Antífonas mayores del Adviento

Desde el día 17 al 23 de diciembre, la antífona que acompaña al canto evangélico de vísperas, el Magníficat, y unas características peculiares: comienza con exclamación ‘Oh’ seguida de una invocación cristológica. A estas antífonas se les conoce como ‘antífonas mayores’ o ‘antífonas o’. Las iniciales del título cristológico encierran un simbolismo: Leídas desde la última a la primera forman las palabras ‘ERO CRAS’, es decir, ‘Estaré aquí mañana’. Y leídas de primera a última SARC ORE, o sea, ‘carne por boca’ que nos recuerda que la palabra que Dios pronunció por su boca se ha hecho carne (cf. Jn 1, 14).

Para saber mas…

Aquí dejamos la letra de las antífonas que completamos con comentarios y música:

17 de diciembre: O Sapientia
18 de diciembre: O Adonai
19 de diciembre: O Radix
20 de diciembre: O Clavis
21 de diciembre: O Oriens
22 de diciembre: O Rex
23 de diciembre: O Emmanuel

Leídas las letras en negrita de abajo hasta arriba: ERO CRAS (estaré aquí mañana). De arriba hacia abajo: SARC ERO (carne con boca).

En la liturgia de las horas existe un himno inspirado por las antífonas O. A continuación puedes encontrar una musicalización del himno por Lucien Deiss

17 de diciembre

O Sapientia, quae ex ore Altisimi prodisti, attingens a fine usque ad finem fortiter suaviterque disponens omnia: veni ad docendum nos viam prudentiae

Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, que cuidas de cuanto hay de un confin al otro, al mismo tiempo que todo lo ordenas con suave firmeza: ven y danos a conocer el camino de la prudencia.

La primera antífona, ‘O Sapientia’ es congruente en el primer grado del espíritu de sabiduría. Una cosa es gustar y otra entender. Son mucho los que gustan las cosas eternas, pero no pueden entenderlas en modo alguno. La sabiduría que se encuentra en Cristo, colma firmemente el alma con la certeza y la esperanza de las cosas eternas y en el momento oportuno lo dispone todo. En Cristo se da la suma sabiduría; la sabiduría que se encuentra en los demás hombres no es sino un pálido destello de la suma sabiduría.

Amalario de Metz
Liber de ordine antiphonarii, 17

18 de diciembre

O Adonai et Dux domus Israel, qui Moysi in igne flammae rubi apparuistiet ei in Sin legem dedisti: veni ad redimendum nos in bracchio extento

Oh Adonai y caudillo de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en el fuego llameante de una zarza y le diste, en el Sinaí, tu ley: ven y redímenos con tu brazo poderoso

La sexta antífona1 nos expone algo maravilloso, es decir, que el señor se apareció a Moisés en la llama de la zarza ardiente, sin que la zarza se quemara. .Esta antífona es congruente con el sexto grado del espíritu de piedad. El espíritu de piedad que hay en Cristo perdona misericordiosamente a los que se hicieron daño así mismos. De este espíritu estaba lleno Moisés, del que se lee que era ‘el hombre más humilde y sufrido del mundo’ (Nm 12, 3). Pero en modo alguno era más humilde que Cristo. Cristo, que convivió con el pueblo judío, resplandeció como una llama de fuego. Hizo milagros, perdonó los pecados a los humildes, a los mansos, a los temerosos de la palabra de Dios, pero los zarzales de los judíos de corazón soberbio, que preparaban insidias y persecuciones contra Cristo, no ardieron. No obstante, la piedad de Cristo toleró estas cosas, llegando incluso a orar desde la cruz por sus perseguidores.

Amalario de Metz
Liber de ordine antiphonarii, 26-27

1 En la obra de Amalario esta antífona está colocada en el sexto lugar.

19 de diciembre

O Radix Jesse, qui stas in signum populorum, super quem continebunt reges os suum, quem gentes deprecabuntur: veni ad liberandum nos, iam noli tardare

O Raíz de Jesé, que te alzas como estandarte de los pueblos; los labios de los reyes evitarán mencionarte mientras que las naciones invocarán tu nombre: ven y líbranos. No tardes ya.

