En el segundo libro de su obra De ecclesiasticis officiis, San Isidoro dedica un capítulos al ministerio de los lectores (Capítulo XI – LOS LECTORES).
No podemos obviar que nos separan muchos siglos, a la par que no podemos echar en saco roto algunas de sus reflexiones y consejos. Este capítulo lo forman cinco números:
- Hace referencia al origen del ministerio trayendo al texto la cita de Is 58, 1, que hemos tomado para el título: Clama a voz en cuello sin cesar; alza tu voz como trompeta.
- Conocimiento de la doctrina y de los libros bíblicos, de sus géneros literarios y de la forma de pronunciar cada uno de los textos.
- Llama la atención sobre algunos textos particularmente difíciles para la dicción porque pueden expresar otra cosa diferente si equivocamos el tono y la forma de leer.
- Prosigue con el mismo tema sobre frases y palabras, poniendo sobre aviso que da la impresión de no conocer la doctrina del texto quien no conoce la forma de pronunciarla.
- Características de la voz: clara y potente. Para ello es necesario cuidarla para que verdaderamente sea como un trompeta que todos oigan.
Ante esta reflexión cabe la pregunta de si cualquiera puede ser lector; la respuesta en palabras de San Isidoro:
- Deber tener el encargo: ante los fieles les entrega el códice de las palabras divinas para que anuncien la Palabra de Dios.
- Conocimientos teológicos y bíblicos: debe estar embebido de la doctrina y de los libros y gozar del pleno conocimiento de sus contenidos y de sus palabras.
- Dotes de dicción: es necesario el talento de quien conoce la manera propia y conveniente con la que se debe leer cada una de las frases; la voz del lector debe ser diáfana y nítida.