La sed del crucificado. Santa Teresa de Calcuta

UN DÍA COMO HOY…

… el 19 de octubre de 2003, el Papa San Juan Pablo II beatificaba a la Madre Teresa de Calcuta, monja de origen albanés vocacionada a la atención de los más pobres en las calles de la Calcuta (India).

LA SED DEL CRUCIFICADO

En la homilía, Juan Pablo II, haciendo referencia a la espiritualidad de la Madre Teresa dijo: «El grito de Jesús en la cruz, «tengo sed» (Jn 19, 28), expresa que la profundidad del anhelo de Dios por el hombre, penetró en el alma de madre Teresa y encontró un terreno fértil en su corazón. Saciar la sed de amor y de almas de Jesús en unión con María, la madre de Jesús, se convirtió en el único objetivo de la existencia de la madre Teresa, y en la fuerza interior que la impulsaba y la hacía superarse a sí misma e «ir deprisa» a través del mundo para trabajar por la salvación y la santificación de los más pobres de entre los pobres».

SANTA TERESA DE CALCUTA

La sed de Cristo en la cruz ha pasado a la liturgia propia de la fiesta de Santa Teresa de Calcuta. El texto evangélico elegido se trata de la conclusión del discurso escatológico cuando Jesús describe el Juicio final y hace referencia a la misericordia obtenida por las obras de caridad: “Venid vosotros… porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”.

Las antífonas, como es habitual, toman palabras del evangelio haciendo, en el caso de la entrada, una bella composición: «Venid, vosotros, benditos de mi Padre, dice el Señor: tuve sede y me disteis de beber; por eso, ahora os doy yo a beber del agua de la vida eterna».

Si esta bellísima antífona abre la celebración, la oración colecta a continuación prosigue con la imagen de Cristo crucificado: «Oh Dios, que llamaste a santa Teresa, virgen, para que correspondiera al amor de tu Hijo, sediento en la cruz, con una eximia caridad hacia los más pobres».

Por si no era suficiente, la composición de un prefacio con el elemento de Cristo sediento nos adentra en el misterio de la eucaristía: «Es nuestro deber y salvación darte gracias… porque has concedido a santa Teresa compartir la sed de tu Hijo crucificado haciéndola misionera de la caridad; ella ha cargado sobre sí el abandono de los pobres y, poniéndose a su servicio, ha irradiado la luz de tu amor misericordioso».

La liturgia expresa el ejemplo santo de Teresa de Calcuta. Cristo crucificado está sediento en los pobres que necesitan de nuestra agua; démosle el agua de nuestra ayuda y Cristo presente en ellos, por su amor misericordioso, nos invitará a beber del agua viva de su costado

‘La ciencia del amor divino’ de Santa Teresita de Lisieux

UN DÍA COMO HOY…

… el 19 de octubre de 1997, el Papa Juan Pablo II firmaba la carta apostólica ‘Divini amoris scientia’ con lo que declaraba doctora de la Iglesia a Santa Teresita de Lisieux.

LA CARTA APOSTÓLICA

El documento con el que Juan Pablo II declara doctora a la sencilla carmelita Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz consta de doce puntos:

