9. Que tus pies corran presurosos a la catequesis. Recibe con empeño los exorcismos; y cuando seas insuflado o exorcizado, ten por seguro que esa acción es para tu salvación. Date cuenta de que el oro sale de la tierra sucio y adulterado, mezclado con materias distintas como cobre, estaño, hierro y plomo. Nosotros buscamos tener oro puro; pero no se puede limpiar el oro de las adherencias que trae, si no es por el fuego; tampoco el alma puede purificare sin los exorcismos, que son acciones divinas entresacadas de la divina Escritura. Se te cubre el rostro para que de este modo descanse la mente, para que la mirada errante no haga divagar también el corazón. El hecho de estar velados los ojos no impide que la salvación entre por los oídos. A ejemplo de los orfebres que inyectan aire en el fuego con unos instrumentos finos, y encuentran lo que buscan: el oro oculto en el crisol , soplado y excitando la llama que lo envuelve; así los que exorcizan, cuando infunden el temor mediante el Espíritu divino, y reavivan -como en el crisol- el alma en el cuerpo, huye el demonio enemigo, mientras que la salvación permanece, y permanece la esperanza de la vida eterna; y además el alma, purificada de los pecados, alcanza la salvación. Por eso, hermanos, mantengámonos en la esperanza; démonos a nosotros mismos y esperemos; para que el Dios del universo -viendo nuestra voluntad- nos purifique de nuestros pecados, nos conceda la verdadera esperanza de las obras, y nos dé la conversión que salva. Dios es el que llama, y te llama a ti.