UN DÍA COMO HOY…
… el 4 de junio de 1923 es asesinado el Arzobispo de Zaragoza y Cardenal Juan Soldevilla Romero. Nació en Fuentelapeña (Zamora) el 20 de octubre de 1843. Cursó estudios en el Seminario de Valladolid y tras ordenarse sacerdote trabajó en las parroquias de San Nicolás de Bari y Santiago de la capital vallisoletana. Amplió estudios en Toledo y Santiago de Compostela doctorándose en Teología. La oración que tuvo ocasión de recitar con motivo de la muerte de la Reina María de las Mercedes en 1878 le trajo en nombramiento de predicador de Su Majestad y caballero de la Orden de Isabel la Católica.
OBISPO, CARDENAL Y SENADOR

Nombrado Obispo de Tarazona y Administrador Apostólico de Tudela en 1889, vino a suplir lo que su predecesor no había podido hacer por motivos de salud: la visita pastoral de la diócesis y el conocimiento del clero. Hombre respetuoso con el pensamiento ajeno, confirmó en el cargo a la curia a pesar de no gustarle las ideas políticas y sociales de una gran parte del clero, respetó y animo por el camino de la fe y la caridad. Fue nombrado senador del Reino por esa provincia eclesiástica, cargo que ocupó preocupado de la libertad religiosa y colaborando con el proyecto de riego para el Alto Aragón, hecho que lo hizo muy popular y querido por los aragoneses. Fundó la Caja de Ahorros de la Inmaculada, promovió viviendas sociales y apoyó el sindicalismo católico.
El Cardenal Soldevilla había intervenido en el Senado sobre los disturbios de Barcelona donde había muerto en un atentado el sindicalista Salvador Seguí. Activistas anarco-sindicalistas decidieron entonces acabar con la vida de Soldevilla.
SU GRAN APORTACIÓN A LA BASÍLICA DEL PILAR

Siendo Arzobispo de Zaragoza (1902-1923) el Cardenal Soldevilla impulsó las obras y diferentes gestos de engrandecimiento de la Basílica como edificio y como centro de devoción. Consiguió la Declaración de Monumento Nacional para la Basílica del Pilar en 1904. Se impulsó la construcción de una segunda torre en la Basílica (de las cuatro que existen en la actualidad). En la visita ad limina se llevó ante el Papa la Corona de la Virgen del Pilar que el pueblo de Zaragoza habían costeado logrando exponerla en la Basílica Vaticana; y durante este periodo consiguió que obispos de diecinueve países hicieran una solemne ofrenda de las banderas pidiendo la protección de la Virgen del Pilar. Banderas que hoy se conservan exhibidas en el entorno de la capilla de la Virgen.