  1. Una bella introducción sobre la sencillez y la ciencia del amor divino: «La ciencia del amor divino, que el Padre de las misericordias derrama por Jesucristo en el Espíritu Santo, es un don, concedido a los pequeños y a los humildes, para que conozcan y proclamen los secretos del Reino, ocultos a los sabios e inteligentes».
  2. La rápida difusión de su devoción, doctrina espiritual y atribución de milagros y vocaciones.
  3. Santa Teresita «es maestra de vida espiritual con una doctrina sencilla y, a la vez, profunda que ella tomó de los manantiales del Evangelio bajo la guía del Maestro divino y luego comunicó a sus hermanos y hermanas en la Iglesia con amplísima eficacia».
  4. Las múltiples peticiones que han llegado a la Santa Sede para declararla patrona de la Iglesia universal.
  5. El Papa hace aquí una breve biografía de Santa Teresita.
  6. Comienza con este punto un análisis de su obra. Primeramente la presentación de los escritos desde una clave meramente cronológica mencionando y describiendo las obras de esta santa.
  7. Seguidamente el contenido teológico y dogmático del que Papa escribe: «Su enseñanza no sólo es acorde con la Escritura y la fe católica, sino que también resalta por la profundidad y la síntesis sapiencial lograda. Su doctrina es, a la vez, una profesión de la fe de la Iglesia, una experiencia del misterio cristiano y un camino hacia la santidad». Ideas que desarrollará en los puntos 8, 9 y 10.
  8. Teresa de Lisieux es maestra de vida cristiana porque a pesar de no tener un cuerpo doctrinal sus escritos «irradian particulares fulgores de doctrina que, como por un carisma del Espíritu Santo, captan el centro mismo del mensaje de la Revelación en una visión original e inédita, presentando una enseñanza cualitativamente eminente».
  9. Las fuentes de su doctrina es la Sagrada Escritura en la que «descubrió tesoros ocultos, asumiendo palabras y episodios, a veces con gran audacia sobrenatural, como cuando, leyendo los textos de san Pablo, intuyó su vocación al amor».
  10. La universalidad de la doctrina de Santa Teresita reconocida ya por el Magisterio ordinario de los Pontífices anteriores y del Concilio Vaticano II en el que los padres conciliares, en varias ocasiones, evocaron su ejemplo y doctrina.
  11. Antes de la declaración de doctora de la Iglesia Universal, el Papa ofrece una síntesis de motivaciones: actualidad de su doctrina, fundamentación evangélica, «ilustración teológica de la belleza de la vida contemplativa», joven maestra para los jóvenes, etc.
  12. Declaración de doctora de la Iglesia universal:

Acogiendo los deseos de gran número de hermanos en el episcopado y de muchísimos fieles de todo el mundo, tras haber escuchado el parecer de la Congregación para las causas de los santos y obtenido el voto de la Congregación para la doctrina de la fe en lo que se refiere a la doctrina eminente, con conocimiento cierto y madura deliberación, en virtud de la plena autoridad apostólica, declaramos a santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, virgen, Doctora de la Iglesia universal. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

Bendición de las familias y sus miembros

CAPITULO I
BENDICIÓN DE LAS FAMILIAS Y SUS MIEMBROS

40. La Iglesia, en su actuación pastoral, ha tenido siempre en gran aprecio la comunidad de vida y de amor conyugal, fundada por el Creador e instituida por Cristo, el Señor, como un sacramento del Nuevo Testamento, así como un estado y orden de vida, a semejanza de su misteriosa y fecunda unión con la Iglesia. De esta comunidad procede la familia, en la cual los esposos tienen su propia gracia y vocación en el pueblo de Dios, a fin de que sean cooperadores de la gracia y testigos de la fe y del amor de Cristo para sí mismos, para sus hijos y para los demás familiares. Por esto la familia cristiana, como una Iglesia doméstica, cumpliendo la misión recibida de Dios y ejerciendo su apostolado, está obligada a proclamar muy alto ante los hombres las virtudes del reino de Dios en el mundo y la esperanza de una vida feliz.

41. Para que los esposos y demás miembros de la familia fueran cada vez más aptos para asumir y realizar más plenamente su propia misión, la Iglesia instituyó también algunos sacramentales con los que la vida familiar, en determinadas circunstancias, fuera enriquecida con la proclamación de la Palabra de Dios y una peculiar bendición. Tales son fundamentalmente los Ritos de bendición descritos en este capítulo.

