La Santa Misa desde el canto gregoriano 10 – IV domingo de Cuaresma

El paralelismo entre este día y el III domingo de Adviento es evidente, y no solo por lo más visible, que los ornamentos cambien del color morado al color rosa. Son dos fiestas que la liturgia coloca en el centro de los dos tiempos penitenciales del año: Adviento y Cuaresma. El domingo Gaudete y el domingo Laetare respectivamente.

El texto del introito (Is. 66, 10-11), que nos conduce a la Pascua invitándonos a la alegría, dice: Laetare Jerusalem: et conventum facite omnes qui diligitis eam: gaudete cum laetitia, qui in tristitia fuistis: ut exsultetis, et satiemini ab uberibus consolationis vestrae (Alégrate, Jerusalén, y regocijaos con ella todos los que la amáis; gozaos los que estuvisteis tristes, para que os llenéis de júbilo, y recibáis los consuelos que manan de sus pechos).

Este canto, compuesto en modo V, refleja ya en su comienzo el carácter no solo del resto de la pieza, sino de toda la celebración. Bastan dos palabras, Laetare Jerusalem, para llegar a la nota Do, cuerda de recitación del modo, y que, además, nos recuerda que la palabra Jerusalem es aguda, y esdrújula como remarcan las ediciones litúrgico-musicales. Saint Gall llega al final de la palabra con una bivirga, y la notación de Laon, muy clara a este respecto, marca puntos -la grafía más ligera- para las tres primeras sílabas y dos uncini para la última. La palabra Laetare, en su sílaba tónica, presenta un torculus resupinus con corte neumático en el tercer y cuarto sonidos, lo que nos lleva a articular la siguiente nota, que, seguida de una clivis con episema, favorecen la posterior enérgica subida hacia Jerusalén.

La alegría que refleja el texto, y también la música, del introito, se extiende al resto de cantos del propio de la misa, expresada de maneras diferentes: en el gradual en VII modo Laetatus sum, que se mueve en una tesitura muy alta, llegando al La agudo; en el ofertorio Laudate Dominum, aunque en un modo grave, el II; y en la comunión Jerusalem quae aedificatur, en IV modo.

Quienes leen cada semana esta serie dedicada al canto gregoriano recordarán, y si no, pueden releer aquél comentario, que el I domingo de Cuaresma hablamos de una célula melódico-rítmica sobre la palabra glorificabo en el introito de ese día; y que esa misma fórmula se repetía hasta en catorce ocasiones en los cánticos de la Vigilia Pascual. Decíamos, entonces, que la Pascua venía anunciada musicalmente ya desde el comienzo de la Cuaresma. Hoy, IV domingo de este tiempo litúrgico, punto luminoso dentro del mismo, se vuelve a aludir a la celebración pascual, pues el tracto que se canta hoy, Qui confidunt, contiene también el llamado motivo pascual.

En el siguiente enlace podemos escuchar el introito Laetare Jerusalem: https://www.youtube.com/watch?v=IXhIPtK9ABc

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