Bendición de la corona de Adviento

CAPITULO XXXVII
BENDICIÓN DE LA CORONA DE ADVIENTO

1235. La corona de Adviento o corona de las luces de Adviento es un signo que expresa la alegría del tiempo de preparación a la Navidad. Por medio de la bendición de la corona se subraya su significado religioso.
1236. La luz indica el camino, aleja el miedo y favorece la comunión. La luz es un símbolo de Jesucristo, luz del mundo. El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona muestra la extensión gradual hacia la amplitud de las luces de Navidad. El color verde de la corona significa la vida y la esperanza.
1237. La corona de adviento es, pues, un símbolo de la esperanza de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte. Porque el hijo de dios se ha hecho hombre por nosotros, y con su muerte nos ha dado la verdadera vida.

I. Rito de la bendición en familia.

II. Rito de la bendición en la Iglesia.

I. Rito de la bendición en familia

1238. El ministro, al comenzar la celebración dice:

Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
R/. Que hizo el cielo y la tierra.

Monición introductoria.
El ministro introduce la celebración con estas palabras u otra semejantes:

Al comenzar el nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona con que inauguramos también el tiempo de adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza.
El encender, semana tras semana, los cuatro cilios de la corona debe significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad.


1239. Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de las sagrada escritura, por ejemplo:
Is 60,1: ¡Levántate y resplandece, Jerusalén, porque llega tu luz; la gloria del señor amanece sobre ti!

1240. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:

Oremos.
La tierra, Señor, se alegra en estos días,
y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor,
que se avecina como luz esplendorosa
para iluminar a los que hacemos en las tinieblas
de la ignorancia, del dolor y del pecado.
Lleno de esperanza en su venida,
tu pueblo ha preparado esta corona con ramos del bosque
y la adornado con luces.
Ahora, pues, que vamos a empezar
el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo,
te pedimos, Señor,
que, mientras se acrecienta cada día
el esplendor de esta corona, con nuevas luces,
a nosotros nos ilumines
con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo,
ilumina todas las oscuridades.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

Y se enciende el cirio que corresponda según la semana de adviento.

II. Rito de la bendición en la Iglesia

1241. La corona de adviento, que se ha instalado en la iglesia, se puede bendecir el comienzo de la misa. La bendición será después del saludo inicial, en lugar del acto penitencial.

Monición introductoria.
Después del saludo, el ministro dice:

Hermanos: al comenzar el nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona con que inauguramos también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza. La corona de Adviento es, pues, un símbolo de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte, porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre y nos ha dado la verdadera vida.
El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona debe significar nuestra de natural preparación para recibir la luz de la Navidad. Por eso hoy, primer domingo de Adviento, bendecimos esta corona y encendemos su primer cirio.


1242. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:

Oremos.
La tierra, Señor, se alegra en estos días,
y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor,
que se avecina como luz esplendorosa
para iluminar a los que hacemos en las tinieblas
de la ignorancia, del dolor y del pecado.
Lleno de esperanza en su venida,
tu pueblo ha preparado esta corona con ramos del bosque
y la adornado con luces.
Ahora, pues, que vamos a empezar
el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo,
te pedimos, Señor,
que, mientras se acrecienta cada día
el esplendor de esta corona, con nuevas luces,
a nosotros nos ilumines
con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo,
ilumina todas las oscuridades.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

Y se enciende el cirio que corresponda según la semana de adviento.

© Conferencia Episcopal Española.

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