I. Bendición de las familias y sus miembros

II. Bendición anual de las familias en sus propias casas

III. Bendiciones de los esposos

IV. Bendiciones de los niños

V. Bendición de los hijos

VI. Bendición de los prometidos

VII. Bendición de la mujer antes o después del parto

VIII. Bendición de los ancianos que no salen de casa

La Hora Santa, los primeros viernes y las apariciones a Santa Margarita María de Alacoque

PARAY-LE-MONIAL

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Liturgia de Santa Teresa de Jesús

Para celebrar y conocer los textos de la fiesta de Santa Teresa ofrecemos los textos de la Misa y del Oficio.

La morada de Dios en Santa Teresa

Hoy la Iglesia celebra a Santa Teresa de Jesús y para muchos hablar de los detalles biográficos de su vida es redundar en lo sabido. Por eso ofrecemos un texto de esta gran santa, declarada por Pablo VI doctora de la Iglesia en el año 1970, que ilumina las palabras que la liturgia carmelitana contiene en el prefacio de su fiesta:

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
proclamar, Señor, tus maravillas
en la perfección de tus santos y cantar tus misericordias
con santa Teresa, (nuestra madre),
al celebrar hoy su fiesta.
Porque tú eres el Dios vivo y verdadero
que en tu infinita bondad y sabiduría
llenas con tu presencia todas tus criaturas
y has puesto en nuestro corazón la morada de tu gracia.
Has revelado el misterio de tu inmenso amor
en la humanidad de Jesucristo, tu Hijo;
tú nos lo has dado como compañero en nuestras flaquezas,
maestro de la verdad,
modelo de nuestro trato filial contigo,
amigo fiel y esposo de las almas,
manantial inagotable de la santidad de tu Iglesia.
A él cantan los cielos y la tierra,
los ángeles y los arcángeles, proclamando sin cesar.

La comparación de la criatura con el creador que la hizo a su imagen y semejanza transmite la más alta dignidad al hombre que es merecedor de contener y ser morada de la gracia de Dios:

No hallo yo cosa con qué comparar la gran hermosura de un alma y la gran capacidad; y verdaderamente apenas deben llegar nuestros entendimientos, por agudos que fuesen, a comprenderla, así como no pueden llegar a considerar a Dios, pues él mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza. Pues, si esto es como lo es, no hay para qué nos cansar en querer comprender la hermosura de este castillo; porque, puesto que hay la diferencia de él a Dios que del Criador a la criatura, pues es criatura, basta decir su Majestad que es hecha a su imagen para que apenas podamos entender la gran dignidad y hermosura del ánima.

Santa Teresa de Jesús, Moradas I

«Que yo te predique cuanto mereces ser predicada»

En el día de la Virgen del Pilar dejamos para la oración un texto de San Ildefonso de Toledo, padre de la Iglesia hispana.

San Ildefonso de Toledo, Libro sobre la virginidad de Santa María (PL 96, 59)

Feliz tú para mi fe, feliz para mi alma, feliz para mi amor, feliz en mi alabanza y predicación. Que yo te predique cuanto mereces ser predicada, que yo te ame cuánto merece ser amada, que te ensalce en todo lo que eres loable, que te sirva en cuanto se debe servir a tu gloria. Tú, recibiendo a Dios solo, eres posterior el Hijo de Dios, pero, engendrando a Dios hecho a la vez Hombre, eres anterior al Hijo del Hombre; al cual, por solo acogerle, Dios se hospeda en ti, mas, por concebirle, el hombre que a la vez es Dios habita en ti.
En el pasado limpia para Dios, en el presente llena del Hombre-Dios, en el futuro madre del Hombre-Dios; alegre por la concepción y la doncellez, gozosa pro el hijo y la intacta pureza, tan fiel al Hijo como al esposo. De tal modo fiel al Hijo que ni Él mismo conociera progenitor carnal; fiel de tal modo al esposo que él mismo te reconociera madre sin concurso de varón.
Mujer, que has de ser glorificada en el Hijo tanto cuanto, estando libre de todo contacto varonil, has sido instruida en lo que debías conocer, enseñada en lo que debías creer, asegurada en lo que debías esperar y confirmada en lo que, sin detrimento alguno, debías conservar.