Hoy la Iglesia celebra a Santa Teresa de Jesús y para muchos hablar de los detalles biográficos de su vida es redundar en lo sabido. Por eso ofrecemos un texto de esta gran santa, declarada por Pablo VI doctora de la Iglesia en el año 1970, que ilumina las palabras que la liturgia carmelitana contiene en el prefacio de su fiesta:
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
proclamar, Señor, tus maravillas
en la perfección de tus santos y cantar tus misericordias
con santa Teresa, (nuestra madre),
al celebrar hoy su fiesta.
Porque tú eres el Dios vivo y verdadero
que en tu infinita bondad y sabiduría
llenas con tu presencia todas tus criaturas
y has puesto en nuestro corazón la morada de tu gracia.
Has revelado el misterio de tu inmenso amor
en la humanidad de Jesucristo, tu Hijo;
tú nos lo has dado como compañero en nuestras flaquezas,
maestro de la verdad,
modelo de nuestro trato filial contigo,
amigo fiel y esposo de las almas,
manantial inagotable de la santidad de tu Iglesia.
A él cantan los cielos y la tierra,
los ángeles y los arcángeles, proclamando sin cesar.
La comparación de la criatura con el creador que la hizo a su imagen y semejanza transmite la más alta dignidad al hombre que es merecedor de contener y ser morada de la gracia de Dios:
No hallo yo cosa con qué comparar la gran hermosura de un alma y la gran capacidad; y verdaderamente apenas deben llegar nuestros entendimientos, por agudos que fuesen, a comprenderla, así como no pueden llegar a considerar a Dios, pues él mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza. Pues, si esto es como lo es, no hay para qué nos cansar en querer comprender la hermosura de este castillo; porque, puesto que hay la diferencia de él a Dios que del Criador a la criatura, pues es criatura, basta decir su Majestad que es hecha a su imagen para que apenas podamos entender la gran dignidad y hermosura del ánima.
Santa Teresa de Jesús, Moradas I