La estrella, la cruz y Oriente

A Manu, quien me ha enseñado la importancia del oriente

La estrella de Cristo

La estrella que guía a los magos hacia el nacimiento de Cristo había sido profetizada en el antiguo testamento: era la estrella mesiánica. En la pared de la catacumba judía de Villa Torlonia, en Roma, junto a la imagen templo de Jerusalén hacia el que se dirigían los judíos para orar estaba la estrella. La estrella es el signo del Mesías, la señal de Cristo en el oriente: “Hemos visto salir su estrella en Oriente y venimos con regalos a adorar al Señor” (Antífona de comunión. Misa del día de Epifanía; cf. Mt 2, 2)

Un breve recorrido por textos de cuatro autores antiguos nos ayudará a conocer mejor la estrella mesiánica. El primero de ellos es Ignacio de Antioquía en su carta a los efesios:

Y quedó oculta al príncipe de este mundo la virginidad de María y el parto de ella. Asimismo, la muerte del Señor. Tres misterios clamorosos que tuvieron lugar en el silencio de Dios. ¿Cómo, pues, se manifestaron al mundo? Un astro brilló en el cielo por encima de todos los astros; y su luz era inefable. Su novedad produjo extrañeza y todos los demás astros, junto con el sol y la luna, hicieron coro al astro [nuevo]. Él, sin embargo, vencía con su luz a todos. Y había turbación, de dónde [podía nacer] la novedad desemejante a ellos. De ahí vino a deshacerse toda magia y a borrarse todo vínculo de malicia. Fue eliminada la ignorancia, y en manifestándose Dios humanamente para novedad de vida eterna, se deshizo el reino antiguo y tomaba comienzo lo que Dios había preparado. Por eso se conmovían todas las cosas porque se estaba tramando la abolición de la muerte.

Con la aparición del astro se están revelando los misterios, entre ellos la “muerte del Señor” y se está “tramando la abolición de la muerte”. Juan-José Ayán al comentar este texto hace notar que el sentido de la muerte es doble: por un lado la muerte física y por otro la muerte como príncipe de este mundo. Además, Ayán nos hace distinguir dos momentos de la victoria de Cristo: “a) Con su humanación va a llevar a la ruina el antiguo reino junto con todos los elementos que lo componían; b) la victoria se va a consumar en su segunda venida, cuando el mismo Thanatos sea disuelto”. Por tanto, en este texto vemos como el astro comienza la victoria sobre la muerte que será consumada con la resurrección y manifestada plenamente con la segunda venida. Precisamente, como ya comentaremos más adelante, la oración al este remite a la esperanza de esta venida y es una cruz gloriosa la que marcó la orientación de las primitivas iglesias.

El segundo es el autor de El testamento de Leví que aúna los textos de Mateo –hemos visto su estrella y venimos a adorarlo (Mt 2,2)– con el texto judío de la estrella mesiánica –avanza una estrella de Jacob, y surge un cetro de Israel (Nm 24, 17)–: Su estrella se levantará en el cielo, como la de un rey.

Justino, el tercer autor, recoge, además de las anteriores, otras referencias como la de Zac 6,12 según la versión de los LXX:

El mismo Moisés ha dado a entender que él debía elevarse como un astro por la raza de Abrahán. He aquí sus palabras: ‘Se elevará un astro de Jacob y un jefe de Israel’. Otra escritura dice: ‘He aquí un hombre: su nombre es oriente. También se levantará un astro en el cielo en el tiempo de su nacimiento, como está escrito en las Memorias de sus apóstoles, los magos de Arabia, reconocen el evento, acudieron y le adoraron.

Y a todas las anteriores, Justino une la referencia de Isaías cuando escribe:

Una estrella se levantará de Jacob y una flor brotará de la raíz de Jesé y las naciones esperarán en su brazo. Una estrella luminosa se ha levantado, una flor ha brotado sobre la raíz de Jesé, esto es Cristo.

En cuarto y último lugar, San Ireneo identifica la estrella mesiánica con la que vieron los magos cuando escribe:

Una estrella se levantará de Jacob y un jefe surgirá en Israel. Pues Mateo trae así las palabras de los Magos venidos de Oriente: Hemos visto su estrella en Oriente y hemos venido a adorarle.

Portada De la Iglesia de San Juan del Mercado en Benavente, Zamora (España)

El otro signo del cielo: la cruz gloriosa.

Al comentar el primer texto ya hacíamos referencia a la cruz gloriosa. Pero, ¿qué es esta cruz y qué significa? Lejos de tener un significado sacrificial, la cruz en los primeros momentos del cristianismo manifestaba la esperanza escatológica: Cristo volvería precedido o acompañado de esta señal. Recordemos lo que dice el evangelio de Mateo (24, 30): Entonces aparecerá en el cielo el signo del Hijo del hom- bre. Todas las razas del mundo harán duelo y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria; o el libro del Apocalipsis (1, 7): Mirad: viene entre las nubes. Todo ojo lo verá, también los que lo traspasaron. Por él se lamentarán todos los pueblos de la tierra.

Quizá los escritos extrabíblicos muestran de forma más nítida esta idea. Baste un texto apócrifo y otro patrístico. El Apocalípsis de Pedro pone en boca del Señor la descripción de su retorno:

Igual que al relámpago que aparece desde Oriente hasta Poniente, así vendré sobre las nubes del cielo,… en mi gloria, mientras que mi cruz irá delante de mi rostro.

San Cirilo, también muy explícito, enseña en los siguientes términos:

El trofeo salvador de Jesús, la cruz… aparecerá de nuevo con Jesús un día, viniendo del cielo. El trofeo del rey marchará delante de él para que, viniendo a aquél a quien tras- pasaron y reconociendo en su cruz a aquél a quien han cubierto de oprobios, los judíos, cuando se conviertan, estén en la tristeza,… mientras que nosotros nos glorificaremos, enorgulleciéndonos de la cruz. ¿Cuál será el signo de su Parusía, tal que la potencia enemiga no osa imitarlo? Entonces, se dijo, aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre. El signo verdadero y propio de Cristo es la cruz. El signo de la cruz luminosa precede al rey.

La cruz y la estrella

Como hemos visto, la cruz y la estrella son símbolos de Cristo. Son símbolos luminosos y gloriosos de Cristo que lo preceden: la estrella anuncia su nacimiento y la cruz gloriosa precede su segunda venida. Contienen por tanto la esperanza de quienes oran mientras el Señor viene. Esta característica los ha hecho ser el indicador hacia donde hay que dirigir la oración: la estrella a menudo acompañaba la decoración de la sinagoga, mientras que la cruz gloriosa, dorada, entre vegetación del paraíso indicaba el oriente hacia donde los cristianos rezaban.

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