La Santa Misa desde el canto gregoriano 08 – II domingo de Cuaresma

El introito de la misa del II domingo de Cuaresma (Sal. 26, 8.9.1) dice: Tibi dixit cor meum, quaesivi vultum tuum, vultum tuum, Domine, requiram: ne avertas faciem tuam a me (Contigo habló mi corazón, sólo ansié contemplar tu rostro; lo buscaré, Señor, no lo escondas a mi vista). Tanto textual como musicalmente podemos ver dos partes claramente diferenciadas. La primera de ellas está caracterizada por las continuas pulsaciones unisónicas sobre la cuerda de recitación Do, especialmente las que se encuentran en la última sílaba de dixit: dos grupos estróficos separados por una virga con episema. La palabra Tibi comienza con un pes no ligero, denso, que nos recalca la importancia y fuerza de esta palabra, pues es hacia ti, contigo, Señor, con quien habló mi corazón.

En la segunda parte el momento más expresivo, más intensamente destacado, es la palabra requiram, pues la acción de buscar el rostro del Señor el momento más importante. Tras esta enfatización, el canto concluye con un descenso melódico, progresivo, en el que predomina la relación silábica entre texto y melodía.

Quienes leéis habitualmente estos comentarios sabéis que nos centramos especialmente, aunque no sólo, en el canto de entrada. Sin embargo hoy vamos a dedicar unas líneas al tracto. Este canto forma parte de la Misa del domingo de Sexagésima –en los lugares en los que se sigue celebrando el rito tradicional-, cuando la Iglesia recuerda el diluvio universal. El texto, tomado del salmo 59, dice: Commovisti, Domine, terram et conturbasti eam. Sana contritiones ejus, quia mota est. Ut fugiant a facie arcus: ut liberentur electi tui (Conmoviste, Señor, la tierra, y la turbaste. Sana sus hendiduras, porque se bambolea. Para que huyan de los tiros del arco, y se libren tus escogidos). Conmover, turbar, bambolear.

El IV domingo de Adviento hablábamos del figuralismo presente en el introito Rorate caeli: cuando el texto hacía referencia a las alturas la música llegaba al extremo superior del ámbito del canto; cuando el texto hablaba de la tierra, la melodía descendía hasta el límite inferior. En el tracto Commovisti tenemos otro de los muchos ejemplos de figuralismo en el repertorio gregoriano. En el día que, como hemos dicho, se recuerda el diluvio universal, y con el texto apropiado para ello, “conmoviste, Señor, la tierra, y la perturbaste”, la melodía presenta numerosos y largos melismas, en sentido ascendente y descendente, alternando grupos neumáticos ligeros y densos. En definitiva, toda una descripción sonora de lo que dice el texto y lo que la Iglesia transmite en este día.

Aquí podemos escuchar el introito Tibi dixi: https://www.youtube.com/watch?v=RnUz0Qju9uM;

y aquí, siguiendo la partitura, el tracto Commovisti: https://www.youtube.com/watch?v=PHrVrmC_JXU

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