Santa María Goretti

Martirologio romano
6 de julio

1. Santa María Goretti, virgen y mártir, que en una época infantil dura, donde se vio en la necesidad de ayudar a su madre en las labores de la casa, distinguiéndose ya por su piedad, cuando no contaba más que doce años murió en defensa de su castidad a causa de las heridas que le produjo con un punzón un joven que intentaba violarla cuando estaba sola en su casa, cercana a la localidad de Nettuno, en el Lacio, de Italia (1902).

El día litúrgico hispano-mozárabe

Estamos acostumbrados a que el día litúrgico en el rito romano coincide con el día natural. Solamente las solemnidades, como preparación de la fiesta, comienzan a celebrarse en la tarde anterior. El Oficio Divino o liturgia de las horas pretende por un lado la santificación del día y por otro, como complemento, el memorial del Misterio Pascual a través del recuerdo y la evocación de los acontecimientos de la pasión (camino del calvario, crucifixión y muerte), resurrección y primera predicación apostólica (venida del espíritu santo, subida al templo para orar y episodio de Pedro y el centurión Cornelio).

El rito hispano-mozárabe teniendo esa misma intención de la santificación del tiempo ordena el día con las mismas horas pero con una lógica diferente: ya no en el día natural sino en la repetición diaria de la secuencia muerte-vespertino y resurrección-matutino. El día litúrgico comienza con el sacrificio vespertino de ofrenda de la luz para adentrarnos en la oscuridad de la noche del sepulcro. Aquella hora es la misma en la que, mientras nuestro Señor y Salvador estaba cenando con sus apóstoles, les entregó, al empezar la cena, el misterio de su cuerpo y de su sangre, a fin de manifestar que era, aquella, la misma hora que la del atardecer del mundo [1]. Saliendo del oscuro sepulcro de la noche la alabanza matutina celebra la resurrección. Tan solo en algunas solemnidades se extendía la celebración durante todo el día con algo así como segundas vísperas.

La Illatio de la noche santa de Pascua es una bella oración en la que podemos contemplar esta secuencia muerte-vespertino y resurrección-matutino: elevando sus manos en la cruz, quedó colgado en el madero como sacrificio vespertino; y al resucitar del sepulcro se nos dió como fruto bendito de la mañana [2].


[1] San Isidoro, De ecclesiasticis officiis, I, XX.

[2] Misal hispano-mozárabe (CPL, Barcelona 2015).
Nótense aquí dos detalles complementarios: elevar las manos en la cruz, que hace referencia a la forma de extender las manos para la oración; fruto bendito de la mañana: habría que comprobar sobre los textos originales la expresión ‘fruto bendito’, aunque podría hacer referencia a la comparación entre la Virgen María y la mañana que nos traen el fruto bendito, Cristo encarnado y resucitado respectivamente. San Isidoro en De ecclesiasticis officiis hace esta doble referencia nacimiento-resurrección de Cristo al explicar los maitines: (cf. I, XXIII). La Illatio que hemos citado, por su parte, introduce el matiz de la madre Iglesia que engendra a los creyentes: en recuerdo e imitación de este sagrado misterio, ahora nacen en la vida eterna los hijos de la luz, pues la madre Iglesia, en parto matinal, los engendra en esta noche por la gracia del Espíritu, concibiéndolos sin corrupción y alumbrándolos con gozo, a semejanza de la Virgen Madre.

San Atanasio de Jerusalén

Martirologio romano
5 de julio

4. Conmemoración de san Atanasio de Jerusalén, diácono de la iglesia de la Santa Resurrección y mártir, que fue atrozmente atormentado por el monje hereje Teodosio por reprobarle su impiedad y por haber defendido el Concilio de Calcedonia contra quienes lo impugnaban (451/452).

Santa Ciprila

Martirologio romano
5 de julio

3. En Cirene, en Libia, santa Ciprila, mártir, la cual, según cuenta la tradición, durante la persecución bajo Diocleciano retuvo en sus manos durante mucho tiempo carbones ardiendo junto con el incienso, para que no pareciese, si los tiraba, que ofrecía culto a los dioses, y despedazados luego cruelmente sus miembros, su alma, decorada con su sangre, voló al encuentro del Esposo (s. IV).

EL INCIENSO Y LA OBLIGACIÓN DEL CULTO PAGANO

La persecución desatada por los emperadores romanos contra los primeros cristianos se tradujo en la práctica en la presión para que abandonaran el culto cristiano dando culto a los dioses paganos. Una forma de culto era la ofrenda del incienso que santa Ciprila no quiso hacer dejando los carbones y el incienso sobre sus manos para así no abandonar la fe cristiana.

San Juan de Sahagún, el pacificador

Martirologio romano
11 de junio

9. En Salamanca, en España, San Juan de Sahagún González de Castrillo, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que son su santidad de vida y sus coloquios constantes logró la concordia de las facciones existentes entre los ciudadanos. (1479)

El insigne predicador San Juan de Sahagún es merecedor del apelativo de ‘pacificador de los bandos’. A raíz de las disputas y muertes de las familias Monroy y Manzanos, la ciudad de Salamanca se hallaba en una peligrosa división en dos bandos, cada uno partidario de una de las familias. El empeño desde el púlpito y a pié de calle de nuestro santo consiguió apaciguar los ánimos, no sin sufrir en sus carnes las amenazas y desprecios de ambos bandos. La reconciliación se hizo oficial con la firma de un pacto el 30 de septiembre de 1476.

