UN DÍA COMO HOY…
… el 5 de noviembre de 1982 San Juan Pablo II beatificó a la ya Santa Ángela de Cruz.
UNA CRUZ VACÍA
«Ángela de la Cruz es un milagro que le ocurrió a Sevilla en el paso del siglo XIX al siglo XX; un milagro que sigue vivo, actual»1. Así es como uno de los biógrafos de la santa sevillana comienza un artículo sobre su vida.
Ángela de la Cruz nació en enero de 1846. De niña vivió en el convento de los frailes trinitarios donde trabajan sus padres. Muy pronto abandona la escuela para dedicarse a trabajar en una zapatería.
En 1871 a través de un acto privado promete al Señor el cumplimiento de los consejos evangélicos y en 1875 dio inicio al Instituto de Hermanas de la Compañía de la Cruz. Su experiencia espiritual se basa en la visión de una cruz vacía frente a la de Cristo en la que decide inmolarse con el en el servicio a los más pobres.
Santa Ángela de Cruz murió el 2 de marzo de 1932. Como hemos dicho fue beatificada el 5 de noviembre de 1982 en Sevilla por Juan Pablo II y canonizada por este mismo pontífice en Madrid el 4 de mayo de 2003. Su fiesta litúrgica se celebra el 5 de noviembre.
San Juan Pablo II en la homilía de su beatificación dirigió estas palabras:
«Sor Ángela de la Cruz, fiel al ejemplo de pobreza de Cristo, puso su instituto al servicio de los pobres más pobres, los desheredados, los marginados. Quiso que la Compañía de la Cruz estuviera instalada “dentro de la pobreza”, no ayudando desde fuera, sino viviendo las condiciones existenciales propias de los pobres. Sor Ángela piensa que ella y sus hijas pertenecen a la clase de los trabajadores, de los humildes, de los necesitados, “son mendigas que todo lo reciben de limosna”.
La pobreza de la Compañía de la Cruz no es puramente contemplativa, les sirve a las hermanas de plataforma dinámica para un trabajo asistencial con trabajadores, familias sin techo, enfermos, pobres de solemnidad, pobres vergonzantes, niñas huérfanas o sin escuela, adultas analfabetas. A cada persona intentan proporcionarle lo que necesite: dinero, casa, instrucción, vestidos, medicinas; y todo, siempre, servido con amor. Los medios que utilizan son un trabajo personal, y pedir limosna a quienes puedan darla.
De este modo, sor Ángela estableció un vínculo, un puente desde los necesitados a los poderosos, de los pobres a los ricos. Evidentemente, ella no puede resolver los conflictos políticos ni los desequilibrios económicos. Su tarea significa una “caridad de urgencia”, por encima de toda división, llevando ayuda a quien la necesite. Pide en nombre de Cristo, y da en nombre de Cristo. La suya es aquella caridad cantada por el Apóstol Pablo en su primera Carta a los Corintios: “Paciente, benigna…, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa mal…; todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera” (1Cor 13, 4. 5. 7)»2.
1 J. Mª Javierre, «Beata Ángela de la Cruz», en J. A. Martínez Puche, Nuevo Año Cristiano. Noviembre, EDIBESA (Madrid, 2001), p. 92.
2 San Juan Pablo II, Homilía en la misa de beatificación de Sor Ángela de la Cruz (5. nov. 1982), n. 3.