
El 20 de mayo la Iglesia celebra el martirio de San Baudilio, diácono del s.IV. Fue martirizado por negarse a sacrificar a los ídolos. Es representado con el libro de los evangelios y la dalmática, símbolos diaconales; lleva en su mano el hacha de su martirio. En algunas de sus representaciones se coloca un árbol tras él. Se cuenta que su sepulcro estaba al lado de una fuente y un río, y brotó un laurel. Recordemos que el laurel (la corona de laurel) en el ámbito romano era símbolo de la victoria.
Se cuenta que cuando los discípulos de San Baudilio fundaban un cenobio o monasterio buscaban un lugar que simulase el sepulcro de este santo. Las fuentes y el arroyo cerca de San Baudelio de Berlanga (Soria) podrían atestiguar esta tradición.
LA IGLESIA PRERROMÁNICA DE SAN BAUDELIO DE BERLANGA
Se trata de una de las joyas del arte prerrománico español construido en el s. XI por artesanos mozárabes. Todo el interior de San Baudelio es un espacio singular como se puede ver en las imágenes.
La bóveda de la nave está sostenida por una gran columna de la que salen ocho arcos. Sobre esta columna un pequeño habitáculo de difícil acceso. En la parte que debería ser la trasera está ubicada una tribuna sostenida por veintidós columnas que sostienen los pequeños arcos de herradura. Dentro de este espacio un hueco de la pared da acceso a una gruta natural.







ENTRE GÉNESIS Y APOCALIPSIS
Todo tiene una profunda simbología: la columna con su ocho arcos simula a una gran palmera donde se cobijan los fieles para la alabanza divina. El número ocho, es el octavo día: símbolo de la resurrección y de la vida eterna. Entre los arcos algunos arcángeles parecen sostener el trono de Dios en la Jerusalén del cielo simbolizado por ese habitáculo sobre la columna, donde parece que se podrían encontrar escritos y reliquias: un sitio oculto y misterioso que encierra el misterio de la celebración. Los fieles se hayan acogidos por la vida eterna y llamados a ascender a ese espacio de la Jerusalén del cielo si miran a lo alto; pero si miran abajo el bosque que componen las veintidós columnas asemeja el jardín del Edén, del que salieron Adán y Eva tras el pecado caminando hacia el Oriente. Así en algunas celebraciones en las que se camina en torno a la gran columna, los monjes entran a ese bosque de columnas en el que parecen ocultarse por vergüenza a su pecado como nuestros primeros padres y salen siempre caminando hacia el Este, buscando lo perdido: la visión del rostro de Dios que baja a pasear con los hombres. Entre el Edén que está abajo y la Jerusalén del cielo se abren escenas de simbología animal y la narración del evangelio con escenas de la infancia, vida pública y pasión del Señor. Otros elementos como el ábside lugar sagrado para la celebración de los misterios o la gruta que bien puede simbolizar el sepulcro cierran este espacio.
Pero esto solo es una pequeña interpretación de la profunda espiritualidad visigótico-mozárabe. Muchos otros elementos pueden ayudarnos a hacer una lectura de este lugar.