La Santa Misa desde el canto gregoriano 03 – III Domingo de Adviento.

El domingo Gaudete se llama así por ser esta la primera palabra del introito. Estamos ante un día excepcional, pues en este tiempo de solemne y serena preparación para la llegada de Jesús, el III Domingo de Adviento se caracteriza por el carácter festivo; del mismo modo que sucede el IV Domingo de Cuaresma, conocido como Domingo Laetare, dentro de ese tiempo litúrgico. En este día, el color morado de los ornamentos y vestimentas del celebrante dejan paso al color rosa.

El texto de la antífona de introito está tomado de Filipenses 4, 4.5.6, y dice: Gaudete in Domino Semper: iterum dico, gaudete: modestia vestra nota sit ómnibus hominibus: Dominus prope est. Nihil solliciti sitis: sed in omni oratione petitiones vestrae innotescant apud Deum (“Gozaos siempre en el Señor: insisto, gozaos. Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No temáis por nada; más bien, con oración y ruego, presentad vuestras peticiones a Dios”).

El versículo del introito se toma del salmo 84, y será también el texto del ofertorio de este día: Benedixisti, Domine, terram tuam: avertisti captivitatem Iacob: remisisti iniquitatem plebis tuae (“Señor, has sido bueno con tu tierra, has restaurado la suerte de Jacob”).

Centrémonos en el texto de la antífona y en su significado, revalorizado mediante la riqueza simbólica de la notación adiastemática. En el primer inciso observamos una serie de grafías, con movimiento ascendente, que conducen al clímax de la frase: Semper. El valor alargado de la sílaba inicial evita la acentuación de la misma, licuescente, y conduce hacia la sílaba tónica de la palabra gaudete. El quilisma con el que concluye la palabra proyecta el fraseo hacia la palabra Domino, que, no siendo acentuada, sí es alargada en su última sílaba con un torculus de articulación verbal, cuya función consiste en generar tensión y en anunciar o preparar el adverbio Semper, que representa el clímax del ‘crescendo’ patente en toda la frase.

Cabe destacar que la palabra gaudete no se desarrolla dentro de un movimiento melódico-rítmico extraordinario, sino dentro de la solemnidad y de la serenidad. Es una alegría; es el Domingo Gaudete. Pero es una alegría contenida; recordemos que estamos en Adviento.

La palabra Semper, no obstante, no representa el cúlmen melódico del canto. Este está en el centro del mismo: Nichil soliciti sitis (“No temáis por nada”). El Salvador, y con Él la salvación, está cerca. No hay nada que temer. Ese Nichil, con su unísono en el Do agudo, representa el deseo de confianza, el punto álgido del texto, a partir del cual se inicia un progresivo descenso hasta el final del canto, concluyendo con el mismo ambiente de serenidad con el que comenzó el introito.

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