La Santa Misa desde el canto gregoriano 01 – I Domingo de Adviento.

El introito con el que comienza el año litúrgico, Ad te levavi, aparece en los códices medievales, también en los cantorales, con una gran ‘A’, primera letra del alfabeto, signo de Cristo como Alpha. Del mismo modo, el canto que abre el Oficio en el nuevo año litúrgico comienza también por esta letra: el responsorio Aspiciens a longe.

El texto del introito, tomado de los primeros tres versículos del salmo 24, dice: Ad te levavi animam meam: Deus meus in te confido, non erubescam: neque irrideant me inimici mei: etenim universo qui te exspectant, non confundentur (“A ti, Señor, elevo mi alma: Dios mío, en Ti confío; no me sienta avergonzado. Ni se burlen de mí mis enemigos; porque todos los que en Ti esperan, no serán decepcionados”). El versículo del introito, tomado también del salmo 24, dice: Vias tuas, Domine, demonstra mihi: et semitas tuas edoce me (Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas).

El mismo texto es utilizado también para el gradual y el ofertorio, aunque con algunas variantes debidas a la utilización de diferentes traducciones de la Biblia. Por ejemplo, el versículo del gradual dice Vias tuas, Domine, notas fac mihi: et semitas tuas edoce me; y el ofertorio dice Ad te, Domine, levavi animam meam […]. Cada uno de estos cantos con mismo texto aporta diferentes significados, pues cada uno tiene una elaboración estilística diferente. En lo que a cantos de la Misa se refiere, los de entrada y comunión están siempre compuestos en un estilo semiornamentado, mientras que el gradual, el aleluya, el tracto y el ofertorio están en  un estilo muy ornamentado o melismático. Los cantos en estilo simple se reservan habitualmente para el Oficio.

El primer inciso melódico del introito de Ad te levavi nos eleva musicalmente, pues desde el Re sube hasta el Do, lo que ayuda a la elevación espiritual, tal como dice el texto. La tensión se acumula en las palabas Deus meus in te confido, cuando la melodía se apoya en la dominante (la nota Do), y se resuelve por completo en erubescam, cuando la melodía reposa en la tónica o nota finalis (Sol). Nos hemos alzado, confiando en el Señor, y hemos descendido hasta concluir con serenidad, porque no nos sentiremos avergonzados. Algo similar sucede en la segunda sección del introito, pues de la tensión de la primera parte, cuya melodía se mueve de nuevo en el extremo superior, en torno al Do, desciende al Sol con seguridad y confianza en el Señor.

El introito es toda una declaración de intenciones por parte del cantor. Es su primera invocación en el nuevo año litúrgico, durante el cual cantará para el Señor, confiando plenamente en Él.

Son muchas las versiones de este canto que se pueden encontrar fácilmente. He aquí una tomada de la página de youtube Graduale Project: https://www.youtube.com/watch?v=2U3Qsv3jThk

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