San Adriano de Nicomedia

Un día como hoy…

… en el Martirologio Jeronimiano se conmemora a San Adriano de Nicomedia. Otros martirológios y calendarios asignan otro día a este santo mártir de la iglesia de Nicomedia. Mientras que los sinaxarios griegos lo recuerdan el 26 de agosto, fecha en que también lo celebran los armenios, los coptos lo celebras unos días antes, el 19 de agosto. El Martirologio Romano coloca su fiesta el 8 de septiembre por decisión del Papa Sergio I (687-701), ya que la procesión de inicio de la fiesta de la Natividad de la Virgen María en la Basílica de Santa María la Mayor, partía desde la Iglesia de San Adriano. En el rito hispano-mozárabe se celebra el 16 de junio.

Militar, esposo y mártir.

Adriano fue un militar romano destinado a Nico media y casado con la cristiana Natalia. El testimonio martirial de veintitrés cristianos sometidos a la tortura por la persecución de Maximiano hizo que Adriano abrazara la fe cristiana. Fue llevado ante el emperador par ser juzgado: fue apresado y encarcelado. Su esposa, entre el grupo de mujeres que atendían a los esclavos cristianos, pasó con él los últimos días de su prisión, con la dura tarea de sujetar los pies y manos de su marido mientras se los cortaban.

Su cuerpo, salvado de la hoguera por la lluvia, fue rescatado por el cristiano Eusebio y sepultado en Argirópolis, Bizancio (actualmente en el barrio Fundukli en Estambul), donde posteriormente recibiría sepultura su esposa. Según la tradición sus reliquias fueron trasladadas posteriormente a Roma, hecho que en la edad media suscitó un gran devoción por toda Europa.

Oración de la liturgia hispana

Por la atención que recibía de su mujer, ambos son considerados abogados de las epidemias, pestes y pandemias.

Dios sumo, eterno e inescrutable, en quien se alegró con gozo vehemente tu santa sierva Natalia cuando conoció que su esposo Adrián se había convertido a ti tan plenamente; sálvanos por las preces de ambos, a los que en ti creemos y esperamos, y santifícanos con sus aportaciones.

Él, con su ejemplo, nos haga más fuertes, ella guíe a los que tienen que curarse y se muestre a los que están curados.
Por él se anime a la virtud el ánimo renqueante, por ella queden curadas nuestras heridas hasta lo más profundo.
Reciba él a los que han de levantarse, guarde ella a los que necesitan ser visitados.
Otorgue él la gloria a los curados, aplique ella los medicamentos a los que están por curar.
Recoja él a los que ella no aparte, y cure ella a los que él ha de glorificar.
Así, por uno y otra, reciban su salvación los que van a curarse, y a los curados, se les dé la plenitud de la gloria eterna.
R/. Amén. 

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