Es probable que el lector haya oído hablar o leído sobre la vida del P. Kolbe y su martirio: se intercambia por otro prisionero del campo de concentración de Auschwitz para morir ejecutado en represalia por un prisionero fugado. Este hecho le otorga la palma del martirio, aunque probablemente pudiera ser reconocida su santidad por otro acontecimiento que a menudo pasa desapercibido en un primer acercamiento a su santidad: la promoción de la devoción mariana a través de la revista El caballero de la Inmacualda y la fundación de las Ciudades de la Inmaculada.
‘UNA CIUDAD DE LA INMACULADA EN CADA NACIÓN’

La Ciudad de la Inmaculada que este santo franciscano fundó cerca de Varsovia tenía la visión de un apostolado a través de los medios de comunicación de entonces llegando a publicar hasta 750.000 ejemplares de los últimos números de la revista por él fundada y llegando a albergar a 800 personas por lo que se le considera el convento más grande de la época. El sueño del P. Kolbe de que todas las naciones tuvieran una Ciudad de la Inmaculada comenzó por diferentes proyectos: una comunidad similar en Japón, la traducción de la revista a diferentes idiomas, la Milicia de la Inmaculada, etc. Todo ello quedó truncado por el arresto de Kolbe por la Gestapo.
LA CONSAGRACIÓN A LA INMACULADA
En la víspera de la fiesta que celebra que la Virgen María por su Inmaculada Concepción no pasó por el trance de la muerte, sino que fue llevada en cuerpo y alma al cielo, se celebra a este santo que tanto fomento la piedad mariana. Dejamos la oración de consagración de que él compuso para prepararnos esta solemnidad mariana.
O INMACULADA, Reina del cielo y de la tierra,
Consagración a la Inmaculada de San Maximiliano María Kolbe
refugio de los pecadores y Madre nuestra amorosísima,
a quien Dios quiso confiar la entera economía de
la misericordia, yo… (nombre) indigno pecador, me
postro a tus pies suplicándote humildemente que me
quieras aceptar todo y completamente como cosa y
propiedad tuya, y que hagas lo que te agrade de mí, de
todas las facultades de mi alma y de mi cuerpo, de toda
mi vida, muerte y eternidad. Haz de mí y de todo mi ser
lo que tú quieras, sin reserva alguna, para que se cumpla
lo que fue dicho de ti: “Ella te aplastará la cabeza”,
como también: “Tú sola destruiste las herejías en el
mundo entero” para que en tus manos inmaculadas y
misericordiosísimas yo llegue a ser un instrumento útil
para injertar e incrementar lo más fuertemente posible
tu gloria en muchas almas extraviadas e indiferentes
y para extender, de ese modo, lo más que sea posible,
el bendito Reino del Sacratísimo Corazón de Jesús En
donde tú entras obtienes la gracia de la conversión y de
la santificación, ya que toda gracia fluye, a través de tus
manos, del Corazón dulcísimo de Jesús hasta nosotros.
G. Concédeme que te alabe, Oh Virgen Santísima
T. Dame fuerza contra tus enemigos
Oración diaria:
O María, concebida sin pecado, ruega por nosotros
que recurrimos a Ti y por cuantos a Ti no recurren,
en especial por los enemigos de la santa Iglesia y por
aquellos que te son encomendados