San Simón Stock. El santo del escapulario

‘El santo del escapulario’, como lo llamó San Juan Pablo II, es San Simón Stock. Sexto general de los carmelitas, su nombre ‘Stock’ habla sobre la vida de austeridad que llevaba viviendo en el hueco de la corteza de un árbol.

Recién llegados los carmelitas a Inglaterra conocen a Simón y pronto les llama la atención su gran piedad. Ingresa en Orden del Carmelo llegando a ser superior de la Orden. Durante los veinte años que fue superior San Luis, rey de Francia, introdujo la orden en su país; y los papas Honorio III, Gregorio IX e Inocencio IV ayudaron a Simón a la corrección de la regla.

A San Simón Stock la orden carmelita debe dos elementos esenciales de su espiritualidad: la transformación de la orden de eremítica a mendicante y de esta forma su expansión por Europa; y la aparición y promesa del Santo Escapulario de la Virgen le entregó como medio de salvación para los miembros de la orden.

Su amor a la Virgen le llevó a componer algunos himnos que han llegado hasta hoy en la liturgia carmelita: Flos Carmeli y Ave Stella Matutina.

Flos Carmeli

El himno escrito por San Simón Stock en latín y su versión gregoriana; y una versión en Español.

Latín

Flos Carmeli,
vitis florigera,
splendor caeli,
virgo puerpera singularis.

Mater mitis
sed viri nescia
Carmelitis
da privilegia
Stella Maris.

Radix Jesse
germinans flosculum
nos ad esse
tecum in saeculum
patiaris.

Inter spinas
quae crescis lilium
serva puras
mentes fragilium
tutelaris.

Armatura
fortis pugnantium
furunt bella
tende praesidium
scapularis.

Per incerta
prudens consilium
per adversa
iuge solatium
largiaris.

Mater dulcis
Carmeli domina,
plebem tuam
reple laetitia
qua bearis.

Paradisi
clavis et ianua,
fac nos duci
quo, Mater, gloria
coronaris.
Amen. (Alleluia.)

Español

Flor del Carmelo, 
viña florida,
esplendor del cielo,
Virgen fecunda y singular.

Madre tierna,
intacta de hombre,
muéstrate propicia
con los carmelitas
¡Estrella del mar!

Raíz de Jesé
que has germinado una flor [Jesús],
permítenos estar siempre
cerca de ti.

Lirio que creces
entre las espinas,
consérvanos puros,
a nosotros
que somos tan débiles.

Tú que eres la armadura
fuerte del que lucha,
cuando la guerra enfurece,
danos la defensa
de tu escapulario.

En las dudas
danos consejos
prudentes,
en las adversidades
danos tu consuelo.

Dulce Madre,
Señora del Carmelo,
al tu pueblo
que has elegido
llénalo de alegría.

Puerta y llave del paraíso,
Madre haz
que alcancemos
el lugar donde estás
coronada de gloria.
Amén. Aleluya.

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