Solemnidad del Bautismo del Señor
Unidad Pastoral de Villarrín de Campos
Saludos
El pasado jueves, celebrando la fiesta de la Epifanía del Señor, decíamos que Dios se manifiesta a todos los pueblos con tres acontecimientos: la adoración de los Magos, el bautismo y el milagro de las bodas de Caná.
Hoy celebramos el bautismo del Señor. Juan predicaba un bautismo de conversión, un bautismo que simbolizaba el perdón de los pecados. El agua que limpia el cuerpo, de forma sacramental -invisible pero efectiva- limpia nuestra alma.
Jesús, tal como dijo Juan, viene a traernos un bautismo nuevo: con Espíritu Santo y fuego. Se acerca al bautismo de Juan para transformarlo en algo nuevo: ya no somos nosotros los que arrepentidos y convertidos buscamos el agua que nos purifica; es Dios mismo quien nos convierte a través del agua.
No somos nosotros los que en medio de lobos tenemos que volver a la tenada. Es Cristo, buen Pastor, quien sale a nuestro encuentro, nos carga, nos apacienta, nos hace pasar por la puerta del cielo y nos hará pastar en las verdes praderas de su reino.
La liturgia nos ayuda a entenderlo: cuando el obispo -o uno de sus sacerdotes- se dispone a bautizar a un niño. Todos se dirigen detrás del sacerdote que como Cristo nos guía hacia la fuente bautismal cantando el Salmo 23, el Salmo que resume la iniciación cristiana y sus promesas.
– Dice el Salmo sobre el bautismo: El Señor es mi pastor, nada me falta me conduce hacia fuentes tranquilas;
– Sobre la eucaristía: Preparas una mesa ante mí;
– Sobre la confirmación: me unges la cabeza con perfume;
– Sobre la promesa de que Dios estará con nosotros siempre hasta la eternidad: Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
Recordemos hermanos:
Desde nuestro bautismo Jesús ha salido a nuestro encuentro para convertirnos en hermanos. Solo queda que tú, que yo, que nosotros queramos convertirnos y dejarnos convertir en hijos de Dios.