Domingo II de Navidad
2 de enero de 2022
Unidad Pastoral de Villarrín de Campos
La última parte del Adviento, a partir del 17 de diciembre, nos preparaba con las Antífonas mayores, a contemplar a Cristo. Lo hacían evocando diferentes nombres de Cristo que aparecen en el antiguo testamento como Enmanuel, Rey de las naciones o Raíz de Jesé.
Hoy la iglesia nos ofrece dos lecturas para contemplar uno de esos nombres: “Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo”.
El evangelio que acabamos de escuchar nos muestra a Jesús como el Verbo de Dios que se hace carne y habita entre nosotros. Es presentado como la Palabra salida de la boca del Padre por la que se ha hecho toda creación: “Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho” (Jn 1, 3).
Estas tres notas distintivas: salir de la boca del Padre, ser autor de la creación y habitar entre nosotros, las encontramos también en el libro del Eclesiástico del que está tomada la segunda lectura. Dice el Eclesiástico:
“Yo salí de la boca del Altísimo,
y como niebla cubrí la tierra.
Puse mi tienda en las alturas,
y mi trono era una columna de nube (…)
Entonces el Creador del universo me dio una orden” (Eclo 24, 3-4. 8).
Queridos hermanos.
A menudo cuando hablamos de la sabiduría, tenemos la tentación de pensar en libros, estudios y conocimientos variados. Sin embargo, la verdadera Sabiduría es el plan que Dios trazó desde la creación; la Sabiduría es Jesús.
A menudo pensamos que podemos poseer la sabiduría, e incluso hasta compartirla. Sin embargo, solo se posee Sabiduría acogiendo a Cristo: en su Palabra, en la Eucaristía, en la comunidad reunida y en los pobres. Solo se puede compartir la Sabiduría si predicamos el evangelio. Como dice San Pablo: Enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos (1 Cor 2, 6).
Que Santa María, que sentó en su regazo a Jesús, y por eso es trono de la Sabiduría interceda para que podamos acoger esa Sabiduría que viene de Dios.