En la misa de día de Navidad escuchamos el que sin duda es el canto más famoso del repertorio gregoriano: Puer natus est nobis. Sin embargo, antes de hablar de este introito, hemos de referirnos a las misas de medianoche y el alba, pues desde al menos el siglo VI la Iglesia conoce estas tres celebraciones el día de Navidad. El Papa celebraba la misa de medionoche en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, la del alba en la iglesia de Santa Anastasia, a camino entre la anterior y la basílica de San Pedro, y la del día en esta última.
El canto de entrada de la primera misa, tomado de Ps. 2, 7, dice: Dominus dixit ad me: Filius meus es tu, ego hodie genuite (El Señor me dijo: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy). Es el propio Mesías el que dice estas palabras; palabras las que hay una que cobra una gran importancia. No es una palabra larga, ni un sustantivo ni una acción. La palabra más importante es meus. No se trata del hijo de cualquiera, sino del hijo de Dios, mediante el cuál se encarna. El anónimo compositor de este canto debió expresar esta palabra de una manera especial; así se transmitió y así los amanuenses lo dejaron notado. Todo el canto, un canto en modo II, de carácter íntimo y ámbito melódico pequeño, se interpreta de manera fluida a juzgar por el significado de los neumas, escritos en su grafía simple. En cambio, está grafía simple se abandona en la palabra meus, en la que los notadores de Saint Gall y de Laon escribieron dos neumas, un pes primero y una clivis después, de valor alargado.
Nada tiene que ver con el carácter intimista de este introito el de la misa del día, cuyo texto, tomado de Is. 9, 6, dice: Puer natus est nobis, et filius datus est nobis: cuis imperium super humerum eius: et vocabitur nomen eius, magni consilii Angelus (Un niño nos ha nacido, y un hijo se nos ha dado: sobre su espalda está su dominio: y será llamado ángel del gran consejo).
El introito se abre de manera exuberante, con toda fuerza. Un pes alargado nos pone de ya manifiesto la importancia de la primera palabra: puer. Atendiendo de nuevo a la notación, hay dos momentos en la primera frase que cobran una relevancia especial: puer, con el pes alargado y en un salto de quinta al que nos acabamos de referir, y datus, con un alargamiento del primer elemento del neuma de tres sonidos que acompaña a la primera sílaba de esta palabra. Puer y datus. La notación evidencia la gran noticia de la encarnación del Hijo de Dios, anunciada en un contexto muy diferente al del introito de la misa de medianoche. Durante todos los cantos de las misas de Navidad, de los días posteriores, e incluso de la Epifanía, podemos apreciar bien auditivamente o bien visualmente (sobre la partitura) numerosas pulsaciones unisónicas, sonidos repetidos de manera muy ligera, que enfatizan el misterio celebrado en este día y lo hacen resonar durante los siguientes.
Podemos escuchar estos dos cantos en: https://www.youtube.com/watch?v=wVcbEQayEGg (Dominus dixit ad me) y https://www.youtube.com/watch?v=iUjo01vIBEs (Puer natus est nobis).