San Leandro de Sevilla, obispo y padre de la unidad en la Hispania visigoda
Hoy, 13 de noviembre, la Iglesia en España celebra la memoria litúrgica de San Leandro, obispo de Sevilla, una de las figuras más luminosas del siglo VI y patrono principal de la diócesis de Huelva.
Nacido probablemente en Cartagena hacia el año 534, Leandro pertenecía a una familia verdaderamente singular: es hermano de San Isidoro, San Fulgencio de Écija y Santa Florentina, los “cuatro santos de Cartagena”. Tras un tiempo de vida monástica, fue elegido obispo de Sevilla hacia el 578, en plena época visigoda.
El contexto no podía ser más delicado: La mayoría de la población hispanorromana era católica, mientras que la élite visigoda, con el rey Leovigildo, permanecía en la herejía arriana.
San Leandro se convierte entonces en un auténtico pastor y estratega de la fe: acompaña espiritualmente al príncipe Hermenegildo, favoreciendo su paso del arrianismo al catolicismo; su fidelidad le cuesta un destierro ordenado por Leovigildo.
Con la subida al trono de Recaredo, se abre una etapa nueva. El rey abraza la fe católica y convoca el III Concilio de Toledo (589), organizado por Leandro y el abad Eutropio, donde se proclama oficialmente la conversión del reino visigodo al catolicismo y se condena el arrianismo. En la clausura, Leandro pronuncia una célebre homilía de acción de gracias por “el triunfo de la Iglesia y la conversión de los godos”, conservada después por su hermano Isidoro.
Además de su papel político-eclesial, San Leandro dejó una huella doctrinal y espiritual muy concreta:
– Es autor del tratado De la educación de las vírgenes y del desprecio del mundo, escrito para su hermana Florentina, donde propone una espiritualidad de virginidad consagrada y desapego cristiano.
– Mantiene un diálogo epistolar con San Gregorio Magno, que nos ha conservado una carta en la que responde a Leandro sobre la forma de administrar el bautismo (una o triple inmersión), reflejo de la finura teológica del obispo hispalense.
– Impulsa la reforma litúrgica hispana, preparando el terreno de lo que después perfeccionará su hermano san Isidoro.
San Leandro muere en Sevilla en torno al año 600-602. El Martirologio Romano lo presenta como el obispo que, “con su predicación y solícita caridad, convirtió a los visigodos de la herejía arriana a la fe católica, contando con la ayuda del rey Recaredo”. La liturgia española celebra su memoria el 13 de noviembre, mientras que algunas tradiciones antiguas lo recordaban en febrero o en la fecha de su muerte (13 de marzo).
Para nuestras comunidades, San Leandro no es solo una figura de manual de historia de la Iglesia, sino un modelo muy actual:
– Pastor que supo unir claridad doctrinal y caridad pastoral, en un tiempo de tensiones políticas y religiosas.
– Obispo que trabajó por una unidad no meramente sociológica, sino fundada en la verdad de la fe y en la comunión de la Iglesia.
– Hombre de oración y de estudio, que entendió que la renovación de la liturgia y de la vida consagrada es clave para la evangelización.
Podemos pedir hoy, por su intercesión, lo que la colecta de su misa resume: permanecer firmes en la integridad de la fe y libres de todo error, viviendo la unidad como don y tarea.
San Leandro de Sevilla, pastor de unidad y maestro de la fe,
ruega por la Iglesia en España,
por nuestros obispos y comunidades,
para que seamos hoy, como tú ayer,
testigos de la verdad en la caridad.
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