La cuarta1 se expresa con una alabanza admirable y de alguna manera inefable, al decir que es el renuevo de Jesé se levantará ‘como estandarte de los pueblos’ y que en su presencia callarán los reyes y todas las naciones le invocarán. Es así como canta: ‘O radix Jesse, qui stas’ en la cruz, con las manos en sus extremos, y eres ‘estandarte de los pueblos’ cuando el sol se oscureció y la tierra tembló, las piedras se resquebrajaron y se abrieron los sepulcros (Mt 27, 51-52), ‘ante quien los reyes enmudecerán’, es decir, los príncipes de este mundo, que silenciarán su retórica y su dialéctica, cuando llegue la predicación de la santa cruz y del santo evangelio, y por eso actualmente los pueblos vibran para predicar al crucificado.

Amalario de Metz
Liber de ordine antiphonarii, 22

1 En la obra de Amalario esta antífona está colocada en el cuarto lugar.

20 de diciembre

O Clavis David, et sceptrum domus Israel; qui aperis, et nemo claudit; claudis, et nemo aperit: veniet educ vinctum de domo carceris, sedentem in tenebris et umbra mortis

Oh Llave ed David, y cetro de la casa de Israel; cuando abres, nadie puede cerrar; cuando cierras, nadie puede abrir: ven y saca de la cárcel al que está cautivo, al que se encuentra sumido en las tinieblas y en la oscuridad de la muerte.

La segunda antífona1 nos pone de manifiesto que Cristo es un admirable custodio de la puerta: lo que él cierra, no hay nadie que lo abra, y lo que abre, no hay nadie que lo cierre. Así está escrito de él en el Apocalípsis: ‘Esto dice el Santo, el verdad, el que tiene la llave de David, el que abre nadie cierra, cierra y nadie abre’ (Ap 3, 7). Que tiene este sentido: el que tiene la llave de David, es decir el poder real, la tiene por haber nacido de la estirpe de David, que es lo mismo que decir que la profecía de David se ha hecho patente en la manera de obrar de Cristo. El es el que abre y nadie cierra, cierra y nadie abre: los secretos de la ley divina quedan abiertos a los fieles por el poder que solo Cristo posee; para los infieles, estos secretos permanecen cerrados.

Amalario de Metz
Liber de ordine antiphonarii, 18

1 En la obra de Amalario esta antífona está colocada en el segundo lugar.

21 de diciembre

O Oriens, splendir lucis aeternae el sol iustitiae:
veni, et illumina sedentes in tenebris et umbra mortis

Oh Oriente, resplandor de la luz eterna y sol de justicia: ven e ilumina a los que están sumidos en las tinieblas y en la oscuridad de la muerte.

La quinta antífona1 se admira del audito Oriente, que las vicisitudes de los tiempos no hacen cambiar de un día a otro, sino que es eterno; el sol que nos trae, no solo iluminan los ojos del cuerpo, sino también los del alma. La justicia corresponde al aspecto del alma. Esta antífona es congruente con el quinto grado del espíritu de ciencia. El espíritu de ciencia que hay en Cristo, sabe lo que debe ser castigado misericordiosamente. El origen de la ciencia, que radica en la caridad, es Cristo. Basta su sola justicia, para hacer que los ojos del alma que lo contemplan se hagan poseedores de la ciencia.

Amalario de Metz
Liber de ordine antiphonarii, 22-23

1 En la obra de Amalario esta antífona está colocada en el quinto lugar.

22 de diciembre

O Rex gentium et desideratus earum, lapisque angularis, qui facis utraque unum:
veni et salva hominem, quem de limo formasti

Oh Rey de las naciones a quien ellas anhelan, y piedra angular, que das unidad a lo que está separado: ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra.

La séptima1 se refiere al rey de las naciones, y de manera admirable lo coloca como piedra angular; nosotros creemos que esta piedra vive y que tengamos necesidad de ella tal y como dice el antífona: para ‘de dos, hacer uno’, es decir, para unir en un solo los dos muros que iban en sentido diverso, a saber, el del pueblo de los judíos y el del pueblo de los gentiles, y hacer, así, una sola iglesia. Esta antífona es congruente con el séptimo grado del espíritu de temor. El espíritu de temor que hay en Cristo hace que los pueblos sean temerosos, como está escrito: los gentiles temerán tu nombre, señor, y los reyes del mundo tu gloria (Sal 101, 16)

Amalario de Metz
Liber de ordine antiphonarii, 28-29

1 En la obra de Amalario esta antífona está colocada en el séptimo lugar.

23 de diciembre

O Emmanuel, rex et legifer noster, expextatio gentium et salvator earum: veni ad salvandum nos, Domine Deus noster.

Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro, expectación de las naciones y también su salvador: ven y sálvanos, Señor, Dios nuestro.

La tercera antífona1 Dice: o en Manuel, Rex Legis Fer Knoester.Es admirable decir que dios esté con los hombres, que, y beba con ellos y que responda a sus preguntas siempre que lo quieran. El mismo rey David, no desde el punto de vista temporal sino eterno, es en cierto modo otro Moisés, que nos da la ley que perdura por los siglos de los siglos.Es a él a quien esperamos, nosotros, que formamos parte de los gentiles; el nos salvará por toda la eternidad.

Amalario de Metz
Liber de ordine antiphonarii, 20

1 En la obra de Amalario esta antífona está colocada en el tercer lugar.

Para saber mas…

Henri Leclercq
Dictionnaire d’archéologie chrétienne et de liturgie

En el oficio de Vísperas de los siete días previos al de la Vigilia de Navidad, el canto del Magníficat va precedido por el de una antífona. Estas siete antífonas forman un grupo que recibe el nombre de antiphone majores y, puesto que cada una de ellas empieza por la letra ‘O’, se les llama familiarmente las ‘antífonas mayores’, las ‘antífonas O’ y también las ‘O mayores’. Estas antífonas remontan a una lejana antigüedad ya que las encontramos en uno de los más antiguos documentos de la liturgia romana en el Responsorial atribuido a San Gregorio I, así como en los antifonarios romanos publicados por Tomasi. Encontramos la mención de estas antífonas en la vida de Alcuino, en Amalario, en Bernón de Reichenau, en el Ordo Romanus XI, en Raúl Ardiente, Reinero de Lieja, Honorio de Autun, Durando de Mende y en la mayor parte de los libros litúrgicos de este periodo de la Edad Media.

Un antíguo antifonario romano, publicado por Tomasi, prescribe el canto de estas antífonas a partir de la fiesta de san Nicolás (6 diciembre) hasta la fiesta de santa Lucía (13 diciembre); el Ordo Romanus XI, del canónigo Benedicto, en el siglo XI, indica el canto de estas mismas antífonas a partir del 6 de diciembre hasta la Vigilia de Navidad, o en los días que precedían inmediantamente esta fecha, según el número de las antífonas adoptado por cada Iglesia particular.

Estas antífonas se cantaban habitualmente a la hora de Vísperas, aunque varias Iglesias habían introducido la costumbre de cantarlas con el Benedictus, en el oficio de laudes. San Gregorio I, Amalario, la Vida de Alcuino, un antifonario publicado por Tomasi, Reinero y Durando mencionan esta costumbre en las Vísperas, mientras que Bernñónb de Reichenau, el canónigo Benedicto y otro antifonario romano la asignan al oficio de Laudes.

Cada antífona recibe el nombre de sus palabras iniciales: O Sapientia, O Adonai, O Radix, O Clavis, O Oriens, O Rex, O Emmanuel. El núnero de estas piezas liturgicas está fijado actualmente en siete, pero este número varió en la Edad Media. Parece que estas antífonas habían formado un grupo primitivo y los que quisieron aumentarlo, añadiendo nuevas antífonas, no se dieron cuenta de que estas siete antífonas formaban un acróstico, remontando de la última a la primera antífona: este acróstico forma las dos palabras ‘ERO CRAS’, ‘Estaré aquí mañana’. El rito romano ha conservado el número septenario indicado por Raúl Ardiente, Bernón, Honorio de Autun, Durando de Mende y el antiguo antifonario publicado por Tomasi. Ya el Responsorial de san Gregorio indica una octava antífona a la santísima Virgen: O Virgo virginum, de la que también hace mención Amalario constata divergencias entre el antifonario de Metz y el de Roma. El manuscrito de París, Biblioteca Nacional, lat. 17436, contiene nueve antífonas; se encuentra este mismo número en Lieja y en Alemania. A las siete antífonas ya mencionadas, se añadía O Virgo virginum y O Summe artifex, o bien, como en París, O Sancte sanctorum y O Pastor Israel. Los manuscritos 390-391 de la biblioteca de Saint-Gall contienen doce antífonas. Durando menciona igualmente nueve antífonas; otros alcanzan el número de doce, por ejemplo, Engelberto de Admont, un antifonario citado por Tomasi, y varios libros citados por Martène.

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