La Medalla Milagrosa

José-Manuel Villar Suárez, C. M.

¿Qué vio Catalina en el anverso y reverso de la medalla? Según sus escritos, la Santísima Virgen llevaba «un vestido liso de seda blanco-aurora sin costura; un velo blanco que le cubría la cabeza y le descendía por ambos lados hasta los pies; sobre su cabello liso, una especie de pañoleta terminada en un pequeño encaje aproximadamente de dos dedos de ancho. Tenía el rostro bastante descubierto y sus ojos tan pronto se elevaba en el cielo como miraban a la tierra, era bellísimo; en sus manos elevadas a la altura del estómago de una manera muy natural llevaba una esfera o globo, con una crucecita de oro encima, que representaba al mundo, ofrecido por ella a Nuestro Señor, y sus pies se apoyaban en la mitad de otro globo sobre la cabeza de una serpiente de color verdoso con manchas amarillas. De pronto, los dedos de aquellas manos que sostenían y ofrecían el mundo se llenaron de anillos y piedras preciosas, de las que salían rayos de luz, siempre extendiéndose hasta llenar la parte baja, de modo que ya no se podían ver sus pies; y en lo alto del cuadro, un poco ovalado, había estas palabras: ‘Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti'». Al mismo tiempo, Catalina escucha: «Este globo que ves representa el mundo entero y a cada persona en particular; estos rayos de luz son el símbolo de las gracias que distribuyo a las personas que me las piden».

Después el cuadro dió la vuelta. Catalina vio el reverso, pero no lo describe hasta que, un día, en la meditación, oyó una voz que le decía: «La letra M y los dos corazones dicen bastante». Así lo dice su confesor el padre Aladel: «En el reverso vió la letra M con una cruz encima y debajo los sagrados corazones de Jesús y María». Éstos son los elementos del reverso de la medalla: arriba el signo más importante, la cruz, como naciendo de la letra M e íntimamente entrelazado con ella. Debajo los dos corazones, unidos por los signos del amor: espinas, espada y llamas. Y en torno las doce estrellas del Apocalipsis. Catalina oye una voz que decía: » Di que acuñen una medalla según este modelo: todas las personas que la lleven recibirán grandes gracias».

De esta forma nace, la conocida en todo el mundo, como Medalla Milagrosa.

José-Manuel Villar Suárez, «Santa María Virgen Inmaculada de la Medalla Milagrosa» en J.-A. MArtínez Puche (dir.), Nuevo Año Cristiano. Noviembre, (Madrid 2001), 466-474.

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