepan los iracundos reprimir la violencia de su ira y los envidiosos se dejen dominar por la benignidad. Que los sabios basen su ciencia en ti y los necios salgan de las tinieblas de la ignorancia. Amen los neófitos el renacer que da el agua del bautismo, y los judíos, deponiendo su obstinación, reconozcan el misterio de la encarnación de Cristo. Que los herejes conozcan plenamente la verdad y los cismáticos queden unidos a la fe católica.
Todo el canto de ofertorio tomado del libro de los Proverbios es una verdadera exhortación a dejarse llevar por la inteligencia divina:
Si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia, si la procuras como el dinero y la buscas como un tesoro, entonces comprenderás el temor del Señor, y alcanzarás el conocimiento de Dios. Porque es el Señor quien da sensatez, de su boca proceden saber e inteligencia, aleluya, aleluya.
V/. Así entrará en tu mente la sensatez, y sentirás gusto en el saber, la sagacidad te guardará, la prudencia te protegerá, para librarte del mal camino, del hombre que habla perversamente.
R/. Porque es el Señor quien da sensatez, de su boca proceden saber e inteligencia, aleluya, aleluya.
RECONOCIMIENTO A LA ALTURA DE LOS MÁRTIRES
La dulzura de su predicación y la inteligencia y sabiduría de sus libros desemboca en un reconocimiento de santidad que si bien no es el martirio, no es nada desdeñable. En esos términos se expresa la liturgia en dos de sus oraciones:
El obispo Agustín, no vamos a decir que sobresalga de las demás, pero tampoco podemos considerarla menos importante, pues aunque no esté señalada con el rojo de la sangre, tiene un más alto brillo por su predicación.
Oratio Admonitionis (monición sacerdotal).
NOTAS BIOGRÁFICAS
La amplia literatura litúrgica que caracteriza al rito hispano-mozárabe es toda una catequesis sobre la celebración, en este caso del obispo Agustín. En las oraciones podemos encontrar parte de su vida y doctrina que es presentada como sucesión de la doctrina apostólica por la Oratio Admonitionis: Tampoco hay que admirarse porque aborde cuestiones que ya se contienen en la predicación de los apóstoles.
- La primera referencia que deberíamos mencionar es su conversión comparada a la de San Pablo:
Como Pablo, tocado interiormente por el soplo divino, al instante por la fuerza de la fe destruye lo que por largo tiempo había mantenido equivocadamente; defiende ahora lo que antes amenazador atacaba; ahora ansía fervorosamente por la fe lo que, cegado, antes odiaba.
Illatio, acción de gracias.
- Existen algunas referencias a la teología trinitaria a la que él mismo se convirtió y luego enseñó:
Oh Padre sin principio, origen y fuente de la luz por medio de la luz verdadera, tu dulcísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, antes del cual no existes ni eres después del mismo, sino que, según aquel inefable modo de decir, siempre eres engendrador de aquel que es siempre engendrado y que de ambos procede la tercera persona, el Espíritu Santo, el Espíritu que no es una naturaleza distinta. Y así expresemos la secreta ansia del deseo del corazón, e iniciemos a honrarte, a ti, que nos harás bienaventurados: tú que convertiste a este pontífice de seguidor de la herejía maniquea a en cumplidor de tu fe.
Illatio, acción de gracias
Para que se haga presente en favor nuestro ante la suma Trinidad y único Dios, el que con su lengua, claramente, o al menos con enigma, y también con sus escritos, nos adoctrinaba en el conocimiento de la misma Trinidad.
Oratio Adminitionis, Monición sacerdotal
Luego los libros que comenzó a escribir en su juventud acerca de la inefable y única Trinidad, los terminó en su ancianidad, de modo que pudo cantar: «Desde mi juventud en mi oración busqué abiertamente la sabiduría; desde muy pronto pedía por ella y hasta el final estaré buscándola».
Illatio, acción de gracias
- También alude a las herejías que combatió con sus libros:
Lo diga África, que fue infectada con el veneno de Donato
Illatio, acción de gracias