II Vísperas Domingo XXIV (A)

V/. Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO (propuesto para esta celebración)

Quédate con nosotros, la tarde está cayendo.
Quédate.

1. ¿ Cómo te encontraremos
al declinar el día,
si tu camino no es nuestro camino?
Detente con nosotros;
la mesa está servida
caliente el pan, envejecido el vino.

2. ¿Cómo sabremos que eres
un hombre entre los hombres,
si nos compartes nuestra mesa humilde?
Repártenos tu cuerpo
y el gozo irá alejando
la oscuridad que pesa sobre el hombre.

3. Arroja en nuestras manos
tendidas en tu busca,
las ascuas encendidas del Espíritu
y limpia en lo más hondo
del corazón del hombre
tu imagen empañada por la culpa.

SALMODIA

Ant. 1. Yo mismo te engendré, entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Aleluya.

Salmo 109, 1-5: El Mesías, Rey y Sacerdote

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo mismo te engendré, entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Aleluya.

Ant. 2. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

Salmo 111: Felicidad del justo

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

Ant. 3. Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

Cántico: Cf. Ap 19,1-2.5-7
Las bodas del Cordero

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R/. Aleluya.

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
R/. Aleluya.

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R/. Aleluya.

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido.
R/. Aleluya.

Ant. Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

LECTURA BREVE Hb 12, 22-24

Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.

RESPONSORIO BREVE

V/. Nuestro Señor es grande y poderoso.
R/. Nuestro Señor es grande y poderoso.
V/. Su sabiduría no tiene medida.
R/. Es grande y poderoso.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Nuestro Señor es grande y poderoso.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Magníficat: Jesús dijo a Pedro: «No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete».

+ Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: El Señor ha mirado mi humillación y el Poderoso ha hecho obras grandes por mí.

PRECES

Alegrándonos en el Señor, de quien viene todo don, digámosle:

Escucha, Señor, nuestra oración.

Padre y Señor de todos, que enviaste a tu Hijo al mundo para que tu nombre fuese glorificado, desde donde sale el sol hasta el ocaso,
fortalece el testimonio de tu Iglesia entre los pueblos.

Haznos dóciles a la predicación de los apóstoles,
y sumisos a la verdad de nuestra fe.

Tú que amas a los justos,
haz justicia a los oprimidos.

Liberta a los cautivos, abre los ojos a los ciegos,
—endereza a los que ya se doblan, guarda a los peregrinos.

Haz que los que duermen ya el sueño de la paz
lleguen, por tu Hijo, a la santa resurrección.

Unidos entre nosotros y con Jesucristo, y dispuestos a perdonarnos siempre unos a otros, dirijamos al Padre nuestra súplica confiada: Padre nuestro.

Oh Dios, creador y dueño de todas las cosas, míranos y, para que sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón. Por nuestro Señor Jesucristo

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