Incubatio. De José de Egipto a José de Nazaret
19 de marzo – San José
Letanías de San José
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Cuarto Jueves de Cuaresma en la parroquia de San Cristóbal
En la parroquia de San Cristóbal en Madrid, los jueves de la III y IV Semana de Cuaresma a las 18.00h, adoración eucarística y meditación.
Charlas Cuaresmales 2024
Meditaciones de Cuaresma en la parroquia de San Cristóbal de Madrid. A las 18.00h exposición del Santísimo y meditación. A las 19.00h Misa.
Tercer Jueves de Cuaresma en la parroquia de San Cristóbal
En la parroquia de San Cristóbal en Madrid, los jueves de la III y IV Semana de Cuaresma a las 18.00h, adoración eucarística y meditación.
Cuarto Jueves de Cuaresma en la parroquia de San Cristóbal
En la parroquia de San Cristóbal en Madrid, los jueves de la III y IV Semana de Cuaresma a las 18.00h, adoración eucarística y meditación.
Tercer Jueves de Cuaresma en la parroquia de San Cristóbal
En la parroquia de San Cristóbal en Madrid, los jueves de la III y IV Semana de Cuaresma a las 18.00h, adoración eucarística y meditación.
Mi casulla
Publicado en: La Opinión – El Correo de Zamora
25 de febrero de 2024
En ese año 2012, el veinte de mayo se celebraba la Ascensión del Señor. Yo, como marca el rito, me encontraba postrado mientras la Iglesia de la tierra invocaba a la del cielo para que el Espíritu nos envolviera con su presencia. Al levantarme me encontré con esa imagen: el pueblo de Dios, con sus presbíteros y el obispo; al fondo el retablo con el gran relieve de la transfiguración del Señor, fiesta titular de nuestra Catedral de Él Salvador de Zamora. Y después de la oración del obispo, me revistieron con las vestiduras sacerdotales.
No es posible diregir los sentimientos, ritos y consecuencias de la elección que Dios hace sobre uno —sea cual sea la elección—. Con el tiempo, como si se tratara las catequesis mistagógicas —esas que explicaban el rito ‘a posteriori’— he comenzado a entender la hondura de aquellos gestos y sus consecuencias. Entre ellos el hecho de ser revestido para celebrar el misterio.
El evangelio del segundo domingo de cuaresma siempre es la transfiguración del Señor. Es un anticipo de su resurrección de la que, como cristianos, tenemos la esperanza de participar. No es casualidad que los vestidos refulgentes de luz o la envoltura de una nube estén presentes en la transfiguración, la resurrección y la ascensión del Señor.
Tanto la tradición judía como los primeros cristianos —herederos de la espiritualidad judía— se preguntaban: ¿y Yahvé como vestía? Los judíos daban una contestación: de luz y envuelto por su nube de gloria. Así lo contemplaron los cristianos a través de Jesús, el Hijo de Dios. La respuesta respondía también a otra pregunta: y Adán, ¿estaba desnudo desde su creación a la caída?. Respuesta evidente: No. Era imagen de Dios, vestía igual que Él hasta que, cayendo en el pecado, la luz y la nube de gloria se disiparon y se sintió desnudo. Otra tradición judeocristiana dice que además Adán vestía un traje sacerdotal, el traje sacerdotal de Jesucristo que aparece en la carta a los Hebreos haciendo su ofrenda.
De vez en cuando, mientras me pongo las vestiduras para ofrecer el sacrificio, me gusta pensar en esto. En que nuestro blanco traje bautismal es un anhelo de aquella primera luz que nos envolvió, que mi casulla es el anhelo de la conversación y el culto puro entre Dios y el hombre que el pecado rompió y Cristo ha restaurado y que, sobre todo en los tiempos de penitencia como la Cuaresma, estamos en camino de recuperar la luz y la gloria, o sea, la imagen que Dios quiso depositar en nosotros.
«Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube» (Mc 9,7).
Ego sum qui sum. Moisés y la Pascua
Conferencia impartida en el marco del ciclo ‘Liturgia y Espiritualidad 2023-2024’ en el Centro Teológico San Agustín (Real Centro Universitario) del Escorial.
Ayuno. La espera del Reino
En numerosas ocasiones nos encontramos con cristianos que no guardan el ayuno o la abstinencia —entre otras prescripciones— amparados en su sinsentido, muy especialmente en el s. XXI. Sin embargo, el conocimiento del sentido espiritual que adquirieron en la antigüedad puede ayudarnos hoy a vivir hoy estas y otras manifestaciones externas de la fe.
Volviendo nuestra mirada al jardín del Edén, donde, justo en el mismo momento en que el hombre fue expulsado, comenzó su anhelo de volver al paraiso, nos encontramos a nuestros primeros padres alimentándose de la providencia de Dios. Solo tras el pecado el hombre tiene que ganarse el alimento con trabajo y sudor. Adán, al alargar la mano para comer del fruto prohibido, hizo al hombre esclavo del alimento. De forma que, de algún modo, el ayuno constituye a la vez una forma de pedir a Dios el regreso al Edén, a la vez que es la actitud propia del hombre que ya está preparado a entrar en el paraíso.
El icono de esta espera es el Bautista: el hombre del desierto que ‘come saltamontes y miel silvestre’, es decir, que no vive del fruto de su trabajo, sino de la providencia de Dios; el hombre que anunció el Reino y esperó al Mesías.
«Juan Bautista es la figura de la vieja alianza, de la espera y preparación para el Reino, y su figura es la del ayuno. El Reino se describe como un banquete, es decir, como el final del ayuno. La Eucaristía es el banquete del Reino, su anticipo escatológico, y por lo tanto el ayuno tiene que ver en ella» (Schmemann, 2021, pág. 220).
Bibliografía
Schmemann, A. (2021). Introducción a la teología litúrgica. A la luz de la tradición de la Iglesia ortodoxa. Salamanca: Sígueme.



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