O Sapientia, quae ex ore Altisimi prodisti, attingens a fine usque ad finem fortiter suaviterque disponens omnia: veni ad docendum nos viam prudentiae
Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, que cuidas de cuanto hay de un confín al otro, al mismo tiempo que todo lo ordenas con suave firmeza: ven y danos a conocer el camino de la prudencia.
Canto de la antífona
Retiro con las antífonas mayores del Adviento
Antífonas mayores del Adviento
Entre el 17 y el 23 de diciembre las antífonas que acompañan el Magnificar de Vísperas tienen una simbología y teología especiales.
Ya decía Amalario de Metz en una explicación de esta antífona que una cosa es gustar y otra entender. La Sabiduría y el entendimiento son cosas diferentes aunque ambos son dones del Espíritu.
La Sabiduría en el evangelio de San Juan es identificada con Jesús. El libro del Eclesiástico contiene un discurso de la sabiduría que se elogia a sí misma:
Yo salí de la boca del Altísimo,
y como niebla cubrí la tierra.
Puse mi tienda en las alturas,
y mi trono era una columna de nube (…)
Entonces el Creador del universo me dio una orden,
el que me había creado estableció mi morada
y me dijo: “Pon tu tienda en Jacob,
y fija tu heredad en Israel”.
Desde el principio, antes de los siglos, me creó,
y nunca jamás dejaré de existir (Eclo 24, 3-4. 8-9).
Salir de la boca de Dios, poner la morada entre los hombres y el carácter eterno son notas distintivas de Jesús que es descrito por el evangelio de San Juan como la Palabra del Padre desde la creación:
En el principio existía el Verbo,
y el Verbo estaba junto a Dios,
y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo,
y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1, 1-3.14).
Jesús es la Palabra del Padre que desde el principio ordenó todo en la creación y lo ha cuidado ‘de un confín al otro’ -como dice la antífona-. Jesús es presentado por la antífona del 21 de diciembre como ‘Oriens, resplandor de la luz eterna’ del Padre[3], tomando las palabras de la carta a los hebreos: Él es relejo de su gloria, impronta de su ser (Hb 1, 3). Con las mismas palabras es definida la sabiduría en el antiguo testamento:
Es un hálito del poder de Dios,
una emanación pura de la gloria del Omnipotente, por lo que nada manchado llega a alcanzarla.
Es un reflejo de la luz eterna,
un espejo sin mancha de la actividad de Dios,
una imagen de su bondad (Sab 7, 25-26).
Este reflejo, espejo, imagen es Cristo, y su sabiduría es la que nosotros anunciamos y predicamos como dice San Pablo: Enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos (1 Cor 2, 6).
Sí estuvo muy bien el retiro de Adviento. Como siempre Santi sabe hacerlo con «espíritu». Gracias.
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