Según la tradición sus sermones convirtieron de su conducta un hombre adúltero, cuya amante, en venganza lo envenenó produciéndole la muerte el 11 de junio de 1479.

San Bernabé

Martirologio romano
11 de junio

1. Memoria de San Bernabé, apóstol, varón bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe, que formo parte de los primeros creyentes en Jerusalén, predicó el evangelio en Antioquía introdujo entre los hermanos a Saulo de Tarso, recién convertido. Con él realizó un primer viaje por Asia para anunciar la Palabra de Dios, participó luego en el concilio de Jerusalén y terminó sus días en la isla de Chipre, su patria, sin cesar de difundir el evangelio (s. I).

Como dijo en Papa Benedicto XVI en una de las catequesis de los miércoles San Pablo no quería hacer la misión él solo y se rodeó siempre de colaboradores. Bernabé no sólo introdujo a Pablo en la comunidad creyente, luego le acompaño en su tarea evangelizadora. Dejamos un fragmento de la audiencia del Papa donde lo explica.

Benedicto XVI
Audiencia general. Miércoles, 31 de enero de 2007

Tenemos que reconocer que el Apóstol es un ejemplo elocuente de hombre abierto a la colaboración: en la Iglesia no quiere hacerlo todo él solo, sino que se sirve de numerosos y diversos compañeros. No podemos detenernos a considerar todos estos valiosos ayudantes, pues son muchos. Baste recordar, entre otros, a Epafras (cf. Col 1, 7; 4, 12; Flm 23), Epafrodito (cf. Flp 2, 25; 4, 18), Tíquico (cf. Hch 20, 4; Ef 6, 21; Col 4, 7; 2 Tm 4, 12; Tt 3, 12), Urbano (cf. Rm 16, 9), Gayo y Aristarco (cf. Hch 19, 29; 20, 4; 27, 2; Col 4, 10). Y mujeres como Febe (cf. Rm 16, 1), Trifena y Trifosa (cf. Rm 16, 12), Pérside, la madre de Rufo, de quien san Pablo dice que «es también mi madre» (cf. Rm 16, 12-13), sin olvidar a esposos como Prisca y Áquila (cf. Rm 16, 3; 1 Co 16, 19; 2 Tm 4, 19). Hoy, entre todo este conjunto de colaboradores y colaboradoras de san Pablo, centramos nuestra atención en tres de estas personas que desempeñaron un papel particularmente significativo en la evangelización de los orígenes: Bernabé, Silas y Apolo.
«Bernabé», que significa «hijo de la exhortación» (Hch 4, 36) o «hijo del consuelo», es el sobrenombre de un judío levita oriundo de Chipre. Habiéndose establecido en Jerusalén, fue uno de los primeros en abrazar el cristianismo, tras la resurrección del Señor. Con gran generosidad vendió un campo de su propiedad y entregó el dinero a los Apóstoles para las necesidades de la Iglesia (cf. Hch 4, 37). Se hizo garante de la conversión de Saulo ante la comunidad cristiana de Jerusalén, que todavía desconfiaba de su antiguo perseguidor (cf. Hch 9, 27). Enviado a Antioquía de Siria, fue a buscar a Pablo, en Tarso, donde se había retirado, y con él pasó un año entero, dedicándose a la evangelización de esa importante ciudad, en cuya Iglesia Bernabé era conocido como profeta y doctor (cf. Hch 13, 1).

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Antonio Gaudí, el arquitecto de Dios

UN DÍA COMO HOY…

… El 10 de junio de 1926 fallecía el arquitecto de la sagrada familia, Antonio Gaudí.

Nació el 26 de enero de 1852 y fue bautizado con los nombres de Antonio plácido Guillermo. Realizó los estudios primarios en los escolapios de Reus y a los 17 años se trasladó a Barcelona para los superiores. De 1873 a 1878 estudió arquitectura destacando desde muy pronto con formas artísticas novedosas.

Su evolución hacia la vida interior se vio marcada por los golpes de la muerte de su madre, su hermana y su sobrina. La muerte de su padre lo dejó finalmente en una soledad agravada por un fallido intento de matrimonio.

Antonio Gaudí

La soledad y las virtudes de la vida cotidiana, así como plasmación de su experiencia de dios a través de la arquitectura le han valido el apelativo de ‘el arquitecto de Dios’, así como la apertura del proceso de beatificación el 22 de febrero del año 2000.

El 7 de julio de 1926, Gaudí fue atropellado por un tranvía en Barcelona y recogido en el hospital de la Santa Cruz como un desconocido. Recibió con lucidez los últimos sacramentos y murió tres días más tarde.


Cirilonas, Homilía (JES)

“ En lugar de aquella primera vid, que dio vinagre a su Señor (cf. Is 5,2), ha brotado para nosotros del seno de la Virgen la vid verdadera. Ésta es la vid que da de comer a los hombres y les comunica la vida. Ésta es la vid que consuela con su bebida las almas de los afligidos. Ésta es la vid que con su vino purifica al mundo del pecado. Él es el racimo de uvas que a la noche en el cenáculo, él mismo se ha exprimido y se ha entregado a los discípulos en el cáliz como el Testamento de la verdad. ¡Oh vid, cuán prodigiosa eres, tú, cuya riqueza jamas se agota!…”.

— Cirilonas, Homilía 2.